Gran Canaria: un Camino de Santiago entre volcanes y dunas

Las tradicionales rutas de peregrinación tienen una variante en el paisaje volcánico de Gran Canaria, en un trayecto de paisajes únicos y tradiciones centenarias

Dunas de Maspalomas. Foto Turismo de Canarias

En la Península Ibérica están el Camino Francés, el de la Plata…hay como 25 Caminos de Santiago que cruzan el país hasta llegar a la catedral compostelana. Pero hay un trayecto, de solo 66 kilómetros, que transcurre entre volcanes y está a un tiro de piedra del Atlántico. Es el de Gran Canaria.

Este camino es protagonizado por el pueblo de Gáldar, al noroeste de esta isla del archipiélago canario, antigua capital de la tribu de los guanartemes, cuyo pasado prehistórico se revela en sitios como la Cueva Pintada y que en su centro histórico se conservan palacetes, plazas y calles peatonales que invitan a retroceder un par de siglos.

Santa Lucía de Tirajana. Foto Turismo de Canarias

El epicentro del Camino de Santiago canario

El templo de Santiago de los Caballeros es uno de los epicentros del camino y el Año Santo Jacobeo 2021 que se celebra en la pequeña ciudad.

El trayecto de 66 kilómetros une los pueblos de Gáldar y Tunte, con dos templos claves en la peregrinación local

El edificio es uno de los más grandes de Canarias, con tres grandes naves y 15 capillas, que atesora parte del legado cultural relacionado con el culto al apóstol.

La otra punta del camino se encuentra en el sur de la isla, en la iglesia de San Bartolomé, en el pueblo de Tunte; y su trayecto es un viaje por la rica flora y fauna de Gran Canaria, la gastronomía, las gemas históricas y “la esencia de una isla que es un continente en miniatura”, comparan en el área de Turismo canario.

Playa de Sardina del Norte, en Gáldar. Foto Turismo de Canarias

Miradores y dunas

El punto de inicio suele ser el paraje de las dunas de Maspalomas, que conducen al barranco de Fataga, que el lenguaje popular bautizó como el Valle de las mil palmeras.

Tras el pueblo homónimo se encuentra la Necrópolis de Arteara, el cementerio aborigen más importante de la isla, hasta que finalmente se llega a la villa de Tunte, donde se encuentra el templo jacobeo.

Si hay energías, se puede subir hasta el mirador de Degollada de las Yeguas, también conocido como Gran Cañon de Gran Canaria (valga la redundancia), que la tradición recuerda que los primeros caminantes fueron unos marineros gallegos que en el siglo XV llegaron a los altos de Tirajana con una imagen para construir una ermita.

Parque natural de Tamadaba. Foto Turismo de Canarias

Paisajes increíbles

La segunda etapa llega a la Cruz de Tejeda. Por aquí se ven las cumbres que Miguel de Unamuno bautizó como ‘la tempestad petrificada’, con sitios impactantes como la Caldera de Tirajana y la Reserva de la Biosfera de Gran Canaria, que ocupa casi la mitad de la superficie insular.

La mitad de la superficie de Gran Canaria está protegida como Reserva de la Biosfera

El siguiente paraje es la Ventana de Nublo, quizás el mejor balcón panorámico de la isla.

También impactante es el mirador de Degollada Becerra (¿por qué tanta fijación de la toponimia con las decapitaciones?), al que se llega tras pasar por los pinares de Llanos de la Pez.

Desde aquí se despliegan vistas panorámicas de los picos rocosos de Roque Nublo y Roque Bentayga.

Parador de Cruz de Tejeda. Foto Turismo de Canarias

Llegando a Galdar

La tercera y última etapa es un descenso entre volcanes, paisajes de campos sembrados y asentamientos que eran centros religiosos del pueblo nativo, como el Paisaje Cultural de Risco Caído y las Montañas Sagradas de Gran Canaria.

Llegando a Gáldar se encuentra la Caldera de los Pinos, con grandes árboles centenarios, hasta que la llegada al templo de Santiago de los Caballeros marca el punto final.

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