Prepárate para ser un gladiador (virtual) en pleno siglo XXI

La exposición ‘Pompeya. El último gladiador’, en el Museo Marítimo de Barcelona, invita a ponerse en la piel de un gladiador y conocer cómo era la vida cotidiana en esa villa romana

Presentación de la exposición en Barcelona. Foto Jordi Galderic

Imaginen el momento: la luz enceguecedora del Mediterráneo se filtra por unas mazmorras oscuras y malolientes. Se siente el peso del casco, el escudo y la espada, la espalda suda mientras una plataforma saca de las tinieblas y despliega un circo romano con 20.000 personas gritando en pleno éxtasis.

A un lado, dos gladiadores se defienden como pueden de un elefante africano furioso, mientras el clamor de la multitud llega a un punto ensordecedor.

De repente el suelo tiembla, todos callan y el Vesubio, ese montaña que nadie creía que fuera un volcán, estalla en una furiosa erupción de lava y piedras en llamas con una columna de cenizas de 15 km que pronto teñirá todo de una asfixiante película gris.

La gente sale en estampida, no hay ni rastros del elefante ni los gladiadores. Y quizás uno sea el único que sepa que en este momento, en Pompeya en el año 79, la muerte llegará en un instante.

La muestra presenta cómo era la vida y el arte en la antigua Pompeya. Foto Jordi Galderic

Por las calles de Pompeya

Esa es la experiencia virtual que se ofrece en la exposición Pompeya. El último gladiador, una muestra que se presenta hasta el 15 de octubre en el Museo Marítimo de Barcelona; y que invita a viajar por las calles y villas de esta próspera villa romana antes que sea destruida por el famoso volcán.

En la experiencia virtual se puede caminar por las calles de Pompeya, visitar un gimnasio de gladiadores y salir a la arena antes que estalle el Vesubio

El momento del circo y la erupción (perdón por el inevitable spoiler) es el momento cumbre de esta inmersión en la piel del gladiador Marcus Atilius

Previamente el visitante camina por las calles de una Pompeya que ni se imagina la tragedia, fisgonea entre los puestos de comida, bebidas y telas en la Vía de la Abundancia, mira cómo se entrenan otros compañeros de lucha, y hace equilibrio entre tablones que cruzan las entrañas del circo.

Recorrido virtual por las salas del Museo Marítimo. Foto Jordi Galderic

Ser gladiador en Pompeya

La experiencia de ser un gladiador en plena Barcelona del siglo XXI dialoga con la exposición de 150 objetos aportados por el Museo Arqueológico de Nápoles, donde se puede conocer cómo era la vida cotidiana en las tabernas, los baños termales, los teatros y en las casas; muchas de ellas pudientes villas de senadores y patricios que buscaban el fresco de la antigua Campania.

Las armas, los maniquíes con sus yelmos y escudos y otros objetos permiten reconstruir la vida de estos luchadores y derribar varios mitos que nos inculcó Hollywood y compañía.

En un audiovisual descubrimos que muchos gladiadores no eran esclavos sino hombres libres, que se entrenaban duramente y que gozaban de gran popularidad como si fueran estrellas de rock del siglo I.

Muchos combates no eran a muerte: sería un pésimo negocio para el lanista, mezcla de entrenador y propietario de los gladiadores que eran esclavos.

Así vestían los gladiadores. Foto Jordi Galderic

Derribando mitos de los gladiadores

Los combates recordaban un poco a las actuales peleas de lucha libre: si del otro lado no era un prisionero de guerra o un delincuente, raramente eran a muerte. A lo sumo, con el primer tajo que emanaba sangre ya había un vencedor. Y olvídense del pulgar condenando o salvando al derrotado: es otro invento moderno.

Por ello, según se revela en la exposición en las Drassanes de Barcelona, los gladiadores tenían una dieta rica en vegetales y proteínas, para poder engordar y que las filosas espadas, tridentes o dagas no les corten tendones ni órganos vitales.

Espada y tobillera de un gladiador. Foto Jordi Galderic

Gira europea

Que Barcelona sea la primera escala de esta exposición que girará por otras ciudades europeas no es casualidad.

Según dijo el director del museo Enric García, hay una importante conexión entre la capital catalana y Pompeya, como ciudades de aquel imperio que durante 1.000 años dominó Europa, el norte de África y Asia Menor; y cuyo legado sigue entre nosotros siglos después. Aunque sea gracias a la realidad virtual.

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