Restaurante Carlota Akaneya: el templo de la carne más exclusiva del mundo
Además de ofrecer cortes de esta carne tan exclusiva este restaurante de Barcelona es el segundo de Occidente que presenta el Crown Melon, el fruto más caro del planeta

Cortes de carne waygu, la más exclusivo del mundo. Foto JP Chuet-Missé
En Barcelona, como en cualquier otra gran ciudad española, en las últimas décadas los restaurantes japoneses se han multiplicado de manera exponencial. Están los dedicados al sushi, nigiri, sashimi y otros derivados de arroces y pescados crudos; los más económicos que ofrecen los noodles y sopas; y los que son atendidos por personal chino y presentan un buffet de innumerables platos –y no todos nipones- de calidad relativa. Pero solo hay uno que tiene la exclusividad que presenta Carlota Akaneya (Carrer del Pintor Fortuny, 32).
El local del barrio de El Raval, a pasos de Macba, es tan discreto que pasa desapercibido de no ser por la lámpara roja de la entrada.
El primer restaurante sumibiyaki de Europa
Solo tiene capacidad para 30 personas en una sala pequeña, y con su decoración austera parece un local anónimo en un barrio alejado de Tokio. Pero cabe subrayar que estamos frente al primer restaurante sumibiyaki de Europa.
¿Y esto que significa? Pues si sumi es carbón vegetal, bi es fuego y yaki es quemar, estaríamos frente a una auténtica barbacoa a la japonesa.
El kilo de la carne wagyu de la máxima calidad se puede cotizar entre 200 y 300 euros en Japón
Cada mesa cuenta con un hueco en el centro, de unos 20 cm de profundidad, donde los camareros despliegan brasas del ‘marabú’, un árbol de Cuba cuyas brasas duran más de lo que uno cree. “Necesitamos 30 minutos para prender los carbones, y puede estar encendidos hasta 15 horas”, asegura uno de los camareros.
La ceremonia de la carne a las brasas
Las brasas se despliegan en un círculo y otro camarero hecha un puñado de romero. “Es para darle un mejor aroma”, aclara.
Todo el proceso es parte de una ceremonia que remite al protocolo japonés en la gastronomía, como pasa en la recepción: al llegar el comensal es recibido por unos gritos que parecen una arenga militar, pero en realidad son una forma de bienvenida. Menos mal.
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El Carlota Akaneya cumplió 10 años, y en sus novedades figura que desde el año pasado es el primer restaurante de Barcelona –y el cuarto en España- en servir carnes wagyu del tipo Kobe Beef certificado.
Si uno cree que el mundo de la comida nipona es complejo, no saben la de reglas que rodean a este tipo de carne, que no en vano es el corte más exclusivo del mundo.
La complejidad de las carnes wagyu
Sus vacas son nacidas y criadas en granjas de la prefectura de Hyogo, cuya capital es Kobe. Solo se sacrifican 3.000 animales al año, y para vender su carne hay que ser miembro de la Asociación de Kobe Beef. Si hay dudas, en su web figura cuáles son los establecimientos del mundo autorizados a despacharla.
La máxima calidad de la carne wagyu, las del tipo A7 y A6, solo se venden en Japón. Fuera del país, como sucede en este restaurante, se ofrece la del tipo A5
Solo los cortes de 1.000 vacunos logran los requisitos para llevar el sello del nojigiku, que es una flor de cristantemo, y que se vende entre 200 y 300 euros el kilo.
De ellos, los de más calidad son las de los tipos A7 y A6, que los japoneses no la exportan ni soñando.
El corte más exclusivo de la carne más exclusiva
La que sigue, la A5, sí se sirve en el Carlota Akaneya. Y lo hemos probado como el punto cumbre de un paseo por la cocina japonesa de alta alcurnia, culminado con el melón más exclusivo del mundo. Ya llegaremos a ello.
El Menú Hyogo, que cuesta 85 euros, es un viaje por 12 platos y una bebida (el umeshu, sake de ciruela) por sabores de Japón que en muchos casos no se van a encontrar en casi ningún restaurante. También está la opción más económica del menú Akaneya, que cuesta 46,90 euros.
Al comensal sí le resultará familiar las edamame (judías verdes de soja a las brasas) o las gyoza, pero estas empanaditas no tienen cualquier carne, sino el famoso wagyu.
Le siguen el kano namban (caldo de pato con fideos Udon, difíciles de atrapar con palillos) y el muy rico tonkatsu (lomo de cerdo macerado y rebozado).
Con la llegada del yasai to kinoko (cuenco con verduras y tres tipos de setas japonesas) comienza la ceremonia de las brasas.
El momento cumbre
Las compuertas de la mesa se abren, los carbones encendidos se despliegan, y se monta una pequeña parrilla donde se irán colocando los mariscos (en nuestros caso, gambas de buen tamaño), y los diferentes cortes de carne wagyu: el ichibo (cuadril de ternera japonesa con salsa miso), el harami (entrama del mismo animal), el shimofuri (lomo bajo) y el famoso Kobe Beef shimofuri A5, que para no dejar dudas el personal enseña el trozo congelado con el sello del crisantemo.
La carne wagyu se presenta en cortes muy finos, donde el comensal las coloca de un lado en la parrilla y espera a que se cocine en un par de minutos.
En algunos cortes se les puede poner sal o dosis minúsculas de wasabi en polvo y en otros es mejor probarlos sin condimentos, para sentir su sabor verdadero.
La carne wagyu se presenta en cortes muy finos, donde el comensal las coloca de un lado en la parrilla y espera a que se cocine en un par de minutos
Es una carne que la grasa derretida le da una pátina aceitosa y que potencia su gusto, un manjar para degustar lentamente, con esa parsimonia tan japonesa.
El melón más caro del mundo
Y llegamos al postre. Tras un colorido mousse de té matcha con frutos rojos (ideal para Instagram), llega el Crown Melon de Fukuroi. Parece un melón como cualquier otro, pero no lo es.
Cada unidad puede costar unos 200 euros en las calles de Tokio pero su valor se dispara a los miles de euros en las subastas. Como la carne de Kobe, su elaboración acarrea un largo proceso.
Solo 240 agricultores los cultivan en Shizuoka bajo la regla ‘un árbol-una fruta’, para que reciba todos los nutrientes.
Los Crown Melon puede costar unos 200 euros en las calles de Tokio pero miles de euros en las subastas
Su sabor se determina por las características húmedas de los invernaderos, y el summum de lo refinado es que cada fruto es masajeado diariamente para que el azúcar se distribuya uniformemente.
Cuando se quita del árbol, se debe conservar exactamente a cuatro grados y servir entre 10 y 15 días: ni antes ni después.
El Carlota Akaneya es, después del local hermano de Madrid, el segundo restaurante de Europa que ofrece el Crown Melon.
El gusto es muy bueno, sí; y saber que se está frente a una fruta devenida en joya por tantos cuidados le añade un sabor especial. Es una experiencia que para muchos ya es razón suficiente para probarlo.