Adiós a uno de los supermercados más populares de este país: 60 tiendas cierran sus puertas
La cadena Kroger procederá al cierre de un total de 60 establecimientos en distintos puntos de Estados Unidos durante los próximos 18 meses

Archivo – Gente comprando en supermercado
La cadena Kroger Co., uno de los supermercados más icónicos de Estados Unidos, atraviesa un momento crítico. La compañía ha confirmado que en los próximos 18 meses clausurará más de 60 establecimientos en distintos estados, un movimiento que supone uno de los ajustes más drásticos en su trayectoria centenaria, y que pone en entredicho el futuro de la enseña estadounidense.
El fin de una era en la distribución estadounidense y los motivos de su caída
Es importante, sin embargo, contextualizar su importancia, ya que Kroger no es solo un supermercado: para millones de estadounidenses ha sido sinónimo de la compra semanal durante generaciones. Fundada en 1883 en Cincinnati, la enseña se consolidó como la segunda mayor cadena de alimentación del país, solo por detrás de Walmart.
Sin embargo, el anuncio de cierre de decenas de tiendas refleja cómo el sector minorista se encuentra atrapado en una tormenta perfecta de cambios en el consumo, competencia feroz y presión de las plataformas digitales, que han provocado el declive en las ventas de la enseña. Por ello, la compañía explicó que los cierres forman parte de una reestructuración destinada a mejorar la rentabilidad en un mercado cada vez más ajustado.
“Se trata de una decisión difícil pero necesaria para garantizar la sostenibilidad del negocio en el largo plazo” señalaron fuentes de Kroger. Y es que de los 60 cierres previstos, al menos 39 ya han sido confirmados o ejecutados en 2025, afectando a estados clave como Georgia, Illinois, Indiana, Kentucky, Luisiana, Maryland, Carolina del Norte, Virginia y Wisconsin. En septiembre y octubre de este mismo año se sumarán nuevos puntos en Tennessee y Washington, entre ellos supermercados de las filiales QFC y Fred Meyer.
Para explicar esta caída, hay que mencionar el auge de los discounters como Aldi y Lidl, junto con el dominio de Walmart y el crecimiento explosivo de Amazon en el canal online, factores que han erosionado la posición de Kroger. La cadena, históricamente fuerte en el formato físico, no ha logrado adaptarse con la rapidez necesaria al nuevo ecosistema digital y al cambio en los hábitos de los consumidores, que buscan precios bajos sin renunciar a la comodidad de la compra online.
A esto se suma la presión de los costes operativos crecientes, desde la energía hasta la logística, que afectan de forma especial a un modelo basado en la gran superficie. La rentabilidad de ciertas tiendas, especialmente en áreas metropolitanas donde compite directamente con gigantes tecnológicos y de bajo coste, se ha vuelto insostenible.
Una serie de cierres con un gran impacto social que dejan en Kroger un futuro incierto
Este cierre de más de 60 establecimientos no es un ajuste menor. Miles de empleados se verán afectados, bien por despidos, bien por traslados a otros centros. Sindicatos locales ya han manifestado su preocupación ante la pérdida de puestos de trabajo estables en comunidades que dependen de Kroger no solo como proveedor de alimentos, sino como empleador de referencia.
Además, en muchas ciudades de tamaño medio, Kroger cumplía una función estratégica en términos de abastecimiento. Su retirada puede generar desiertos alimentarios, es decir, zonas con poca o nula oferta de productos frescos y saludables a precios accesibles, un problema recurrente en el mapa minorista estadounidense.
Lo ocurrido con Kroger es, en realidad, un reflejo de la metamorfosis que atraviesa todo el sector minorista. El supermercado tradicional, apoyado en la fidelidad de la clientela y en la amplitud de surtido, está perdiendo terreno frente a nuevas fórmulas híbridas, donde la compra física se combina con la entrega a domicilio, las suscripciones y los modelos de conveniencia.
Los analistas coinciden en que este plan de cierres es solo el principio de un proceso de consolidación más amplio. En los próximos años, Kroger podría optar por fusionarse con otros actores del sector, acelerar su transformación digital o incluso abandonar mercados donde su presencia ha perdido fuerza frente a competidores más ágiles.
El riesgo más evidente es el deterioro de su imagen histórica, construida durante más de 140 años como referente de confianza y cercanía. Si bien la estrategia busca sanear las cuentas y concentrar recursos en las áreas más rentables, el golpe simbólico de ver tiendas Kroger bajar la persiana será difícil de asimilar tanto para clientes como para empleados.
Esto que ha ocurrido con Kroger es, en realidad, un reflejo de la metamorfosis que atraviesa todo el sector minorista. El supermercado tradicional, apoyado en la fidelidad de la clientela y en la amplitud de surtido, está perdiendo terreno frente a nuevas fórmulas híbridas, donde la compra física se combina con la entrega a domicilio, las suscripciones y los modelos de conveniencia.