Estos son los mejores templos del surf en el mundo

Es como una religión pagana vinculada con el mar, con millones de adeptos que van desde aficionados hasta expertos. El surf cuenta con cientos de templos en el mundo donde se pueden aprender sus secretos

Ser surfista es como pertenecer a una secta. Es un ritual donde se va escalando de grado de acuerdo al talento, la constancia y el afán de perfeccionarse.

Muchos de sus lugares se han conservado como un secreto, pero es inevitable que hasta el paraje más recóndito acabe siendo conocido, más cuando hay tanto afán de presumir de hazañas en redes sociales.

Es un culto donde hay admiración y respeto por aquellos que dominan las olas como si fuera una bestia salvaje domesticada, pero también por los que lo intentan una y otra vez hasta llegar a esos segundos de gloria y equilibrio que parecen eternos.

Playas de Raglan, Nueva Zelandia. Foto Kyle George | Getty Images

La guía esencial

Hay sitios que las olas está al alcance de todo el mundo, repletos de servicios y comodidades. Otros requieren de viajes kilométricos y largas caminatas con la tabla bajo el brazo hasta dar con la recompensa.

El surf es un ritual donde se va escalando de grado de acuerdo al talento, la constancia y el afán de perfeccionarse

Unos 200 sitios son revelados por la guía Los mejores lugares del mundo para hacer surf  (Lonely Planet | GeoPlaneta), un completo recorrido por todo el mundo descubriendo los templos de olas, arena y rocas.

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En este libro nadie toca de oído: una selección de 30 surfistas de primera línea presentan sus lugares favoritos, como Alan van Gysen, Andy Davis, Janna Irons, Matt Pruett, Scott Yorko o Ricardo Bravo, entre otros.

Relatos en primera persona

Ellos redactan en primera persona descripciones ricas en anécdotas y completas fichas con tipos de olas, condiciones ideales, localidades cercanas, forma de llegar, servicios e información práctica de los parajes.

Hay detalles históricos y costumbristas de los lugares, y pequeñas reseñas de sitios similares.

Por ejemplo, si Chas Smith presenta sus respetos a las olas más grandes de México en Puerto Escondido, luego despliega otros sitios similares del país norteamericano.

Surfeando en el invierno de Bundoran, Irlanda. Foto David Soanes Photography | Getty Images

O si Sam Haddad llega al sur de Sri Lanka para buscar sitios donde surfear en familia, luego recuerda las ventajas de Sayulita (México), Barra da Lagoa (Brasil) y Legian (Bali) para los adultos y niños que comparten esta pasión.

La playa elegida de España

Los lugares se pueden descubrir por capítulos geográficos o por características en común.

Por ejemplo, si uno quiere explorar las mejores olas de Europa, se sugiere poner rumbo a La Gravière (Francia), The Peak (Irlanda), Supertubos (Portugal), Unstad Bay (Noruega) y Staithes (Inglaterra).

Jake Howard considera que Mundaka, en el País Vasco, tiene algunas de las mejores olas de Europa si se dan las condiciones adecuadas

Por supuesto que España no podía faltar. Los autores no eligen Lanzarote, Galicia o Santander, sino que sugieren poner rumbo a Mundaka, en el País Vasco.

Las poderosas olas de Puerto Escondido, México. Foto Alyssa Gunn | Shutterstock.com

Aquí Jake Howard (habitual cronista de los torneos de la WSL – Asociación Profesional de Surf) recuerda que hay que tener paciencia para afrontar la “exigente ola tubera de izquierdas”, y que si se dan las condiciones adecuadas “tiene una de las mejores olas de Europa”.

Y en tren de recomendaciones, sugiere conocer las playas de Sopelana (a 35 km de Mundaka), de Somo (a 25 km de Santander) y Zurriola (con una interesante cultura del surf).

Toda clase de olas

El apasionado por este mundo puede conocer las ‘olas bestiales’ de diferentes partes del planeta, como las de Indonesia, donde Ben Mondy elige las de Nías, Hollow Trees (islas Mentawai), Keramas (Bali) y Lakey Peak (Sumbawa).

En búsqueda de las mejores olas en la provincia de Ciudad del Cabo. Foto LMspencer | Shutterstock.com

También explorar las características de las playas de Brasil, como Saquarema -sede del torneo Oi Rio Pro-, Maresias, Fernando de Norohoa e Imbituba, según clasifica Ben Mondy.

O domar las olas frente a la jungla de Ureca, una apartada isla de Guinea Ecuatorial, que como otros sitios del Golfo de Guinea (como Radiation Point de Santo Tomé, Lighthouse en Nigeria y Nacho en el primer país) la accesibilidad remota tiene sus premios.

Cultura del surf en la isla china de Hainan. Foto John Seaton Callahan | Getty Images

Aquí hay destinos masificados para algunos pero abundantes en servicios como Salina Cruz (México), parajes que figuran en el Olimpo surfista como Waikiki (Hawái) o San Onofre (California), playas versátiles para todos los gustos (como la popular Boca del Toro en Panamá) y hogares de auténticos leviatanes marinos, como Shipstern Bluff (Tasmania), Nazaré (Portugal) y Cortes Bank (California), donde Greg Long -cuenta él mismo- casi pierde la vida.

Tampoco es cuestión de andar sacrificando la existencia por el mar. Pero convengamos que sin adrenalina, no habría emoción de estar cabalgando en las olas.

a.
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