La Pau: la renovación gastronómica a Las Ramblas llega con una iniciativa solidaria

El restaurante La Pau no solo ofrece elaborados platos de la tradición catalana sino que impulsa la inserción social y laboral de jóvenes que habían sido excluidos del sistema educativo

Begonya Gasch con José Santiago y los empleados de La Pau. Foto La Pau

La presión turística arriesga a Las Ramblas a convertirla en un ‘desierto gastronómico’, donde la invasión de tanta paella precocinada, sangría, falafel y wok al instante desvirtúan las propuestas de la calle más famosa de Barcelona. Pero por suerte hay excepciones.

Uno de estos nuevos oasis es La Pau, un restaurante abierto a mediados de junio a pasos del nacimiento de Las Ramblas, junto al Pasage de la Paz (sí, así con G por una aspiración afrancesada de sus constructores); que propone recuperar la cocina catalana junto con un interesante proyecto de reinserción social y educativa.

Unión de tres factores

El restaurante es una iniciativa de la fundación El Llindar con el grupo Enjoy Barcelona, propietario de pisos turísticos de lujo y gestor del mirador y espacio de reuniones Torre Urquinaona.

El local recupera detalles del vecino Pasage de La Paz. Foto La Pau

A ellos se sumó el grupo gastronómico Tragaluz, donde su chef ejecutivo José Santiago diseñó una carta de cocina 100% catalana, con productos de cercanía y de temporada una necesaria recuperación de las raíces culinarias que sirve tanto a los residentes como a los turistas.

La propuesta gastronómica

Por ejemplo, en el menú degustación para la prensa desfilaron las croquetas de pollo del Prat y de escalibada con queso de cabra, el carpaccio de tomate de proximidad con cebolla encurtida y anchoa; el salteado de setas con crema de calabaza y el canelón de carn d’ olla con bechamel trufada.

Los platos recuperan la tradición catalana. Foto La Pau

La Pau es un proyecto para dar una oportunidad educativa y laboral a jóvenes que han quedado excluidos del sistema educativo

Ya en los principales, pasaron la ventresca de atún Balfegó con salsa de tomate, el cordero lechal con parmentier de chirivía y frutos secos, y de postre, pequeñas artesanías dulces como el bombón líquido con trufa y chocolate, el cheescake y la ‘caja de música’ con crocantes.

Pero también se pueden elegir otras opciones como la esqueixada de bacalao, la flor de calabacín rellena de queso Tou dels til·lers con el tradicional embutido de girella a la plancha, los mejillones al vermut, el arroz de gamba roja y butifarra del perol, el taten de puerro escalivado con salsa de mantequilla y almendras o el canelón de miel y mató con velo de miel, membrillo y nueces.

El cordero lechal con parmentier de chirivía y frutos secos. Foto La Pau

El precio medio es de 30 euros por persona, y entre miércoles y viernes al mediodía tienen el plato del día, con postre y bebida, a 10,95 euros.

Además entre las 16:30 y 19:30 la barra del local ofrece pinchos gratuitos con cada cóctel, vino o cerveza, una bonita tradición que en Barcelona se ha perdido.

Recuperar espacios

El suelo del local ha recuperado las baldosas del pasaje centenario que se ve desde los grandes ventanales (no dejen de observar el bonito artesonado del techo), en una estética de reciclaje que combina con los ladrillos vista.

También hay una variada carta de cócteles. Foto La Pau

Unos cuadros pintados por Pilar Correa muestran jóvenes con trajes de cocinero o mecánico, mientras que en la barra unas letras de colores dicen, en varios idiomas, frases como “Aquí siento que puedo aprender” o “El Llindar es mi segundo hogar”; expresiones que se replican en los manteles.

El proyecto social de El Llindar

Estos detalles recuerdan al comensal que detrás del restaurante hay un proyecto para recuperar a jóvenes que por diversas causas habían quedado excluidos del sistema educativo.

El Llindar fue fundado en 2004 por la psicopedagoga y educadora social Begonya Gasch, cuando fue alertada que había un grupo de ocho chicos que saltaban de fracaso en fracaso en las escuelas y corrían el riesgo de ir a peor en la sociedad.

Uno de los empleados de La Pau en acción. Foto La Pau

De los ocho alumnos iniciales en 2004 ahora el Llindar cuenta con 480 que estudian restauración, mecánica, imagen personal y construcción digital

“Ahora tenemos 480 alumnos”, contó a Tendenciashoy, en un proyecto donde los jóvenes se capacitan en familias profesionales como la restauración, mecánica, imagen personal y la nueva de construcción digital.

Los 14 chicos y chicas que trabajan en la sala de La Pau pertenecen al grupo de los que se decidieron por la restauración, como su responsable operativo Cheikou Balde, quien llegó de Senegal hace siete años, y se había encontrado con incontables trabas burocráticas para estudiar y reinsertarse socialmente.

El trabajo en el restaurante sirve para la reinserción social y laboral de los jóvenes. Foto La Pau

“La ocupación de calidad viene tras una educación de calidad”, dijo la fundadora y directora general de El Llindar, quien precisó que tras su paso por las aulas de la fundación, en Cornellà, el 15% ingresa en el mercado laboral, el 65% regresa al sistema educativo y tres de cada cuatro finalmente obtiene una titulación certificada.

Cada uno de los trabajadores de La Pau (como de los otros proyectos de El Llindar) tiene su salario, cumple un horario, y la idea -describió Gasch- es que haya una renovación periódica para dar espacio a otros graduados, y que los actuales empleados puedan volar por cuenta propia buscando sus sueños.

a.
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