Rúa do Franco: dónde comer en la calle más sabrosa de Santiago de Compostela

Tapas, pulpos, vinos y mariscos: en la Rúa do Franco se concentran nada menos que 80 bares y restaurantes que ofrecen la mejor cocina gallega

Rua do Franco. Foto Turismo de Santiago de Compostela

Rua do Franco, la calle de las tapas y comidas gallegas. Foto Turismo de Santiago de Compostela

Son solo 150 metros, los que en su trazado de arco se abre paso en el casco histórico de Santiago de Compostela. Pero en ella se aglutinan unos 80 restaurantes, tabernas y bares, una oferta gastronómica con una densidad que tienen pocas ciudades. Esta es la rúa do Franco, la más famosa de la ciudad icónica de Galicia.

Su nombre se origina por la gran cantidad de tiendas y tabernas que en la Edad Media se encargaban de atender a los peregrinos que llegaban por el famoso Camino; personas que eran conocida como francos (o sea que venían de la Nación Franca, los ‘hombres libres’ que llegaban más allá de los Pirineos).

Este paseo concentra lo mejor de la gastronomía gallega, como embutidos, pulpos, mariscos, empanadas, carnes y por supuesto la tarta de Santiago, opciones que se repiten en los menús de los locales, donde algunas en sus fachadas conservan elementos como el escudo de la universidad local o las conchas de vieira “que identifican al lugar como protectorado o posesión del cabildo catedralicio”, precisan en el portal Santiagoturismo.es.

80 locales se concentran en su angosto trazado. Foto Manel Zaera – CC

El París-Dakar de Santiago

A esta ruta se la conocía como el París-Dakar, porque el periplo de vinos, cervezas, tapas y platos se iniciaba en el O París de Porta Faxeira y terminaba, precisamente, en el bar Dakar; un viaje gastronómico que fue creado por cofradías de universitarios, y al que se sumaron los turistas hace 25 años atrás.

A la rúa do Franco se la llamaba el París-Dakar, por la ruta que hacían equipos de 8 personas de ir bebiendo de local en local

La idea de ese juego era ir bebiendo de bar en bar en equipos de ocho personas, -menos uno, porque alguien tenía que quedar sobrio-, contando chistes para cambiar de sitio. Por razones de salubridad, se limitó a un máximo de 15 lugares.

Un paseo buscado por residentes y visitantes. Foto Pepe Ferrín

Locales destacados de la rúa do Franco

Es imposible sintetizar lo que ofrecen tal cantidad de locales, pero entre los más tradicionales se encuentra el Gato Negro con su historia centenaria y un hígado encebollado que es famoso, el Abellá con el cocodrilo (tapa de filete de lomo de cerdo con patatas finas), el Trafalgar con sus ‘tigres rabiosos’ (mejillones picantes), el María Castaña con sus erizos y chipirones, o el Orella con las orejas de cerdo aliñadas con pimentón picante y aceite de oliva; sugieren en el Hotel Lux Santiago.

También caben destacar el Coruña, que tiene un bocadillo de calamares cuya fama supera a las calles compostelanas, el Barrola con su despliegue de mariscos gallegos, el Fogar do Santis o el Restaurante Sixto con sus percebes, pulpos y bogavantes.

A lo largo de los 150 metros de la rúa do Franco se concentran 80 bares, restaurantes y tabernas

Otros expertos en el panorama gastro de Santiago sugieren visitar A Noisesa con sus zamburiñas, moluscos y cremas de mariscos; el Mesón El Bombero que data de 1931; Suma con sus arroz con langosta; el pequeño La Tapilla Sixtina; o La Charca con su pantagruélica mariscada.

Y la lista puede seguir con A Taberna do Bispo con una gran variedad de tapas, pinchos y raciones; el Petiscos do Cardeal con una buena selección de tapas y vinos gallegos; O’46 con sus quesos, empanadas y pimientos picantes; Los Caracoles con su pulpo y la merluza a la gallega; O Boteco con sus empanadas, chorizos y raciones de lacón; las carnes a la parrilla del Mesón 42 o el O Barril con caldos caseros y platos tradicionales como el café de puchero.

Claro que en Santiago hay muchas más opciones gastronómicas. Pero la experiencia de ir de bar en bar, de tapa en tapa, o de sentar los reales en un restaurante de estética tradicional en la rúa O Franco es una experiencia que no se puede dejar de realizar en una visita a la capital de Galicia.

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