El drama de Europa: cancela deuda para crecer o se para

El ex gobernador del Banco de Inglaterra, Mervin King, defiende condonar deudas siempre que se busque un nuevo equilibrio entre países, y otros expertos piden el final del 'dopaje' del BCE

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«John Bull puede soportar muchas cosas, pero no puede soportar un 2%». Era la máxima de Walter Bagehot al describir al inglés típico. Ahora ese 2% sería agua bendita. El Banco Central Europeo decidió la pasada semana mantener los tipos de interés en el 0%, y los expertos consideran que pasará mucho tiempo con tipos de interés bajos. En ese contexto, los líderes europeos se han reunido en Bratislava en una nueva cumbre, en la que ya no está el Reino Unido, con la frase lapidaria de la cancillera Angela Merkel: «La situación de la UE es crítica».

Lo es por muchas razones, por la crisis de los refugiados, por el brexit –se sigue sin ver qué camino se puede seguir sin que nadie se haga daño– y lo es también por la situación económica, que se caracteriza por un estancamiento que puede ser estructural.

El ex gobernador del Banco de Inglaterra en 2003 y 2013, Mervyn King, considera en su libro El fin de la alquimia (Deusto) –llamado a ser una de las referencias en los próximos años–, que la salida deberá pasar por una condonación de la deuda soberana que permita «un reseteado» para que se pueda crecer de nuevo, y de una forma más sostenible y equilibrada. Eso se podría abordar, a su juicio, con un nuevo diseño del FMI y a través de una conferencia internacional de reestructuración de la deuda.

Desequilibrio en el gasto y el ahorro

King, que no busca autojustificarse, ni pretende cambiarlo todo una vez fuera del sistema, cree que eso no será suficiente y que los países europeos deberán solventar el grave problema de su desequilibrio, con estados como Alemania, con enormes superávits en la balanza comercial, y países con déficit y endeudados como España.

En el libro expone que el gran problema es el modelo monetario y bancario, y propone mecanismos para mejorar esas relaciones. Pero insiste en que los gobernadores centrales, –como él mismo– han agotado la potencialidad de la política monetaria, y que «si los tipos de interés reales permanecen cercanos a cero, el desequilibrio en el gasto y el ahorro continuará, y el ajuste definitivo hacia un nuevo equilibrio será mucho más doloroso».

Para tener en cuenta la situación, King recuerda que desde su fundación en 1694, hasta 315 años más tarde, en 2009, el Banco de Inglaterra nunca fijó un tipo bancario por debajo del 2%. Eso lo dice todo. Ahora está al 0,25%.

Instaurar la deuda perpetua

El analista financiero, Juan Ignacio Crespo, autor de Por qué en 2017 volveremos a entrar en recesión? defiende esa reestructuración que apunta King, y que entiende que no debería ser complicada de asumir. «Se trata de que los bonos que compre el BCE los vaya cancelando o los deje como deuda perpetua, con un tipo de interés simbólico».

Para España podría ser una enorme oportunidad. Cuando la deuda pública sobre el PIB acaba de superar el 100,5%, si un 20% de ella se viera liberada, «el Gobierno tendría margen para aplicar una política fiscal que fuera positiva».

Se trata de crecer, de que las economías europeas puedan mostrar, de nuevo, un vigor que se cree superado para siempre. Es lo que defiende King, que no se resigna a una especie de letargo de las economías occidentales.

Tapar la herida con política monetaria

Crespo cree que no se podrá ver una salida a corto plazo, porque «nunca habíamos tenido esta situación, con tipos de interés tan bajos, bajo crecimiento, y poca demanda». Su idea es que se caminará hacia un «capitalismo de estado», cuando los gobiernos se vean en la obligación de apoyar a las empresas y entidades financieras que puedan caer.

La economista María Blanco difiere de la apuesta del ex gobernador del Banco de Inglaterra, porque «si se condona deuda, que en gran parte se ha hecho, se debería hacer en conjunto. Sólo cuando le afecte a varios países, no sólo a los del sur, se podría tomar una medida como esa«. Para Blanco, los tipos de interés tan bajos han actuado como un ‘dopaje’ en toda Europa que no ha solucionado los problemas de fondo. Es como si se hubiera tapado una gran herida, esperando a que desapareciera.

¿Tiene sentido hablar de política monetaria?

Lo explica también el economista Josep Oliver, al entender que el BCE está preocupado porque la política de tipos cero «no ayuda a resolver los problemas fiscales de carácter estructural, ni presiona para efectuar las reformas adecuadas, por contra pospone los ajustes precisos al reducir el coste de la deuda pública y sólo estimula de forma transitoria el crecimiento», como apunta en sus últimos artículos periodísticos.

El economista Santiago Niño Becerra discute el propio concepto de política monetaria, que, a su juicio, «está superado, porque con corporaciones presentes en 150 países, cuando han desaparecido las fronteras para las transacciones de bienes y capitales, ¿qué sentido tiene la política monetaria?». Niño Becerra, que sostiene desde el inicio de la crisis que la deuda no se podrá pagar, insiste ahora en que «habrá compensaciones de deudas y quitas, teniendo en cuenta que el planeta se debe a sí mismo 200 billones de dólares, no nos podemos hacer trampas al solitario». 

El Sur se puede cansar

La cuestión es que si Europa no encuentra una solución, la crisis se extendrá hacia el terreno político, como ya ha comenzado a suceder, con la aparición de partidos populistas.

Aquí, Mervyng King tiene claro una cuestión: «La causa más probable de la ruptura de la zona euro es que los votantes del Sur se cansen de la pesada e implacable carga del desempleo masivo y la emigración de sus jóvenes más talentosos».

Añade que, aunque la salida de la eurozona podría resultar un desastre, «si la alternativa es la aplastante austeridad, la persistencia del desempleo masivo y ningún final a la vista para la carga de la deuda, entonces, abandonar la eurozona puede que sea la única forma de trazar un camino de vuelta hacia el crecimiento económico y el pleno empleo».

Para Niño Becerra, sin embargo, eso tiene algo de ilusión, porque el crecimiento será necesariamente bajo, «del ‘cero coma muy poco’, y los años muy buenos del ‘uno coma algo’. Y que es imposible ir siempre ir siempre a más y todos a la vez. Lo que habrá es crecimiento en ciertas zonas, que no países, que crecerán más que otras». 

Guerra de divisas

Lo que plantea King es que con tipos de interés tan bajos, sin crecimiento, los países tienen la tentación de competir entre ellos, «robando demanda», con rebajas del tipo de cambio, lo que supone una guerra de divisas peligrosa. Y eso puede pasar entre países tan distantes como Nueva Zelanda, Australia, Japón, y la zona euro.

Una solución es ofrecer al FMI más poder, eliminando la capacidad de veto para un sólo país, y con la participación efectiva de los países emergentes. Se trataría de reordenar el sistema internacional para no caer en una guerra de todos contra todos. King, en ese sentido, advierte de que nada está escrito, de que hay síntomas de caer en una situación similar a la de los años 20.

Si hay prosperidad, hay sensatez

Crespo aparece para ofrecer calma. Sí, Europa no crece, no se ve una salida, la política monetaria ya no da más de sí, hay poca demanda, pero «se exageran las posibles consecuencias, porque en occidente hay prosperidad, y eso hace que la gente sea más sensata».

Los líderes europeos, con Merkel a la cabeza, buscan una senda para superar el trauma del brexit. Siguen con los parches, justo lo contrario de lo que se necesita, como señalan los expertos consultados, y refleja el enorme libro de Mervyn King, refugiado ahora como profesor de Economía y Derecho en la Universidad de Nueva York.

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