Catacroquet, un mundo por descubrir más allá de las croquetas en Poblenou
El restaurante presenta un menú con los clásicos de sus primeros diez años, un recorrido donde la cocina casera marida con preparaciones bien elaboradas

Huevos rotos con trufa negra y salamino trufado. Foto: Jordi Domènech.
Hace 20 años, lo que se conoce como el distrito 22@ de Barcelona dejaba su pasado industrial y entraba en la reconversión de anfitrión de empresas tecnológicas, universidades y productoras audiovisuales. Una década después, el proyecto urbanístico de la superisla daría otro giro a la vida cotidiana de este rincón de Poblenou, con la pacificación del tránsito y el impulso a los vecinos a apropiarse de las calles.
Fue en esa época, un año antes quizás, que Catacroquet abrió sus puertas. Fue y sigue siendo el proyecto de Andrea Pérez-Lorente junto con Gary Trives, que desde el inicio apostaron por recuperar las recetas familiares, usar productos de calidad, que en lo posible sean de proximidad, y poner el acento en bebida con un toque de distinción, ya sea cerveza sin filtrar, vinos con carácter y mínima intervención, o presentar cócteles con destilados de calidad.
El nombre anticipaba que las croquetas serían protagonistas, pero sería un error pensar que su propuesta gastro se quedaba en el tapeo: la idea siempre fue ofrecer un menú donde se podía comer ligero o pedir platos para compartir elaborados por el equipo que en cocina lidera Andrea Zevallos.
Un punto clave de Poblenou
El local se encuentra en la esquina de Almogàvers 211 y Ciutat de Granada, un espacio que aprovecha la generosa terraza a la que casi siempre le da el sol, y que por ende, casi todos los mediodías suelen estar llena hasta la bandera: si los días de semana los clientes son los trabajadores de las empresas cercanas, los sábados y domingos es el turno de los vecinos y de personas de otros barrios atraídos por su seductora carta.
Las celebraciones de la primera década de vida la iniciaron con una reforma de su sala, donde dejaron a la vista paredes desnudas con las columnas de estética industrial, con el toque chic de carteles de neón, espejos y lámparas de aires retro.
En la parte gastro, hasta fines junio ofrecen un menú homenaje a un precio realmente magnético (solo 30 euros) que incluye cinco pases y maridaje con cuatro vinos. “Con este menú no ganamos ni perdemos, lo ofrecemos como un regalo para nuestros clientes”, nos cuenta Andrea.
Hasta fines de junio Catacroquet presenta un menú aniversario de cinco pases y maridaje con cuatro vinos a solo 30 euros
El menú aniversario
Si se llama Catacroquet, es lógico que este menú especial empiece con dos croquetas: la de mejillones gallegos en escabeche (si alguien tiene alergia, puede optar por la de gambas, que está muy buena también) y la melosa de rabo de toro; mientras que el entretiempo de plato a plato pasa con el pan de masa madre de Casa Turris con aceite de oliva y sal negra.
El maridaje a cuatro bandas se inicia con el blanco Companys, de la DO Terra Alta, que tras ser ladero de las croquetas, es reemplazado por el cava Lilla, de la bodega Josep Foraster, de Montlbanc; que acompaña a un plato que demuestra el cariño por la tierra y los productos de temporada, como los huevos de corral rotos con trufa negra y salamino trufado. Es consistente, y hay que estar preparado que los siguientes pases son de buen tamaño.
Precisamente, a continuación llegó la “añorada” crêpe de kokotxas de bacalao al pilpil, plato que solía preparar el padre de Andrea y que lo recuperó para el aniversario; mientras las copas se llenaban con el cava Mistinguett, de la bodega Vallformosa.
El punto más alto, en términos de aromas y sabores, llegó con el exquisito asado de cordero Agnei de Aragón, cocinado a baja temperatura y acompañado por patatas al horno. Esta carne llegó de la mano del tercer vino, el tinto Orube Crianza de la bodega Ferrer Wines, un recomendado Rioja.
De postre, un pastel de queso cremoso de oveja Odre Can Pujol, con mermelada casera de fresas. Y de remate, un gin tonic de Bombay Saphire, un cubata interesante si es que uno no tiene que volver en coche.
Otras propuestas de Catacroquet
Al margen de este menú especial, cabe recordar que en Catacroquet hay una variada selección de platos para tapear y compartir, como el calamar con jamón de bellota, el provolone con espinacas y piñones, el pollo de corral al curry, las bravas con allioli de romero, los nachos con carrillera ibérica o la burrata a la plancha con alcachofas.
Si se trata de buscar platos de mar, se ofrecen el taco crujiente de langostinos con guacamole, el calamar a la andaluza, los mejillones gallegos al vapor, el ceviche de corvina o el pulpo gallego a la parrilla.
Pero si uno es más de carnes, puede optar por el steak tartar de solomillo, las quesadillas de ropavieja, el arroz meloso con costilla de ibérico y butifarra, el solomillo de ternera de Girona, o los callos cap i pota.
Y atención a los platos fuera de carta, como la raya a la meunière con ensalada templada de pakchoi, el palpis de cordero de Aragón al ajillo sobre puré de apionabo o el entrêcote de vaca vieja de Girona a la parrilla; preparaciones “que si tienen buena llegada, se incorporan al menú”, explica Andrea. Una buena razón para regresar a Catacroquet cuando terminen los festejos de su 10º aniversario.