La mujer de metal

FEMEVAL lidera la transformación en el sector metalúrgico, visibilizando y empoderando a mujeres empresarias y trabajadoras para superar desafíos y construir un futuro de igualdad y diversidad

Una trabajadora de la industria del metal

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Una de las razones por las que la brecha de género se prolonga en el tiempo es por la falta de referentes, a pesar de haber muchos en todos los ámbitos. Por eso, visibilizar es importante, porque lo que no se ve y no se da a conocer no genera adhesión.

De ahí nuestro empeño en atraer mujeres a un sector como el metal, donde estamos infrarrepresentadas porque arrastra una fuerte tradición masculina. Además, abarca unos ámbitos laborales que ellas apenas consideran en sus expectativas de trabajo y su presencia está muy lejos de lo que sería deseable.

Aun así, afortunadamente tenemos muchas con nombre propio como Magdalena, Isabel, Amparo, Yolanda, Karen, Laura… empresarias y trabajadoras, además de madres, hijas, hermanas, esposas… que demuestran que se puede “feminizar” el metal. Mujeres que son ejemplo de responsabilidad, flexibilidad, compromiso, calidad humana, trabajo en equipo, con capacidad para afrontar situaciones límites y sobre todo, profesionalidad. Que sortean mil obstáculos para conciliar su vida familiar, laboral y personal. Y, sobre todo, “Mujeres de Metal” que tienen que demostrar a cada instante que pueden, que saben hacerlo y que además lo hacen bien.

Unos valores, actitudes y aptitudes que han permitido su presencia progresiva en los campos productivos de las empresas en los últimos ochenta años. En este sentido, la Segunda Guerra Mundial supuso un gran cambio en la situación laboral de las mujeres, ya que fue entonces cuando se empezó a hablar de las mismas como elemento productivo.

Mujeres de Metal que tienen que demostrar a cada instante que pueden, que saben hacerlo y que además lo hacen bien.

Este hecho, unido a otros factores como la industrialización, los cambios demográficos, económicos, familiares, sociales, ideológicos y educativos, permitió que la mujer adquiriera un importante papel en el mundo laboral, y como consecuencia la apertura a determinadas carreras y oficios en las que estaban vetadas y el final de la discriminación en la educación. Todo ello derivó en un acceso a puestos de mayor responsabilidad, mejor cualificación y remuneración, y una mayor consideración social.

Pero los avances en estos años de la situación laboral femenina, que raramente, a excepción del 8 de marzo, vienen acompañados de un reconocimiento, no han contribuido a la desaparición de las desigualdades respecto al hombre, ya que perduran hoy en día algunas discriminaciones que ponen en desventaja a la mujer.

Nuestra sociedad sigue teniendo que hacer frente a retos fundamentales para alcanzar la igualdad real y efectiva. Una tarea que aún no hemos conseguido porque la brecha de género, lejos de ser una cuestión del pasado, sigue estando muy presente. Pensemos en nuestra vida cotidiana: ¿realmente hay igualdad? La respuesta es negativa. Así lo demuestran las cifras sobre salarios medios, empleo, datos sobre conciliación, cargos de responsabilidad e inclusión social, por poner solo algunos ejemplos.

Poner fin a la desigualdad de la mujer es una cuestión que nos concierne a todos y todas. La estrategia pasa por poner el acento en las personas, sin distinción de género, y marcarse objetivos para sistematizar la integración de la perspectiva de género en cualquier organización.

En este proceso para lograr la igualdad de género nuestra Federación lleva trabajando más de dos décadas. Desde un principio hemos sido conscientes de la necesidad de recoger este testigo y de impulsar una imagen del metal que ofrece trabajo cualificado, de calidad y en el que la distinción de sexos no tiene cabida, porque no podemos permitirnos el lujo de perder el 50% del talento.

Nuestros esfuerzos se centran, por un lado, en tratar de atraer a las nuevas generaciones que están definiendo su futuro profesional a través de referentes de otras mujeres que estamos siendo capaces de desarrollarnos dentro del metal. Y sobre todo en un sector que está ávido de profesionales sin distinción de género. Y, por otro, en trasladar la importancia de los Planes de Igualdad a nuestras empresas. Una tarea, que es solo cuestión de proponérsela y cuyos beneficios para todos y todas son incalculables. En FEMEVAL ya fuimos pioneros hace 14 años con la implantación del primer Plan de Igualdad. Y ya vamos por el quinto.

Queremos impulsar una imagen del metal que ofrece trabajo cualificado, de calidad y en el que la distinción de sexos no tiene cabida

Prueba de ello es que en la estructura organizativa de FEMEVAL la presencia femenina es elevada. Así, un 17,4% de los miembros del Comité Ejecutivo son empresarias y/o directivas, un 44% de la plantilla está compuesta por mujeres, así como 2/3 del Comité de Dirección, lo que denota que tenemos interiorizado el principio de igualdad y existe un elevado nivel de sensibilización.

Pero todos estos cambios y esfuerzos no dejarán de ser una iniciativa aislada, si entre todos y todas no avanzamos para reducir las barreras que invisibilizan a las mujeres (los peldaños rotos) y para disminuir los estereotipos de género que aún condicionan el avance hacia la igualdad de oportunidades.

Por lo que aprovecho para manifestar nuestra solidaridad y empatía con todas las entidades públicas y privadas, organizaciones y colectivos que están igualmente comprometidos con este avance tan necesario para la sociedad.

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