«¿Se imaginan un mundo sin aceite de oliva?»: análisis de los expertos del Atlas de Andalucía
El informe mide hasta qué punto las compañías asumen una responsabilidad real con el medio ambiente, su plantilla, la comunidad y la gobernanza corporativa
Andalucía se prepara para acoger el próximo lunes, 1 de diciembre, la presentación de la segunda edición del Atlas de la Empresa Comprometida, una herramienta que en apenas un año se ha consolidado como un mapa sobre el compromiso real de las compañías andaluzas con la sostenibilidad.
El acto, que en su primera edición reunió a administración, empresas y académicos, vuelve ahora con una dimensión más analítica: además de medir el grado de alineación con los criterios ESG, incorporará por primera vez una perspectiva evolutiva para comparar resultados entre 2024 y 2025.
También por este motivo, esta edición incluye un análisis de la urgencia climática, que ha pasado de ser un reto abstracto a un elemento que reconfigura sectores enteros. Se plantea una pregunta tan provocadora como plausible: «¿Se imaginan un mundo sin aceite de oliva?».
La cuestión, lejos de ser un recurso literario, abre un estudio sobre cómo el calentamiento global está erosionando pilares que durante décadas parecían inamovibles, como la seguridad alimentaria y la estabilidad de cultivos esenciales del sur de España.
Transformación de la empresa ‘agro’
Los autores del texto son Fernando de Llano y Marcelino Fernández, economistas y consultores, quienes subrayan que el olivar, símbolo económico y cultural de Andalucía, se encuentra ya en la primera línea de una transformación forzada por las sequías prolongadas, las olas de calor y la irregularidad de las lluvias.
España, aunque es líder mundial en producción de aceite de oliva, ha encadenado dos campañas históricamente malas, con reducciones que han llevado al sector a niveles de máxima alerta.
A pesar de que la última campaña mostró señales de recuperación, el propio comportamiento del clima revela un riesgo estructural: «El sistema se está volviendo más vulnerable, menos predecible y más dependiente de una climatología que no responde a patrones históricos».
Este diagnóstico entronca directamente con el objetivo del Atlas: evaluar hasta qué punto las empresas andaluzas están preparándose para un escenario en el que la sostenibilidad ya no es un valor añadido, sino una condición de supervivencia.
El compromiso, un aspecto estratégico
La creciente exigencia regulatoria refuerza esta idea: el año 2024 supuso un punto de inflexión con la entrada en vigor de varias normativas europeas (Directiva Europea CSRD, Estándares Europeos de Reporte y Directiva de Diligencia Debida, entre otros). Estas obligan ahora a las empresas a identificar riesgos y asegurar que su cadena de valor no genera impactos sociales o ambientales negativos.
El Atlas, tras analizar los impactos climáticos, subraya también la necesidad de actuar con determinación: restauración de ecosistemas, gestión eficiente del agua, impulso a la agricultura regenerativa, transición energética y refuerzo de la investigación agronómica.
Son medidas que, si bien parecen alejadas de la actividad cotidiana de muchas empresas, se han convertido en vectores estratégicos para garantizar competitividad y resiliencia.
La edición del Atlas de este año ha incorporado un mayor número de participantes, lo que permite obtener una visión más representativa del tejido productivo andaluz y de su capacidad de adaptación. Como en 2024, el informe organiza su análisis en cuatro pilares (Buen Gobierno, Medio Ambiente, Entorno y Personas) para medir no solo el cumplimiento formal, sino también su calidad y profundidad.