El nuevo museo de Chipre que se descubre bajo el mar
MUSAN es un bosque sumergido frente a la costa de Ayia Napa, en Chipre, que busca fomentar la biodiversidad bajo el agua

Foto: ©Jason deCaires Taylor.
Una entrada en la playa de Pernera, en la costa de Aiya Napa (Chipre) da acceso al museo. Tras franquear la puerta, un camino conduce hacia una plataforma flotante que marca el punto de descenso. Este no es un museo al uso: se trata de un parque de esculturas pero, para acceder, es necesario bucear. O hacer snorkel.
El artista Jason deCaires Taylor firma este nuevo proyecto, que continúa su trabajo en increíbles museos y exposiciones submarinas repartidas por todo el mundo (las encontramos en la Gran Barrera de Coral, en Australia, en Cannes, en México y hasta en Lanzarote).
El nuevo Museo de Escultura Submarina de Ayia Napa (MUSAN, por sus siglas en inglés) se suma a esta colección ofreciendo en este caso todo un bosque submarino lleno de vida y con una historia que contar.
93 esculturas sumergidas
A 200 metros de la costa, las aguas ocultan árboles, niños jugando y otros personajes hasta sumar un total de 93 figuras. No solo serán disfrutadas por los visitantes, sino que además tienen el propósito de crear un nuevo hábitat bajo el mar.
Realizadas con materiales con pH neutro para evitar cualquier posible impacto negativo en el entorno, las esculturas serán poco a poco colonizadas por todo tipo de organismos (unas semanas después de su apertura, a finales de julio, ya puede verse una fina película de algas recubriendo algunas de las figuras) con lo que se prevé recuperar la vida marina desaparecida por el efecto del hombre en las costas.
El primer bosque submarino del mundo está formado por 93 esculturas realizadas en materiales con pH neutro para evitar cualquier impacto negativo en la vida marina
¿Quiere decir esto que se estropearán las figuras tal y como están concebidas? Nada más lejos de la realidad. Según Marine Argyrou, directora del Departamento de Investigación Marina y Pesca de Ayia Napa, “El museo submarino será una experiencia visual y ecológica viva, con obras de arte que interactúan con la naturaleza y evolucionan con el tiempo”.
La finalidad, según el artista, es “transmitir que debemos cuidar estas áreas protegidas de manera masiva y debemos hablar sobre su vigilancia de una manera mucho más estricta”.
Arte submarino
Colocadas con grúas a diferentes profundidades (entre 8 y 10 metros bajo la superficie), entre las esculturas hay árboles gigantes que pesan hasta 13 toneladas, de ahí que se presente como “el primer bosque submarino del mundo”.
El artista alerta de la degradación de esta zona marina en los últimos 20 años, hasta convertirse en una zona prácticamente estéril.
Bucear entre las obras es hacerlo por un museo inacabado; no hay un producto final, en tanto en cuanto evolucionará de manera impredecible
Otras figuras representan a niños jugando. Aluden, explica deCaires Taylor, “a nuestra necesidad de mundo natural como un lugar para explorar, descubrir y encender nuestra imaginación”. De hecho, añade, “durante los últimos 50 años los niños han sido expulsados de los lugares salvajes que alguna vez existieron”.
Estos niños del bosque, cámara en mano, juegan al escondite entre los árboles submarinos mientras apuntan con sus lentes a otras figuras que representan a la raza humana. “Esperan un futuro en el que regresen el misterio y la magia de la naturaleza. La necesidad de regenerar nuestros océanos es tan urgente como la necesidad de restablecer nuestra conexión con el mundo natural”, explica el artista.
El museo inacabado
Pasear entre sus obras -más bien, bucear o hacer snórkel- es hacerlo por un museo inacabado; no hay un producto final, en tanto en cuanto evolucionará de manera impredecible. Es un paisaje en constante cambio. Es más, puede que la obra de la naturaleza llegue a suplantar la del artista.
“Los árboles esculpidos y los niños que juegan entre ellos serán consumidos y colonizados por biomasa marina, proporcionando alimento y refugio para una variedad de criaturas, pero recordándonos de manera importante que nosotros mismos somos naturales”.
Aunque las referencias al cambio climático, la contaminación y la pérdida de hábitats naturales son una constante en el nuevo museo submarino, deCaires Taylor también busca transmitir una sensación de esperanza: “el impacto humano no siempre es negativo”. Su objetivo para por transmitir la sensación de que podemos revertir algunas de las cosas que hemos hecho.
Aunque llevaba varios años trabajando en el proyecto de MUSAN, la construcción comenzó el mes de marzo de 2020, el peor momento posible con la declaración mundial de pandemia por covid-19, lo que ha complicado mucho los trabajos.
También, señala, es un lugar muy diferente a otros en los que ha trabajado, por lo que general en hábitats templados y tropicales, donde hay arrecifes de coral y muchas más especies marinas.
Otro de los cambios sobre trabajos pasados son los elementos flotantes de algunas de las esculturas, como los árboles. Algunas se mueven con las corrientes y otras dejan partes muy cerca de la superficie a la que llegan a asomarse.
En torno a este primer bosque submarino del mundo primer se ha creado la Zona Marina Protegida de Ayia Napa, un símbolo de la destrucción de hábitats de pasado y una llamada de atención a reconstruir nuestra relación con la naturaleza.