Los Ferrer exhiben resultados para ahuyentar a Henkell

La familia propietaria del 42% de Freixenet presume internamente de la mejora en el último ejercicio para poner en valor su gestión y convencer a los Bonet

Recibe nuestra newsletter diaria

O síguenos en nuestro  canal de Whatsapp

La calma ha vuelto parcialmente a Freixenet, después de que Henkell superara el primer asalto y consiguiera que la cava catalana le abriera las puertas. El proceso de auditoría que debe llevar a cabo la multinacional alemana antes de presentar su oferta definitiva se prevé largo, por lo que las tres ramas familiares propietarias de las bodegas están a la espera.

Pero que estén esperando no significa que estén paradas. Hay movimientos que, teniendo en cuenta lo dividido que está el accionariado con respecto a la oferta alemana, son estratégicos y pueden decantar la balanza. En eso trabajan los Ferrer Noguer, propietarios del 42% de las cavas, que se oponen a la venta y quieren mantener el control.

En las últimas semanas, esta rama familiar, que dirige Freixenet con Pedro Ferrer como consejero delegado, se ha dedicado a marcar músculo internamente por la mejora de los resultados económicos de las bodegas. La exhibición de las cuentas de su último ejercicio no es nada inocente, sino un mensaje directo a los críticos con la gestión, impulsores de la venta.

Exhibición de unos resultados recién cerrados

Freixenet cerró el pasado 30 de abril los resultados de su último ejercicio, iniciado el 1 de mayo de 2015. La compañía no los ha hecho públicos, pero los Ferrer se han apresurado a difundir que son mejores que los del año anterior, según han explicado a Economía Digital fuentes cercanas a la compañía.  

Las cavas cerraron un mal ejercicio 2014-2015, con algo más de 500 millones de facturación y 2,2 millones de beneficio. El 2015-2016 se han mejorado las ventas, sobre todo en Alemania, principal mercado de Freixenet, que sufrió en el año anterior por la subida de precios a raíz de un cambio de estrategia comercial.  

Los beneficios se han casi duplicado, hasta más de cuatro millones. Esta mejora es significativa si se compara con un año antes, pero el resultado todavía es pobre teniendo en cuenta los más de 30 millones que ganaba antes de la crisis, o los 7,7 millones de hace solamente dos años. A pesar de ello, los Ferrer los están utilizando para barrer para casa.  

Que Henkell no llegue al 50%  

La saga familiar mayoritaria en Freixenet no lo tendrá fácil si tiene que igualar la oferta de Henkell, ya que la banca se ha puesto dura con ellos para ayudarles a lanzar su contraoferta. Pero pretende que la mejora de las cuentas juegue a su favor para calmar las aguas y conseguir que los Bonet indecisos opten por no vender, lo que anularía automáticamente la opción alemana.    

Los Hevia Ferrer controlan el 29% de las acciones y quieren vender. Enrique Hevia, vicepresidente de las cavas, fue el primero en criticar la gestión de la compañía y sus pobres resultados, y él mismo buscó al pretendiente alemán. Los Bonet Ferrer, propietarios de otro 29%, coinciden con las críticas a la gestión, pero no todos tienen clara la venta. Ahí es donde pueden pescar los Ferrer.
 
Pedro y Eudald Bonet están dispuestos a aceptar la oferta de Henkell. Pero esto sólo le da a la alemana una aceptación del 43,5% del accionariado –sumando el 29% de los Hevia y el 7,25% de cada uno de los dos hermanos Bonet–, lo que no sería suficiente, ya que Henkell quiere tomar el control.  

La pieza clave de la venta  

La clave la tienen José Luis Bonet, presidente de Freixenet, y su hermana Pilar. Henkell tiene suficiente con uno de ellos; los Ferrer necesitan a dos. No obstante, parece ser que Pilar optará por apoyar la decisión de su hermano, lo que les convierte en un bloque cuya pieza maestra es el presidente de Freixenet.  

José Luis Bonet es de los más cercanos a los Ferrer. Ha estado muchos años compartiendo los mandos de Freixenet con José Ferrer Sala, hijo de los fundadores y, a sus 90 años, es presidente de honor de las cavas. Bonet quiere evitar el cisma pero no sabe hacia dónde tirar, y una mejora de los resultados puede terminar con sus dudas.  

Mensaje también para la banca  

La mejora de los resultados es un aviso a navegantes. No sólo a los accionistas de la compañía, sino a otros actores en este culebrón. Por ejemplo la banca. Las entidades se han puesto duras con los Ferrer y le exigen una mejora en la gestión y garantías sólidas, que la familia no ha aportado por ahora, según han explicado fuentes financieras.  

Los Ferrer han solicitado un crédito de unos 120 millones de euros para presentar una oferta de unos 155 millones que, descontando la deuda, iguale la de Henkell. La del grupo alemán valoraría Freixenet en unos 500 millones, e igualando esta oferta, por el derecho de tanteo, la familia propietaria del 42% de las cavas se alzaría con el 100%.

Los bancos que están negociando el crédito se han puesto exigentes con las garantías. Quieren avales físicos por entre el 70% y el 80% del préstamo. Además, han pedido que se profesionalice la gestión, con un consejero delegado externo, que se racionalicen costes y que se mejore la estrategia de exportaciones. No quieren pillarse los dedos en una compañía que ya tiene una deuda de 300 millones de euros.  

El crédito, pendiente de los avales y de Henkell  

La familia que controla Freixenet no ha reunido todavía los avales. Fuentes cercanas a la compañía apuntan a que podrían tener problemas, pero lo cierto es que, por el momento, no tiene necesidad de hacerlo. La oferta de Henkell no es firme; antes debe realizar la due diligence, un proceso que se prevé lento.  

Cuando termine la auditoría, el grupo alemán decidirá si hace una oferta vinculante y el consejo de administración y la junta de accionistas deberán tomar posición. Si Henkell prospera, será entonces cuando los Ferrer tendrán que ejercer su derecho de tanteo. Tienen hasta entonces para conseguir las garantías.

Xavier Alegret

Recibe nuestra newsletter diaria

O síguenos en nuestro  canal de Whatsapp