Una ruta mágica por los jardines esotéricos de Italia

Símbolos herméticos, itinerarios iniciáticos o templos dedicados a la Virtud y la Sabiduría son las huellas de la masonería en estos tres hermosos jardines italianos

Templo de Diana en los jardines de Villa Durazzo Pallavicini. Foto: Wikimedia Commons.

Simbolismo oculto en la vegetación, excentricidades arquitectónicas con significados no siempre evidentes, itinerarios iniciáticos y paisajes inspirados en antiguas leyendas. Cuando la masonería se extendió por Italia a finales del siglo XVIII los jardines fueron uno de los lienzos en los que expresar, de forma más o menos velada, sus ideales y creencias.

Es el caso de templos dedicados a la Amistad, la Virtud, la Sabiduría o bien a personajes concretos como Pitágoras, o las torres, pirámides y grutas que evocan el mito del paso de Caronte, una alusión al tránsito humano de la ignorancia al conocimiento, pero también rincones y paisajes que, inspirados en poemas de Virgilio o leyendas de los Templarios, evocan antiguas historias de hazañas caballerescas.

Muchos de ellos fueron erigidos gracias a los esfuerzos combinados de mecenas y arquitectos que eran miembros de la hermandad en Italia.

Los jardines esotéricos ofrecen un recorrido en forma de viaje iniciático. Foto: Villa Durazzo Pallavicini | Wikimedia Commons.

Del jardín de Villa Pallavicini en Pegli en Liguria a los de Reggia di Caserta en Nápoles pasando por los de Villa Valmarana en el Véneto, estos son algunos de los más curiosos jardines esotéricos que se pueden visitar.

Villa Durazzo Pallavicini, Génova

La tradición de jardines con intrincados símbolos masónico-esotéricos tiene un de sus mejores ejemplos en la Villa Durazzo Pallavicini, en Pegli, a las afueras de Génova, seguramente uno de los espacios verdes más fascinantes de Italia y que en 2017 recibió el título de jardín más bello del país.

Michele Canzio fue el arquitecto de los jardines de Villa Durazzo Pallavicini, ideados como una obra teatral que indica la ruta de la oscuridad al conocimiento, similar al viaje de iniciación masónico

Lo que no se percibe a simple vista es que todo en este jardín, diseñado por el arquitecto Michele Canzio en 1840, está ideado como una obra teatral que indica, en diferentes actos, la ruta de la oscuridad al conocimiento, similar al viaje de iniciación masónico.

Villa Durazzo Pallavicini. Foto: Wikimedia Commons.

Así, desde el jardín de palmeras, que reproduce una pintura del Teatro Carlo Felice de Génova, un camino se dirige hacia el antiguo lago con una cascada y atraviesa una avenida en la que apreciar la colección de camelias más antigua de Italia antes de llegar a un castillo neogótico en ruinas y un templete que representan la angustia del ajetreo humano.

El ascenso continúa hasta el Castello del Capitán, de estilo gótico-morisco, con una torre almenada que se asoma desde lo alto de la colina y vistas hasta el Golfo de Portofino y la riviera italiana.

El descenso por el lado este de la colina conduce a través de cuevas oscuras decoradas con estalactitas y estalagmitas artificiales, antes de desembocar en un claro cubierto de hierba y dominado por un obelisco, que simboliza el paso de la oscuridad de la superstición a la luz del conocimiento.

El Templo de Diana es la recompensa al final de este viaje iniciático. Foto: Wikimedia Commons.

El lago principal, en el que destacan un templo circular de inspiración clásica dedicado a Diana, una pagoda y un puente de estilo chino y el llamado Pabellón de la Flora se combinan en el último tramo para ofrecer un paisaje equilibrado y relajante, una recompensa para aquellos que han abandonado la oscuridad de la ignorancia y han optado por el conocimiento.

Reggia di Caserta, Nápoles

El Palacio Real de Caserta y el parque contiguo se encuentran entre los complejos monumentales más grandes y famosos del mundo, reconocidos además como Patrimonio Mundial por la Unesco.

