Cinco parques para conocer Valencia en clave verde

Flamante Capital Verde Europea 2024, viajamos a Valencia para descubrir laberintos, árboles centenarios y palacios secretos que se ocultan en los pulmones verdes más apetecibles de la ciudad

Jardín de Monforte. Foto: ©VisitValencia.

Hace unos días conocíamos la noticia: tras imponerse en la final a la italiana Cagliari, Valencia será la Capital Verde Europea en 2024. Su proyecto, que mira al Mediterráneo y a la huerta, tiene entre sus pilares también las políticas de movilidad sostenible, la recuperación del espacio urbano, la infraestructura verde y la biodiversidad urbana, áreas en las que la ciudad lleva años trabajando.

También, claro, cuenta con grandes pulmones verdes, entre los que destacan el Parque Natural de la Albufera (con 21.120 hectáreas de ecosistema natural de gran valor ecológico) y el Parque Natural del Turia (con 4.684 hectáreas y tres grandes masas boscosas).

Más modestos pero igualmente atractivos, son estos otros parques y jardines, rincones donde perderse entre laberintos, árboles centenarios, fuentes cantarinas y palacios secretos.

Parque Central

El espacio verde de moda de Valencia es, desde hace algún tiempo, el Parque Central. Ubicado entre Ruzafa y Malilla, con más de 100.000 metros cuadrados de terreno en los que se alternan vegetación, zonas de descanso, espacios para niños que incluyen desde un rocódromo a juegos de agua y toboganes y fuentes, se trata del oasis perfecto para escapar del estrés y el bullicio en el centro mismo de la ciudad.

Parque Central. Foto: ©VisitValencia.

Cuentan que el poema de Ausiàs March Aigua plena de seny inspiró el diseño del parque, que firma la paisajista estadounidense Kathryn Gustafson, y donde la luz, el agua y el verde, con un millar de árboles, 85.000 arbustos y 13.000 jardineras, son protagonistas.

El proyecto del Parque Central nació del soterramiento de las vías del tren en Valencia y toma forma en una gran estructura de paseos y senderos de agua que conectan entre sí diferentes espacios. Y todo manteniendo antiguos edificios ferroviarios protegidos que aportan al parque el encanto de las antiguas estaciones de ferrocarril.

Un millar de árboles, 85.000 arbustos y 13.000 jardineras llenan de verde el Parque Central de Valencia

La entrada principal está en la calle Filipinas, en la Plaza de las Artes, y cuenta con ocho entradas en total, dos por la calle Peris y Valero, una en la calle Doctor Domagk y las cinco de Filipinas.

Parque Central. Foto: ©VisitValencia.

Jardín de Monforte

A poca distancia de la Ciudad de las Artes encontramos un jardín neoclásico que destaca por su artístico trazado y la abundancia de estatuas, estanques, pabellones y surtidores: se trata del Jardín de Monforte.

Antiguo huerto del barón de Llaurí, fue comprado en 1849 por Juan Bautista Romero, marqués de San Juan, quien lo convirtió en jardín junto al arquitecto Sebastián Monleón Estellés, encargado de las obras.

El parque ‘se lee’ en diferentes capas yuxtapuestas: un jardín geométrico a la manera neoclásica, en contacto con el palacete, y otro naturalista, paisajista y claramente romántico.

Jardín de Monforte. Foto: ©VisitValencia.

Una cuidadosa restauración en 1942 logró preservarlo sin modificar en profundidad el diseño original, por lo que ha logrado mantener su legado histórico. Desde 1970 pertenece al Ayuntamiento.

Sus 12.000 m2 conforman hoy un jardín para el reposo y el placer estético gracias a su colección de estatuas y jarrones, fuentes ornamentales, árboles y arbustos, setos recortados y zonas de flor que hacen de este lugar uno de los más bellos jardines de la ciudad de Valencia.

Incluye además una exposición permanente de bonsáis que sus responsables califican de “única en Europa”. Un palacete de estilo académico francés también obra del arquitecto Sebastián Monleón Estellés y decorado con leones esculpidos por José Bellver (y en origen destinados a adornar la escalinata de acceso al Congreso de los Diputados en Madrid) complementa sus atractivos.

Jardín de Monforte. Foto: ©VisitValencia.

