Siete playas del Mediterráneo para soñar despiertos

No hace falta pedirle permiso al calendario para buscar nuestros lugares de desconexión y refrescarnos del calor. Aunque técnicamente el verano haya comenzado el 21 de junio, ya hace varias semanas que todos los que pueden buscan las aguas claras y las arenas del Mediterráneo.

Pero “las playas son más que arena y mar”, como bien dice José Alejandro Adamuz Hortelano, autor del libro Playas de España que no te puedes perder (Anaya Touring). Son, dice, lugares de libertad que “nos cuentan historias, sus nombres guardan eco de otros tiempos”.

En esos espacios se mezclan los recuerdos familiares, las luchas de vecinos por proteger las costas, el cuidado de la flora y la fauna, la inspiración de artistas frente a la belleza de paisaje, etcétera.

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Una guía para buscar las mejores playas

El libro presenta 70 playas de España (y unas cuantas más a modo de recomendaciones breves), divididas entre las de la franja norte, el Mediterráneo y las Baleares.

El libro presenta 70 playas de España del Atlántico y el Mediterráneo, cada una con su descripción, historia y con datos útiles de cómo llegar y qué ver en la zona

Además de la descripción del lugar, cada uno tiene una práctica ficha con la longitud y el ancho, el tipo de arena, la forma de llegar y qué atractivos se encuentran en la zona.

De todas las que recomienda, vamos a poner el pie en el agua en siete de ellas. Seguro que no estará fría.

Cala Sa Tuna (Begur, Cataluña)

¿Qué una playa no tenga arena, es una ventaja o una contra? Para el autor, es un punto a favor, porque no se pega al cuerpo y porque ofrece un mejor fondo para hacer snorkel y submarinismo.

Sa Tuna está a cinco kilómetros de la localidad de Begur, en el corazón de la Costa Brava, una cala de aguas turquesas abrazada por pinares y resguardada de los vientos por una formación rocosa.

Allí se encuentra un encantador pueblo de pescadores, y desde el lugar se puede ir caminando por un hermoso entorno a la cala de Aiguafreda

Playa de la Granadella (Xàbia, Alicante)

El castillo de la Granadella, del siglo XVIII, bautiza esta playa al sir de Xàbia, a la que solo se puede llegar el coche, y en la que hay que tener en cuenta el dilema de dónde aparcarlo.

El agua que baña la costa de cantos pulidos en la Granadella crea un murmullo único, difícil de escuchar en otras playas

Su costa es de cantos pulidos por las aguas cristalinas, que crean un murmullo único, difícil de escuchar en otras playas.

El lugar forma parte del Parque Forestal de la Granadella, un espacio de 750 hectáreas que es uno de los últimos rincones vírgenes del litoral levantino.

Isla de Tabarca (Alicante)

Esta pequeña isla, la única poblada de la Comunidad Valenciana, fue un antiguo refugio de piratas y desterrados, que le ha dejado un “atractivo aire a misterio”, dice Adamuz Hortelano.

Su playa central es de grava, de 200 metros de largo, que puede estar muy concurrida los fines de semana; pero a su alrededor hay varias calas listas para ser descubiertas.

La abundante presencia de posidonia le da un particular tono de turquesa que todos los visitantes recordarán.

Playa de Calblanque (Cartagena, Murcia)

Esta playa de arena fina y dorada, de 300 metros de largo, se encuentra en la costa del Parque Regional de Calblanque, rodeada de un paisaje lunar de piedra y agua que se convierte en un sitio diferente al atardecer.

La isla de Tabarca, antiguo refugio de piratas, es la única habitada del litoral valenciano

Este parque permite recordar cómo era el litoral mediterráneo en estas regiones antes de las fiebres urbanísticas, y es una interesante opción de la región de Murcia frente a La Manga del Mar Menor.

Playa de los Genoveses (Níjar, Almería)

El libro presenta esta playa del Cabo de Gata como “una de las últimas playas vírgenes que resisten en el litoral Mediterráneo”, una larga extensión de arena dorada de 1,2 kilómetros que en verano solo se puede acceder en autobús, para frenar la masificación.

Este entorno está amenazado por el proyecto de crear un hotel a 900 metros de la playa. Mientras tanto, hay que disfrutar de este amplio espacio que huele a sal marina y estepa de esparto, protagonista de historias navales en el siglo XII, y que a pesar de su apariencia salvaje es ideal para el turismo familiar por el suave declive de la costa.

Cala La Rijana (Gualchos, Granada)

Estamos en la Costa Tropical, franja del Mediterráneo en la provincia de Granada que presume de tener 300 días de sol al año y un agua con temperaturas medias de 20 grados.

Entre sus playas y acantilados destaca La Rijana, una cala desconocida para muchos, pero que desde hace siglos figura en las cartas náuticas por su abrigo en momentos de furia climática.

Cala La Rijana es desconocida para muchos, aunque su condición de refugio natural hace siglos que figura en las cartas náuticas

Su extensión es de solo 250 metros, de arena oscura, y al levantar la vista se ve la antigua torre de La Condenada, un bastión de vigilancia del siglo XVI. Y si se trata de contemplar, hay que esperar a la caída del sol mirando la punta del Cerrón.

Playa de la Caleta (Cádiz)

Y ahora hacemos una excepción con el titular, salimos del Mediterráneo para llegar a la costa atlántica de Cádiz, donde dicen que los atardeceres más bonitos son los de la playa de la Caleta, en el barrio de La Viña.

De arena fina y dorada en su extensión de 450 metros, gran parte de los bañistas se conocen entre sí, y en las imágenes de este lugar de aires bohemios desfilan los castillos de Santa Catalina y San Sebastián y la estructura del balneario Nuestra Señora de Palma que aloja el Centro Andaluz de Arqueología Subactuática.