A 40 km al norte de Nápoles, el conjunto monumental fue impulsado por el rey Carlos VII, que quería crear una segunda capital en Caserta, así como una residencia real a la altura de la magnificencia de Versalles.

Para ello contó con el arquitecto Luigi Vanvitelli, quien diseñó lo que se considera la última gran utopía erigida por una familia real europea.

Perspectiva de los jardines de Reggia di Caserta. Foto: Pixabay.

En lo que respecta a los jardines, se idearon como una “línea de fuga” o extensión del propio palacio, y para ello Vanvitelli creó paisajes largos y rectos que terminaban en vistas en perspectiva del edificio. Además, empleó láminas de agua y estanques reflectantes que ampliasen aún más las líneas de visión.

El arquitecto combinó dos tipos de jardín en el parque del palacio: uno italiano que rodease al edificio y un passeggio monumental con numerosas fuentes, siguiendo el modelo francés.

La reina María Carolina, muy vinculada a la masonería, añadió un jardín inglés, construido entre 1786 y 1798 por el jardinero y botánico John Andrew Graefer mientras Carlo Vanvitelli diseñó los edificios.

Conjunto escultórico de Reggia di Caserta. Foto: Pixabay.

De acuerdo con la idea de un jardín informal, se concibió como un fragmento de paisaje natural embellecido con arquitectura refinada y obras hidráulicas, lo que resultó en estanques con estatuas (por ejemplo, las de Tommaso Solari y Venus, que emerge de la vegetación en una especie de oasis encantando).

Además, ruinas artificiales de pequeños templos, el misterioso Criptopórtico, invernaderos y grandes edificios como el Aperia.

La idea de este jardín recupera el viaje iniciático que acabaría precisamente en el Baño de Venus y que incluye paradas en un una pirámide, un laberinto, una tumba neogótica y un pequeño templo cerca de la misma estatua.

Misterioso criptopórtico del Palacio Real de Caserta. Foto: Wikimedia Commons.

Villa Cittadella Vigodarzere Valmarana, Padua

Los jardines históricos de Villa Valmarana fueron los primeros de estilo inglés de la región del Véneto, y abrieron la puerta a la popularización de este tipo de paisajismo.

Plagado de referencias iniciáticas, el jardín actual refleja el trabajo realizado en diferentes momentos por el arquitecto veneciano Giuseppe Jappelli quien, junto con su cliente Antonio Vigodarzere, miembro de la burguesía veneciana ilustrada, compartían ideales progresistas y masónicos.

En la localidad de Saonara, el proyecto arrancó en 1816 cuando Vigodarzere encargó a Jappelli la transformación de una parte de su propiedad en un jardín paisajístico para lo que el arquitecto ideó un espacio capaz de transportar a quien lo recorriese a un mundo medieval fantástico.

Foto: Villa Cittadella Vigodarzere.

Ubicado a pocos kilómetros de Padua y Venecia y de 17 hectáreas, el parque se divide en dos áreas diferenciadas que ofrecen potentes contrastes.

Desde la entrada sur se accede a un espacio de césped con forma elíptica frente a la villa principal donde prevalece una sensación de luminosidad. Desde aquí hay que moverse hacia el norte a través de un paseo cada vez más oscuro que conduce al lago atravesando escarpadas colinas de densa vegetación y atravesando arroyos a través de pequeños puentes.

Caminos cada vez más sinuosos y una vegetación cada vez más oscura, con plantas como tejos y cipreses, van preparando emocionalmente al visitante para acceder a la pieza central de inspiración masónica del jardín: la cueva-capilla de los Caballeros Templarios.

Iglesia templaria del jardín. Foto: Villa Cittadella Vigodarzere.

Jappelli concibió esta zona para los ritos de iniciación, creando tres salas que alguna vez estuvieron llenas de armas, estatuas y losas de tumbas.

Más allá del misterioso cementerio y la sala de juramentos, la etapa final de la iniciación, el bautismo de agua y fuego, se realizaba en una cueva ante una imponente escultura de Baphomet, la deidad patrona de los templarios.

a.
Ahora en portada