Ruar: bocadillos y hamburguesas del mundo en un solo lugar

Ruar propone dar la vuelta al mundo entre bocadillos y hamburguesas. Foto Alex Froloff
El cocinero Fabio Souza es de São Paulo, desciende de alemanes, viajó por el mundo como responsable de comidas y bebidas de Rock in Río, trabajó en restaurantes de estrella Michelin, estuvo a cargo del catering del equipo de Moto GP de Honda y aterrizó en Barcelona hace cinco años, donde estuvo en los fogones del Palau de la Música.
¿Qué puede salir de semejante trotamundos gastronómico? Pues un restaurante de comidas del mundo. Podría haber hecho una carta de platos sofisticados, claro que sí, pero prefirió apostar por un homenaje a sus raíces.
Así nació hace tres meses Ruar (Paral·lel 172, Barcelona), un juego de palabras en portugués que significa ‘callejear’.
Ruar es un homenaje a la comida callejera, pero no de un lugar determinado sino de diferentes rincones del mundo
La esencia de la comida callejera
Es cierto que street food suena más chic que comida callejera, pero la esencia es la misma: bocadillos y hamburguesas de tamaño contundente, todo elaborado en el local (“excepto los panes”, aclara Souza), con entrantes que ya son una comida en sí misma.
Eso sí: si uno está a dieta, que se lo piense dos veces.
A través de su carta de siete bocadillos especiales y seis hamburguesas Ruar propone dar la vuelta al globo con carnes y panes.
Sabores del mundo, uníos
Pueden ser el australiano Kanguroo (con cerdo desmigado cocinado a baja temperatura, con cheddar cremoso, cebolla caramelizada y salsa casera), el chino Xing Ling (pan brioche, cerdo desmigado, salsa Hoisin, encurtido Ruar y salsa Tokyo) o el argentino El boludo (pan rústico, dos chorizos ‘smash’ -o sea, aplastados-, queso provolone, salsa chimichurri y mayonesa casera), por citar algunos.
Acertadamente, Souza acercó una degustación donde cortó las hamburguesas y bocadillos en cuartos, y así poder tener un panorama más completo de sus preparaciones.
Previamente pasaron unas croquetas brasileñas llamadas coxinhas y platos con patatas con cheddar, bacon y otros añadidos que costaba finalizar.
Las que deberían estar en el podio
De las cuatro presentadas, las dos mejores fueron el bocadillo estadounidense Fat Cow (pan rústico, costilla de ternera también elaborada a baja temperatura por 18 horas, queso Monterrey Jack, rúcula y cebolla encurtida) y La Trufada (pan de patata, dos hamburguesas aplastadas de 80 gr, queso americano, huevo estrellado y una mayonesa de trufa negra que la lleva al podio).
Los otros dos bocadillos, que tampoco hay que perder de vistas, fueron el japonés Sumo (pan de molde, 160 gr de panceta de cerdo cocinado 12 horas, salsa teriyaki, cebolla roja y ensalada de algas) y la hamburguesa Como una cabra (pan brioche, hamburguesa de 160 gr, mermelada de bacon, rúcula y mayonesa casera, coronada por un rulo de queso de cabra).
A la hora de los postres
Poder comer estas pirámides de carne, pan, queso y salsas para pasar al postre fue un esfuerzo.
Pero Souza no se cortó en presentar un potente bizcocho de zanahoria con cascada de nutella con uno de los dulces más entrañables de Brasil: los brigadeiros, pequeñas bolas dulces similares a las trufas bañadas de chocolate; aunque el cocinero juega a variantes como la del churro con dulce de leche o la revestida de chocolate blanco.
La carta se complementa con 12 referencias de cervezas industriales y artesanales, además de 10 cócteles (con experimentos como el Ruargroni, una versión del Negroni con vermut Petroni o el Moscow Mule de pepino, una opción refrescante con base de vodka).
El local de Paral·lel, cerca de Plaza España, heredó la localización del Chelsea, hamburguesería pionera de Barcelona que abrió en 1971, y que hoy busca tomar el relevo en un ambiente decorado con cierta estridencia por los artistas urbanos Samuel Feiria y Montse Moonie; para sentir que en vez de la capital catalana se está en un puesto callejero de São Paulo, Bangkok o Nueva York.