Rodas: la búsqueda del relax en el azul del Egeo

Junto a un Egeo azul cobalto, la más grande de las islas griegas del Dodecaneso propone descubrir su pasado lleno de riquezas y un presente de desconexión en sus playas

La belleza del Egeo que se encuentra en Rodas. Foto Antonio Magri | Unsplash

Cuando se entra en el puerto de Rodas, la mayor de las islas griegas del Dodecaneso, hay que hacer un ejercicio de imaginación para tener idea de la imponente presencia del famoso coloso, la estatua del dios Helios que permitía a las embarcaciones pasar entre sus piernas.

Se suponía que medía unos 40 metros, que actualmente ya merece un respeto, y en la Grecia antigua con su estructura de bronce brillando al sol era estremecedora.

Ahora hay dos columnas con estatuas de un ciervo, pero el modesto reemplazo no empaña las vivencias que se pueden tener en esta isla, con unos paisajes que parecen calcados de los de Ibiza o Menorca pero con una carga histórica diferente.

Cada pueblo tiene pequeños rincones para descubrir. Foto Desiree Krennrich | Unsplash

Historia a cada paso

Ubicada a unos 15 kilómetros de la costa turca, su agitada historia -con un feroz asedio de las fuerzas turcas- se descubre en la ciudad medieval de Rodas, donde se pueden ver las fortalezas, torres de defensa y palacios construidos por las órdenes religiosas y militares como la de los Caballeros de San Juan de Jerusalén o los Caballeros Hospitalarios.

En 1522 Rodas cayó en manos de los turcos otomanos tras un feroz asedio de cinco meses

El estilo Gótico se mezcla con las huellas que los turcos dejaron en las mezquitas construidas en antiguas iglesias, con el Castello -sede del Gran Maestre- como uno de los iconos arquitectónicos, tan impresionante como el antiguo hospital de los caballeros que es donde funciona el Museo Arqueológico junto con el Museo Bizantino.

Fuera de las murallas se encuentran numerosas huellas Renacentistas, algunas de aires venecianos, cuyo descubrimiento se complementa con los paseos por Mandraki, el malecón marítimo, el faro de San Nicolás y la imagen tradicional de los molinos de viento.

La calle de los caballeros, en el centro histórico de Rodas. Andrew Vvedenskij | Unsplash

Por supuesto que la ciudad, en la cuarta isla más grande de Grecia, tiene una abundante oferta de restaurantes, clubes nocturnos, tiendas de recuerdos y toda la parafernalia al servicio del visitante, aunque no siempre respetando el toque autóctono.

Por la parte norte de Rodas

Esto también sucede en los pueblos de la isla, que se han preocupado por recuperar su imagen tradicional aunque las voces críticas dicen que tienden a ser un parque temático para el turismo.

En el norte se pueden conocer pueblos de casas coloridas y cerámicas como Koskinou, con aguas termales y las populares playas de Faliraki y Kallithea, y cuevas como la de Ladiko que Anthony Queen hizo famosas en Los cañones de Navarone.

En algunas playas soplan fuertes vientos que están muy bien para hacer windsurf, pero que para descansar puede ser molesto

Iaisyos tiene numerosas residencias neoclásicas construida por grandes fortunas en el siglo XIX y también cuenta con valiosos testimonios arqueológicos como la acrópolis en la colina de Filerimos y el antiguo templo de Athena Polias.

Aquí las playas tienen un viento constante ideal para hacer deportes acuáticos, pero para descansar en la arena puede ser un compañero molesto.

Afantou rescata la arquitectura tradicional de la isla, con puntos turístico como Kolumpia y su sombreada Avenida de los Eucaliptos, recuerdo de la invasión italiana en la Segunda Guerra.

Algunos pueblos se asoman (demasiado) al precipicio. Foto Serhat Beyazkaya | Unsplash

Mariposas y ruinas

Una visita obligada es el Valle de las Mariposas, cerca del pueblo de Theologos, invadido por millones de ejemplares de la bonita Panaxia quadripunctaria.

En Archangelos, en el interior de la isla, hay castillos y monasterios que se pueden visitar, así como las ruinas de la antigua ciudad de Kameiros.

Emponas, a pie del monte Attavyros, tiene fama de producir los mejores vinos de la isla, y en el cercano castillo de Monolithos se pueden atrapar los mejores atardeceres.

También llama la atención las pequeñas casas que cuelgan del precipicio en la antigua villa de Lindos, con restos de tiempos clásicos y bizantinos; aunque en verano la localidad suele estar demasiado concurrida.

El encanto de las calles de Rodas. Foto Chris Ruggles – CC

Al sur de Rodas

La franja sur de Rodas está menos urbanizada y tiene interesantes atractivos naturales, con largas playas como las de Kiotari, Gennadi, Lachania o Prasonisi, muy popular entre los amantes del windsurf y el kitesurf.

Más allá de los complejos turísticos se pueden encontrar pequeños y antiguos pueblos que no hay perdido su dialecto, con sus casas decoradas al estilo de Rodas, de fachadas blancas y austeras pero interiores sobrecargados de franjas oscuras, con platos y molduras de piedra.

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