María Soliño, un ‘vino de arena’ nacido bajo las dunas de las Rías Baixas
De viñedos prefiloxéricos y carácter atlántico, el vino María Soliño de la bodega EntreVideiras nace de cepas ubicadas en un complejo dunar protegido de Nerga-Donón en Cangas do Morrazo (Pontevedra)

De viñas que crecen en la arena surge el vino Maria Soliño. Foto: Proyecto Viñadores do Atlantico.
En la arena del complejo dunar protegido de Nerga-Donón en Cangas do Morrazo, en pleno corazón de las Rías Baixas, nacen las uvas que dan vida a un vino singular: María Soliño. Y no solo por la ubicación de las cepas, que hunden sus raíces a más de tres metros de profundidad y que le han valido el sobrenombre de “vino de la arena”, sino también porque se trata de cepas prefiloxéricas con más de 100 años de antigüedad.
Precisamente fue la arena del terreno, explican desde la bodega EntreVideras que elabora este vino, la que permitió que las vides sobrevivieran a la plaga de filoxera que asoló las plantaciones europeas durante la segunda mitad del siglo XIX.
El insecto, que se alimentaba de las hojas y raíces de la vid, rápidamente se propagó por el viejo continente, arrasando con varios millones de hectáreas de viñedos en España y Francia. Únicamente aquellas plantaciones ubicadas en suelos arenosos y pedregosos pudieron sobrevivir la plaga.
Pocas bodegas como EntreVideras han hecho suya la recuperación de las variedades albariño y espadeiro en este complejo dunar, ubicado a los pies del castro del Monte Facho, donde las raíces se hunden en la arena traída por el viento de las playas de Barra, Nerga y Viñó.
Y justamente por esa labor de recuperación de cepas autóctonas bajo prácticas responsables y que pongan en valor la cultura de la tierra el vino ha sido el escogido en la tercera edición del proyecto Viñadores do Atlántico de Hijos de Rivera, la división de vinos de la conocida firma propietaria de Estrella Galicia.
El vino de arena
Con IGP Ribeiras do Morrazo, María Soliño es un vino elaborado con uvas procedentes de cepas centenarias prefiloxéricas tiene además otra singularidad: su cultivo en ‘panelas’, un sistema de conducción tradicional de emparrado en cuadrículas de muy bajo porte sobre postes de granito, traviesas de madera y cañas ideado para evitar los fuertes vientos y que lo hace especialmente respetuoso con el entorno al proceder los materiales de la propia zona de cosecha.
César Alonso, enólogo y copropietario de EntreVideiras, reivindica la importancia de preservar estos viñedos tan singulares: “La Ribeira del Morrazo es muy importante natural y etnográficamente, albergando un terreno no muy explotado que conserva una cultura vitivinícola ancestral, con variedades autóctonas tradicionales y sin híbridos”.
Y de estos viñedos nace en 2015 María Soliño, un ejemplo de la frescura atlántica que caracteriza la tradición vitivinícola gallega.
Elaborado con las variedades albariño y loureira, la uva se vendimia manualmente durante los primeros días de septiembre, fecha en la que la fruta se encuentra en su punto óptimo de madurez.
El despalillado y la maceración de la uva entera se realiza a baja temperatura durante 10 horas.
Tras una fermentación alcohólica controlada a 16ºC y su posterior crianza en depósito sobre lías, el vino es clarificado con arcillas y filtrado a través de placas de celulosa antes de su embotellado.
De color amarillo pálido, limpio y brillante, destaca por la intensidad aromática, con elegantes recuerdos a flores blancas, plantas aromáticas como el sauco, el jazmín o la hierba luisa, así como balsámicos y notas de frutas de hueso y fruta fresca de verano.
En boca es alegre y sabroso, con la acidez cítrica marcada y evocadores recuerdos salinos. Su precio en bodega es de 16 euros.
Cuando la etiqueta es una declaración de intenciones
Para dar imagen a este vino dunar tan especial se seleccionó la figura de María Soliño, una vecina de Cangas del Morrazo acusada injustamente de actos de brujería en el año 1621 junto a otras 8 mujeres.
Su historia, de hecho, sigue circulando en leyendas y romerías populares en Cangas, convirtiéndose en un emblema del patrimonio cultural gallego que el programa Viñadores do Atlántico también trata de proteger.
Viñadores do Atlántico
Tras su selección este año en el proyecto Viñadores do Atlántico, Hijos de Ribera respaldará este “vino de la arena” María Soliño a través de su red de distribución y comercialización.
Se trata de la tercera edición del programa, que arrancó en 2021 apoyando a dos bodegas de la Indicación Geográfica Viños da Terra de Betanzos –Casa de Beade y Rilo– por su esfuerzo de recuperación de la uva branco lexítimo.
En 2022 se centró en la bodega de la Ribeira Sacra Ponte da Boga, por su labor de recuperación de la uva merenzao.