Naturaleza, arte e historia por los pueblos del norte de Cataluña

Desde La Seu d’Urgell a Figueres, los 350 km de estas carreteras conectan el románico con Picasso, la naturaleza con Dalí, y los volcanes con las leyendas de los cátaros

Besalú y su puente medieval. Foto Turismo de Cataluña

El Grand Tour eran aquellos viajes que los jóvenes de la aristocracia europea, a mediados del siglo XIX, realizaban para conocer nuevas culturas, vivir experiencias diferentes y abrir sus pensamientos antes de regresar a sus tierras, crear una familia y seguir una rutina de trabajo o vivir de rentas.

La idea de un gran viaje en profundidad suele ser fuente de inspiración en varios sitios, como es Cataluña.

El Grand Tour catalán

El Grand Tour por este rincón de España comprende un recorrido circular de más de 2.000 kilómetros que sigue el trazado geográfico catalán, con dos o tres incursiones al interior del territorio.

El Grand Tour de Cataluña comprende más de 2.000 km que se pueden hacer entre 13 y 15 días; aunque lo mejor es subdividirlo en cinco etapas

Este se puede hacer en coche, autocaravana o moto, en un solo viaje de 13 a 15 días; o subdividirlos en cinco tramos, de cinco a siete etapas cada uno.

Vamos a elegir esta última opción, y de las rutas propuestas, elegiremos el trayecto de 357 km que va desde la Seu d’Urgell a Figueres, un trazado que bordea la cara sur de los Pirineos en donde se conjugan valiosos recuerdos de la historia con la tranquilidad de los pueblos y ciudades, tierras de exquisita gastronomía, paisajes para retratar y vivencias artísticas para descubrir.

Desde La Seu d’Urgell a Bagà

La Seu d’Urgell es una de las mecas del románico catalán, con la única catedral íntegramente realizada en ese estilo.

La parada siguiente del trayecto de 90 km es Gósol, un pueblo al borde del Parque Natural Cadí-Moixeró, que fue visitado por Pablo Picasso en la primavera de 1906 y donde en solo tres meses realizó más de 100 pinturas y dibujos.

Conjunto románico de la Seu d’Urgell. Foto Joan – CC

Cerca está el Pedraforca, una de las montañas más emblemáticas de Cataluña, donde los senderos que lo rodean datan de las épocas en que los cátaros huían de la Inquisición de Francia, como el GR-107, también llamado Camíno de los Buenos Hombres.

Picasso quedó fascinando en su visita a Gósol en 1906, y en los tres meses que pasó allí realizó un centenar de pinturas y dibujos

En Guardiola de Berguedà está el interesante templo benedictino de Sant Llorenç, en una región donde son tradición los platos calóricos y potentes como los guisantes negros con panceta, las patatas enmascaradas (con butifarra negra) y el trinchado de col y patata.

De Bagà a Ripoll

Desde Bagà a Ripoll se realizan 128 km por caminos de montaña, que superan los 1.000 metros de altura, donde se encuentran pueblos de piedra y techos de pizarra como los de Belver de Cerdanya, dueña de un bonito centro medieval en donde Gustavo Bécquer escribió La cruz del Diablo.

Puigcerdá es la ciudad más importante de La Cerdanya, pero para descubrir el paisaje montañoso de esta comarca hay que subir al hermoso pueblo de Meranges, junto al lago de Malniu, y ver desde los 1.590 metros de altura el valle que se despliega.

Además de pasar por pueblos como Urtx, Alp y Das, también se puede hacer un desvío a Llívia, una localidad española rodeada de territorio francés que tiene una de las farmacias más antiguas de Europa.

Paisaje de La Cerdanya. Foto Isi_Madrid – Pixabay

Otro pueblo encantador es Castellar de N’Hug, donde sale el Tren del Ciment y punto de partida para descubrir el nacimiento del río Llobregat junto a unas cascadas.

De Ripoll a Olot

Los 75 km de la tercera etapa van desde Ripoll a Olot. La primera es una localidad famosa por el monasterio de Santa María de Ripoll, fundado en 879 y gran ejemplo de la arquitectura medieval. Basta ver su portal para entender por qué se la llama ‘la Biblia de piedra’.

El camino llega hasta el Vall de Núria, en invierno una recomendada estación de esquí pero el resto del año dueño de un hermoso paisaje pirenaico.

Un pintoresco tren de cremallera acerca desde Ribes de Freser al monasterio del Vall de Núria, en un valle de gran belleza

Al monasterio se llega en un pintoresco tren cremallera, aunque también hay quienes se animan al senderismo desde Ribes de Freser con la esperanza de encontrar algún rebeco u otro ejemplar de la fauna local.

Olot visto desde el volcán Montsacopa. Foto Turismo de La Garrotxa
Olot visto desde el volcán Montsacopa. Foto Turismo de La Garrotxa

Quien llega a Campodron tiene que probar sus famosas galletas, y tras una parada, se atraviesan los pueblos de Beget, Sant Joan de les Fonts y su puente medieval, y el curioso Castellfollit de la Roca, que parece que se va a caer del precipicio.

Desde Olot a Banyoles

Olot es la capital de La Garrotxa, territorio formado por cuarenta volcanes extinguidos como los de Santa Margarida y el Croscat tapizados por bosques de encinas, robles y hayas.

Aquí se pueden probar el licor ratafía y las célebres legumbres de la región, como las mongetes o fesols que se sirven en el cercano pueblo de Santa Pau; y luego recorrer la Fageda d’en Jorda, hayedo de singular belleza que creció en un antiguo campo de lava.

La placidez del remo en el lago de Banyoles. Foto Jofre Ferrer Flickr

El camino, de solo 30 km, termina en Banyoles; pueblo que da la bienvenida con un hermoso lago que se puede rodear a pie o en bicicleta, con las orillas invadidas por un puñado de casetas de pescadores y bañistas construidas entre fines del s.XIX y principios del XX, y donde siempre se ven a amantes del remo surcar las aguas en silencio.

Desde Banyoles a Figueres

Otros 34 km conducen hasta Figueres. A los pocos minutos se llega a Besalú, que da la bienvenida con un puente medieval (reconstruido, aclaremos) que conduce a un pintoresco centro histórico, y en donde todavía se puede ver la sinagoga del call jueu, el barrio sefardita del siglo XIII.

Interior del Museo dedicado a Dalí en Figueres. Foto: Moise Gh-Marian | Pixabay.

El Teatro-Museo de Dalí, con su rico patrimonio de pinturas, esculturas y joyas del artista, es el más visitado de Cataluña

Figueres es la cuna de Salvador Dalí, donde su legado se refleja en el Teatro-Museo que acoge un importante número de pinturas, esculturas y joyas. No en vano es el más visitado de Cataluña.

Pero esta ciudad también tiene otros museos como el del Juguete, y una bonita rambla llena de plátanos donde, con un café o una copa, se puede decir “hemos llegado”.

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