Cinco rutas en bicicleta para conocer otra cara de Bélgica

La región de Flandes es tan llana que uno puede andar en bicicleta y no se da cuenta de los kilómetros que realiza. Estas rutas invitan a conocer lentamente sus secretos

Las tierras llanas de Flandes invitan a ser recorridas en bicicleta. Foto Turismo de Flandes

Sin montañas a la vista, en senderos pavimentados o de tierra apisonada, las rutas para ciclistas por Flandes transcurren entre bosques, campos y costas.

Forman parte de una gigantesca trama de circuitos de todas las extensiones, pero que tienen en común la ausencia de obstáculos naturales.

Aquí se ven numerosas huellas históricas, desde torres medievales a trincheras de la Primera Guerra; se conocen hermosos pueblos y grandes minas que recuerdan épocas mejores.

Sin olvidar su deliciosa gastronomía, desde sus pescados a sus cervezas y chocolates, en esta región de Bélgica hay algo nuevo para descubrir a cada golpe de pedal.

Ruta de la costa

Son 85 kilómetros donde el viento del Atlántico puede ser una mano invisible que ayude a recorrer distancias con el mínimo esfuerzo o un molesto compañero de viaje. A estar atentos.

Por ello se sugiere dividirlo en dos días, en un recorrido con las olas de un lado y los bosques que alternan con dunas del otro, en un paisaje de pólders planos y extensos.

Arte en las playas de Beaufort. Foto Turismo de Flandes

Entre las formaciones destacadas están parque natural de Zwin en Knokke-Heist, el IJzermonding en Nieuwpoort y las reservas naturales de Westhoek en De Panne.

También hay historia para descubrir, como las huellas romanas de Oudenburg a las medievales de Nieuwpoort, los toques de belle-époque de De Haan y la arquitectura de posguerra de Ostende.

Además de los pescados y camarones que se sirven en los restaurantes costeros, hay que detenerse a ver el parque de esculturas de Beaufort y el arte callejero de los pueblos.

Ruta del Mosa

Estos 63 kilómetros son una pequeña muestra del circuito ciclista a lo largo de este río, que nace en Langres (Francia) y desemboca en el Mar del Norte en un delta que comparte con el Rin.

A lo largo del Mosa las aves migratorias, como los patos salvajes, se convierten en ocasionales compañeros del ciclista

Atravesando el río Mosa. Foto Studiovision

El tramo de Flandes recorre pueblos históricos a la vera del río. Apenas se ven coches en sus centros de calles empedradas, como en el bonito Oud-Rekem o en Maaseik y su plaza del mercado.

En el trayecto se podrán ver aves migratorias y patos salvajes que descansan en estanques de grava y antiguos afluentes de ríos.

Ruta del Frente Occidental

Son 100 kilómetros, que conviene subdividir en dos o tres etapas. Es un recorrido recomendado para los amantes de la historia, porque transcurre por la línea del Frente Occidental de la Primera Guerra Mundial.

Cuesta creer que esta región del noroeste belga era tierra de nadie, sembrada de destrucción. Pero todavía quedan búnkeres y reconstrucciones de trincheras, túneles subterráneos y grandes cementerios militares que dan una idea de la magnitud de la tragedia.

Vistas de la ciudad de Mesen. Foto Jan Dhondt

Otros hitos históricos son el monumento a Alberto I en Nieuwpoort, el ferrocarril de Frontzate -que quedó sumergido a propósito en 1914-, la torre Yser -sugerida para contemplar el paisaje-, el Museo Memorial Passchendeale 1917 -protagonista de una de las batallas más sangrientas- y la ciudad de Ypres, donde estaba el saliente que enfrentó a las tropas británicas contra las alemanas.

La bonita Mesen prologa al sitio de la batalla de Messines, un pueblo tan recomendado como Westhoek.

Ruta de Kempen

Ya estamos en rutas de largo aliento, como este camino de 203 km con un desnivel de 100 metros.

En el trazado alternan bosques, páramos y regiones industriales, como las minas de Genk, punto de partida de un antiguo ferrocarril del carbón cuyo trazado fue heredado por ciclistas y senderistas.

El canal que atraviesa las aguas de un lago en Limburgo. Foto Turismo de Flandes

Hay tramos curiosos como el sendero que se eleva a 10 metros y permite pedalear entre las copas de los árboles, en el bosque de Limburgo; o el tramo que atraviesa un lago y uno se siente como Moisés en bicicleta.

En el bosque de Limburgo hay un sendero que permite pedalear entre los árboles y un canal que atraviesa las aguas como si uno fuera Moisés

Si el clima acompaña se puede descansar de la bici y remar en canoa o kayak en los lagos de Kempen o en el estanque de De Hoge Rielen.

También se descubren dunas dignas del Sahara en Kasterlee y magníficos castillos como el de Amberes, punto final de esta ruta.

Ruta del Cinturón Verde

Si no hay ánimo de alejarse demasiado se puede recorrer en bicicleta el Cinturón Verde, el circuito de 126 kilómetros que rodea la metrópolis de Bruselas.

El Cinturón Verde que rodea Bruselas. Foto Turismo de Flandes

Son tierras donde se perciben los colores de los viñedos y los aromas del lúpulo, que pasa por castillos imponentes y antiguas fortalezas, así como paisajes como los de Payottenland, en que se suceden las colinas, los valles y arroyos.

En Meise se puede visitar un hermoso jardín botánico, en Itterbeek está la pequeña y estilizada iglesia de Sint-Anna-Pede y el parque de Tervuren merece una parada para reponer fuerzas.

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