La antigua frontera alemana se transforma en un gigantesco corredor verde

Donde había muros, alambradas, torres de vigilancia y puestos militares ahora hay un camino verde que transcurre por 1.400 km, y que se ha convertido en un foco de biodiversidad

El trazado de la antigua frontera se distingue con claridad. Foto Atlas Obscura

Qué excelente metáfora de la unificación alemana que la antigua frontera entre la República Federal Alemana y la República Democrática Alemana ahora sea un corredor verde que se extiende desde el Mar Báltico hasta el triángulo fronterizo entre los estados de Baviera y Sajonia con la República Checa.

Se llama el Cinturón Verde, y son 1.400 kilómetros que desde el aire parece una serpiente vegetal de unos 200 metros de ancho, testimonio de cómo la naturaleza en tres décadas se apoderó de las instalaciones fronterizas.

La antigua cicatriz de la Guerra Fría

Esta era una de las fronteras más vigiladas del mundo, cicatriz de la Guerra Fría que durante 40 años separó a la RDA de Occidente y marcó la avanzada del bloque soviético en Europa.

En su trazado había 44.000 soldados dispuestos a disparar primero y preguntar después, en un recorrido marcado por una altísima valla metálica vigilada por 600 torres, y reforzada con miles de minas terrestres y granadas autopropulsadas; entre otros dispositivos que buscaban atemorizar a quien quisiera fugarse a Alemania occidental.

Uno de los monolitos que marcaban la frontera entre la RFA y la RDA. Foto Pilot Micha – CC

La vegetación se apodera de la ‘zona de la muerte’

En la frontera había una zona restringida que para la RDA era la ‘zona de control’ y para la RFA, sin tantos eufemismos, era la ‘zona de la muerte’.

Los militares del lado oriental se encargaban de despejar la vegetación junto a la valla, pero en el resto del área restringida las plantas y malezas crecían sin control.

La antigua frontera estaba reforzada por altas vallas metálicas, torres de hormigón y vigilancia continua de 44.000 soldados

Bastó que se desmonten las instalaciones que la naturaleza invadió con arbustos, árboles y otras especies, que permitieron la llegada de insectos, aves, reptiles y mamíferos.

Actualmente el Cinturón Verde es la mayor red de biotopos de Alemania, que se extiende por 800 kilómetros cuadrados y de las que un tercio pertenecen a reservas naturales.

Las losas que marcaban los caminos de vigilancia en Harzer. Foto Wikipedia

Su trazado recorre todos los paisajes germanos, desde las montañas de escasa altura hasta las tierras bajas del norte. Allí se encuentran bosques, páramos, praderas, arroyos, dunas y brezales; hogar de especies como nutrias, cigüeñas negras, gatos monteses y hasta especies que se creían extinguidas, como la mariposa azul de cola corta de Turingia.

El Cinturón Verde en Turingia

Precisamente en el estado de Turingia transcurre la mayoría del Corredor Verde, que se ha convertido en un apreciado circuito para recorrer en bicicleta o haciendo senderismo.

Uno de los recorridos más populares es la Ruta de la frontera del Harz, que se extiende por 91 km desde la torre fronteriza de Rhoden, cerca de la localidad de Fallstein, hasta el Museo Fronterizo de Tettenborn / Bad Sachsa.

El Cinturón Verde es la mayor red de biotopos de Alemania, que se extiende por 800 kilómetros cuadrados

En el trazado se pueden ver las losas de hormigón que pertenecían a las empalizadas fronterizas, así como varios postes y otros marcadores que alertaban del cruce entre naciones.

Torre de vigilancia en el Point Alpha. Foto pointalpha.com

El citado museo permite una inmersión histórica de la división alemana, donde se puede ver una atemorizante torre de vigilancia entre vallas metálicas y diversos recuerdos de aquellos nefastos años, como uniformes militares, libros de control e insignias.

La base de la Stasi

Si el viajero llega al centro de visitantes de los Parques Nacionales del Harz se sorprenderá por la arquitectura desangelada del edificio, con una cúpula y una base cúbica.

Ese era un centro de escucha de la policía secreta de la RDA, conocido como la mezquita de la Stasi; otra de las huellas que han quedado de la Guerra Fría.

Otros senderos son el Rodachtal que transcurre entre Baviera y Turingia, o el Grenzlandweg que conduce a las ruinas del castillo de Hanstein, en el extremo occidental de este último estado, que permaneció atrapado en la zona restringida desde 1952 a 1989.

En el pueblo de Mödlareuth se pueden ver 100 metros del muro con torres de vigilancia y alambradas. Foto: Wikipedia.

El pueblo dividido por la frontera

Un sitio curioso es el pueblo de Mödlareuth, conocido como el Pequeño Berlín, que durante décadas estuvo dividido por la frontera. Allí hay un museo, también con su torre de vigilancia y otros elementos defensivos, que permiten conocer cómo las tensiones políticas han impactado en la vida del lugar.

En el pueblo de Geisa, también en Turingia, se puede visitar el que fue uno de los “puntos más calientes de la Guerra Fría”, dicen en Turismo de Alemania.

Se trata del Point Alpha, una de las bases más importantes de la OTAN en la frontera, en medio de una línea de defensa que la alianza militar consideraba como posible punto de invasión de las tropas del Pacto de Varsovia en caso de guerra.

Turingia declaró al Cinturón Verde como Monumento Nacional de la Naturaleza, y hay gestiones para que sea catalogado como Patrimonio Natural y Cultural de la Unesco. Sería una buena forma de premiar la conquista verde de la antigua frontera alemana.

a.
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