Viaje mágico y esotérico por las sierras de Huelva
El camino que lleva desde Aracena a Aroche conserva mitos y leyendas en un paisaje de bosques, pueblos, castillos y santuarios

El castillo custodiando el pueblo de Aracena. Foto Archivo fotográfico de Turismo Andaluz
Hay un camino de 45 km por el Parque Natural de la Sierra de Aracena y Picos de Aroche que, dicen, transcurre por una de las zonas con más carga esotérica de la Península.
¿Es para tanto?
Muchos pueblos que han tenido, de una forma u otra, relación con la magia y las supersticiones, o que en tiempos posteriores les han asignado este simbolismo, han habitado estas regiones de la provincia de Huelva.
Según la Guía Total Andalucía Oriental, de Anaya Touring, sus pobladores más antiguos eran las tribus celtas, donde habían dejado sus creencias.
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En estos valles vivieron pueblos celtas, ordenes templarias y otras culturas a las que les asignaron valores esotéricos
La romanización chocó con la resistencia de jefes tribales como Viriato y Sertorio, hasta que siglos después estos valles y montes fueron territorio en disputa entre la corona de Castilla y Portugal, tras haber sido arrebatado a los musulmanes a manos de órdenes como la de los Caballeros Hospitalarios, que según esta guía sus “aficiones al ocultismo y la magia están igualmente reconocidas”.
Estamos ante paisajes de bosques de encinas, alcornoques y castaños atravesados por ríos, arroyos y manantiales, que sirven de hogar a especies como el águila real, el azor, el gato montés o la jineta; mientras que en las dehesas pastan en montanera las piaras de cerdos ibéricos.
Aracena
Si se trata de ubicar un primer punto mágico, sería la localidad de Aracena, donde se encuentra la Gruta de las Maravillas al pie del cerro coronado por un antiguo castillo templario.
A menos de 10 km se llega al pueblo de Fuenteheridos, un laberinto de callejuelas de casas blancas que desembocan en la animada Plaza del Coso, donde se encuentra la fotografiada fuente de los Doce Caños, y de la que conduce al paseo de Arias Montano con sus grandes castaños.
Si se quieren tener vistas panorámicas del lugar, hay que dirigirse a la iglesia del Espíritu Santo, de estilo neoclásico y construida en el siglo XVIII.
Galaroza
El pueblo siguiente es Galaroza, donde el humor popular bautizó a su plaza como La Venecia porque casi siempre estaba inundada, y donde el barrio de los Riscos mantiene el espíritu urbanístico de los antiguos musulmanes.
Allí se puede visitar la iglesia de la Purísima Concepción, con estilos que van del gótico al neoclásico, con ricos tesoros litúrgicos en su interior; aunque el fervor religioso se comparte con la patrona del pueblo, la Virgen del Carmen, que se venera en una ermita.
La peña de Arias Montano
La parada siguiente es el santuario de Nuestra Señora de los Ángeles, a cuyos pies está la peña de Arias Montano. Ya no están los exvotos que dejaban los feligreses (las autoridades decían que asustaban a los niños) y el lugar se convirtió en una meca turística con todo lo que eso implica.
La zona del monasterio de Nuestra Señora de los Ángeles fue elegida por el secretario de Felipe II para retirarse, una personalidad reconocida por su pasión por el esoterismo
En la zona el secretario de Felipe II, Benito Arias Montano, se retiró a meditar tras haber creado instalaciones para la devoción religiosa sobre la cueva llamada Palacio Oscuro, una de las 40 cavidades naturales que hay en la región.
Reconocido hebraísta, con inclinación por el esoterismo, se supone que este importante funcionario de la corte buscaba el conocimiento trascendental, en un paraje donde desde tiempos paleolíticos se realizaban ritos religiosos.
Alájar y Aroche
Desde este magnífico mirador natural se divisa el pueblo blanco de Alájar, con sus tejados rojos.
La carretera serpentea una y otra vez, flanqueada por alcornoques y encinas, hasta la pequeña villa de Santa Ana la Real y de ahí hasta Almonster la Real. En la cumbre de su cerro hay una mezquita construida a imagen de la de Córdoba, que dialoga con una parroquia, rodeadas por las casas.
Tras Cortegana, custodiada por un castillo en excelente estado de conservación, la N-433 en dirección a Portugal conduce al pueblo de Aroche, en una elevación coronada por otro castillo, desde el que se contemplan los picos que bautizan a este parque natural.
Aquí también persisten los mitos, como los que asignan propiedades mágicas a los dólmenes de Piedras del Diablo.
Estas gigantescas rocas eran usadas como túmulos funerarios, pero hay quien dice que también eran portales a otras dimensiones. Se puede creer…o simplemente disfrutar del paisaje.