Jardines del Real

En el centro histórico de Valencia, los Jardines del Real se sitúan también en el top de oasis urbanos de la ciudad. De origen árabe, la zona más antigua de los jardines albergó el palacio que utilizaron diversos reyes desde el siglo XI y se sabe que en el siglo XV existía ya una importante colección zoológica.

En 1903, este parque fue donado al Ayuntamiento para vivero de árboles, de donde se deriva su nombre.

Los jardines han sido sucesivamente ampliados para añadir fuentes, umbráculos, bancos, cenadores, quioscos y estatuas, entre las que destacan el grupo de las cuatro estaciones, encarnadas por Venus, Diana, Apolo y Cronos, labradas en mármol blanco por el escultor barroco Jacobo Ponazanelli.

Jardines del Real. Foto: ©VisitValencia.

Frente a la entrada del jardín neoclásico del Museo de San Pío V hay una fuente de mármol procedente del monasterio de la Valldigna, y una portada que fue de la antigua Colegiata de San Bartolomé, de estilo barroco.

También se puede ver (reconstruida) la portada plateresca del palacio de los duques de Mandas, que se levantaba en la calle Avellanas. A pocos metros, otra portada, la del palacio de los condes de Alcudia o de los de Moroder, del siglo XVIII, que se ubicaba en la Plaza de Tetuán.

Otras dos destacadas estatuas de José capuz: Idolo y Desnudo de Mujer, completan el conjunto de atractivos del parque, que acoge además el museo de Ciencias Naturales de la ciudad.

Jardín del Turia

Con sus más de 9 km transitables y atravesando la ciudad, el Jardín del Turia, construido sobre el antiguo cauce del río, es uno de los parques urbanos más grandes no solo de la Comunidad Valenciana, sino de España.

Jardín del Turia. Foto: ©VisitValencia.

Desde el Parque de Cabecera hasta la Ciudad de las Artes y las Ciencias, con 18 puentes (desde los históricos, de los siglos XV, XVI y XVII a los más modernos diseñados por Santiago Calatrava o Normal Foster), zonas lúdicas, deportivas y románticos rincones para perderse, este parque seduce a runners, ciclistas, familias o amantes de la naturaleza.

Varios urbanistas y paisajistas diseñaron los diferentes tramos del parque, inaugurado en 1986, que buscaba reproducir el antiguo paisaje fluvial a través de un recorrido que hoy vemos salpicado de palmeras y naranjos, fuentes y pinos, plantas aromáticas y estanques, pistas deportivas y rosales.

El inmenso jardín está además limitado por el Parque de Cabecera y el Bioparc al Oeste, y la vanguardista Ciudad de las Artes y las Ciencias en el lado opuesto, casi en la desembocadura y encierra en su interior lugares interesantes como el parque Gulliver, plagado de grandes toboganes que conforman una gigante figura de 70 metros, y el Palau de la Música.

Jardín del Turia. Foto: ©VisitValencia.

Jardín Botánico

Un huerto creado ya en el siglo XVI para enseñar botánica está en el origen del Jardín Botánico de la Universitat de València que, en su ubicación actual, data del siglo XVIII.

Su época de esplendor le llegó bajo la dirección del catedrático de Botánica Félix Pizcueta, entre 1829 y 1863, quien se encargó de mejorar las colecciones y permitió la aclimatación de plantas exóticas.

Ampliado hacia el Paseo de la Pechina, el jardín sumó el invernadero de la Balsa y un gran umbráculo, obra del arquitecto Arturo Mélida.

Jardín Botánico. Foto: ©VisitValencia.

Hoy cuenta con una importante colección botánica, con unas 3.000 especies de árboles y plantas de los cinco continentes, entre los que destacan palmeras, árboles tropicales y cactus.

Parque Cabecera

En el lecho histórico del río Turia y prolongando el cinturón verde del antiguo cauce, el Parque de Cabecera recrea el paisaje original del Turia, dando el protagonismo al agua.

Además de albergar el Bioparc –el gran parque zoológico de la ciudad diseñado con barreras prácticamente invisibles y donde los animales campan a sus anchas-, cuenta con espacios de acceso público que incluyen un auditorio al aire libre, un embarcadero, bar y áreas de juegos para niños.

Parque Cabecera. Foto: ©VisitValencia.

Ofrece, además, coquetas barcas con forma de cisne y, en los meses estivales, en los estanques que rodean la Ciudad de las Artes y las Ciencia hay bolas para andar sobre el agua y canoas.

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