La gloria del Imperio Romano revive en Algarve

Villas señoriales, recuerdos de las termas, elaborados cerámicos y un amplio catálogo de restos arqueológicos recuerdan la importancia de la cultura romana al sur de Portugal

La región de Algarve, en la franja sur de Portugal, era uno de los confines del Imperio Romano. Más allá de las Columnas de Hércules estaba el Atlántico y un mundo desconocido. Las huellas de aquella gran civilización permanecen 20 siglos después, abiertas a todos los que quieran maravillarse con su legado.

Las ruinas de la villa de Milreu, en Estoi, a nueve kilómetros de Faro, son uno de los mejores ejemplos del esplendor de la cultura romana en tierras portuguesas.

El esplendor de la aristocracia en la villa de Milreu

Esta joya arqueológica rodeada de un increíble paisaje fue construida entre los siglos I y II d.C. Sus impresionantes mosaicos, recientemente rehabilitados, permiten adivinar la belleza que caracterizó a este lugar.

Su descubrimiento tuvo lugar a finales del siglo XIX por Estácio da Veiga. Se trata de una casa señorial de grandes dimensiones edificada lejos de la costa, a salvo de incursiones de piratas.

Ruinas de la villa de Milreu

La villa romana de Milreu, edificada entre los siglos I y II, permite conocer cómo vivía la aristocracia romana en la antigua Lusitania

Tenía su propia zona de defensa, muralla y seguramente estaba vigilada por centuriones romanos. Su ocupación llegó hasta los siglos VI o VII y hoy son visibles sus estructuras.

Cómo era la villa romana

En la visita, a través de los paneles informativos, se puede recrear cómo eran las residencias de la aristocracia romana.

El inmueble constaba de un patio rodeado por un pórtico con 22 columnas que constituían el centro de la zona social de la casa.

En las habitaciones que lo rodean se encontraron varios mosaicos de peces y motivos geométricos de gran belleza. Las estancias estaban decoradas con esculturas de mármol que hoy se pueden admirar en los museos de Faro y de Lagos.

Las termas en la villa

Como en todas las grandes casas el lugar contaba con termas, que no solo cumplían una función higiénica, sino que también era un espacio de socialización de las clases privilegiadas.

El mosaico marino de la villa de Milreu. Foto Lenea Andrade

Además de sauna, contaba con una secuencia de piscinas con agua a diferentes temperaturas: la sala para baños tibios (tepidarium), baños calientes (caldarium) y baños fríos (frigidarium). Para ello, disponía de agua de manantial y tuberías que la distribuían por las termas y la cocina. Asimismo, un horno de carbón o leña proporcionaba el calor necesario para calentar el agua y el suelo del balneario.

La belleza de los mosaicos

El lugar estaba decorado con mosaicos que fueron restaurados este año. A primera vista parece que la rehabilitación tiene algunos fallos, pero en realidad se respetó la estética original, que da la ilusión de movimientos de peces y delfines en el agua.

Los mosaicos, con peces y delfines, tienen una estética que recuerda al movimiento de las olas del mar

La villa contaba con un santuario construido en el siglo IV dedicado a las divinidades de los mares, donde el centro estaba decorado con losas polícromas de mármol, mientras que en el exterior lucía mosaicos de peces; un símbolo de la opulencia de la villa de Milreu.

La producción agrícola

En las cercanías hay unos naranjos que son herederos de los originales plantados por los romanos, ya que allí también había instalaciones para la ganadería y una zona donde se producía aceite y vino.

La almazara constaba de cinco presas, mientras que el aceite llegaba por un sistema de conductos y tubos de plomo a 36 vasijas de las bodegas del sótano.

En la visita se puede comprender cómo era la vida cotidiana a través de paneles informativos, así como fotografías, restos arqueológicos y bustos que siguen en pie.

Mosaicos en las ruinas de Cerro do Vila. Foto F32

El homenaje al dios Océano

Si se trata de ver mosaicos, no hay que dejar de conocer el que se encuentra en el Museo Municipal de Faro, la capital de Algarve.

Se trata de una rica policromía de nueve metros por tres dedicada a Océano, dios del Mar, realizado entre los siglos II y III, donde su rostro destaca con el cabello adornado por dos antenas y dos pares de patas de cangrejos, decorado con motivos geométricos y elementos vegetales.

El impactante mosaico que homenajea al dios Océano fue descubierto en 1926, pero inexplicablemente volvió a ser tapado hasta 1976

Esta pieza fue descubierta en 1926, pero tras un inexplicable período en que volvió a estar enterrado, volvió a ver la luz en 1976 mientras se realizaban unas obras.

Otra villa romana a tener en cuenta

En las cercanías se encuentra el municipio de Loulé, otro importante núcleo para esta región de la Lusitania.

A poca distancia de la marina de Vilamoura se pueden visitar las ruinas de Cerro da Vila, una villa romana construida entre el 27 a.C. y el 14 d.C., que como era costumbre, constaba de sus termas, vestuarios con zona de masajes, tanques de salazón de pescado, los cimientos de una torre funeraria y una zona portuaria.

Ruinas de la villa romana de Cerro do Vila

De la residencia y baños se pueden contemplar las paredes compartimentadas, incluyendo el impluvium, el atrio y el tablinum, con frisos de mármol y estuco pintado decorando las paredes y pavimentos de mosaicos policromáticos, de los que algunos están en buen estado de conservación.

Los principales objetos hallados en las excavaciones arqueológicas de esta villa romana se exponen en el interesante Museo do Cerro da Vila.

Allí se puede conocer cómo este lugar era clave en la producción de garum, una conserva de pescado que se exportaba a todo el Imperio Romano; una de las huellas que aquella poderosa civilización dejó en este rincón de Portugal.

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