El Gordo de la Lotería de Navidad cada vez rinde menos: inflación reduce su valor en más de 30%

Un premio histórico que ya no compra lo que compraba hace décadas

¿Desde cuándo puede cobrar mi premio en la Lotería de Navidad 2024?

¿Desde cuándo puede cobrar mi premio en la Lotería de Navidad 2024?

La Lotería de Navidad es, desde hace más de dos siglos, uno de los rituales más arraigados en la vida de los españoles. Millones de personas participan cada diciembre con la esperanza de que el sorteo extraordinario transforme sus vidas, como ocurrió con tantos agraciados a lo largo de la historia. Sin embargo, el poder adquisitivo del Gordo ha caído en picado, y lo que antes suponía una fortuna hoy apenas cubre gastos que hace décadas resultaban asequibles. La inflación acumulada y el encarecimiento del coste de vida han sido determinantes en esta pérdida de brillo económico.

El primer sorteo, celebrado en 1812, nació como una fórmula para financiar al Estado sin castigar aún más a los ciudadanos en plena guerra contra Francia. Entonces, aquella nueva «Lotería Moderna» entregaba un premio que permitía adquirir viviendas de tamaño considerable, una posibilidad impensable para la población común. Con un salario que apenas daba para pan y artículos básicos, ganar el Gordo abría la puerta a un futuro radicalmente distinto.

Hoy la situación es bien diferente. Aunque el premio principal asciende a 400.000 euros por décimo desde la llegada del euro, el valor real del monto ha sido devorado por décadas de subida de precios, hasta el punto de que, según cálculos basados en el IPC, ha perdido más del 30% de su capacidad de compra desde 2011. Esa cifra, que para muchos sigue siendo sinónimo de fortuna, ya no garantiza el salto económico que representaba en épocas anteriores.

La subida generalizada de precios reduce la magia del gran premio

La evolución del coste de la vida ha sido un factor crucial en la erosión del premio. Durante el último siglo, el valor del dinero se ha transformado de manera drástica. En el siglo XIX, el Gordo podía equivaler a varias décadas de salario de un trabajador medio, lo que convertía al ganador en una persona acomodada de inmediato. A comienzos del siglo XX, un décimo agraciado equivalía al sueldo de más de 500 obreros, lo que daba idea de la magnitud del premio.

El panorama actual dista mucho de aquel. Con los precios disparados y un mercado inmobiliario en máximos, los 400.000 euros se quedan cortos para afrontar compras que antaño eran posibles con holgura. En ciudades como Madrid o Barcelona, donde el metro cuadrado supera ampliamente los 4.000 euros en muchas zonas, el Gordo no basta para adquirir más de un piso pequeño o, en algunos barrios, ni siquiera eso.

A ello se suma el encarecimiento de productos emblemáticos del crecimiento económico español, como el automóvil. El precio medio de los coches nuevos ha aumentado casi un 40% desde 2019, lo que supone unos 11.000 euros adicionales por vehículo, una cifra que reduce todavía más el impacto real del premio. Si hace décadas un ganador podía comprarse varios coches con el Gordo, hoy esa opción es mucho más limitada.

El peso de la fiscalidad también reduce el premio efectivo para los ganadores

No solo la inflación ha contribuido a esta pérdida de poder adquisitivo. Desde 2013, los premios superiores a 40.000 euros están sujetos a una retención del 20%. Esto implica que, de los 400.000 euros del Gordo, el ganador solo recibe en torno a 328.000 euros netos, lo que supone una merma significativa respecto a la cifra que aparece en los décimos.

Este recorte fiscal, introducido hace más de una década, ha contribuido a que la percepción del premio cambie de manera notable. Mientras que en épocas anteriores el ganador podía sentirse libre de impuestos, ahora parte del monto se desvanece antes incluso de tocar la cuenta bancaria. Esa reducción, unida al aumento del coste de bienes esenciales, ha hecho que muchos vean el Gordo más como un alivio económico que como una transformación vital.

La vivienda es el ejemplo más claro de esta devaluación. Un inmueble de tamaño medio, que en los años 60 o 70 podía adquirirse con holgura con un solo décimo premiado, hoy requiere inversiones mucho más elevadas. El precio del metro cuadrado en España ha experimentado subidas constantes, y las casas de segunda mano acumulan un incremento de más del 13% desde 2019, una cifra que se dispara en zonas urbanas o costeras.

MADRID, 22/12/2023.- Ainhoa y Yesica cantan uno de los quintos premios del sorteo durante el sorteo extraordinario de Navidad de la Lotería Nacional este viernes en el Teatro Real de Madrid loteria. EFE/ J.J. Guillén
Ainhoa y Yesica cantan uno de los quintos premios del sorteo. EFE/ J.J. Guillén

Un premio que antes transformaba vidas y ahora apenas alcanza para cubrir grandes gastos

A comienzos del siglo XX, quien ganaba el Gordo podía comprarse incluso varias viviendas o hacerse con activos empresariales de gran valor. En los años anteriores a la Guerra Civil, el premio llegó a representar cerca del 1% del PIB, lo que lo convertía en un auténtico motor económico para los agraciados. Con el tiempo, la introducción del reintegro, la modernización del sorteo y su difusión por televisión contribuyeron a reforzar la tradición, pero el valor real del premio nunca volvió a ser tan alto como en sus primeras décadas.

Tras la entrada en vigor del euro, la cifra fija de 400.000 euros por décimo se ha mantenido estable, pero la economía no. La subida de precios en el consumo diario, el repunte del mercado inmobiliario y el encarecimiento de bienes duraderos han hecho que la capacidad de compra del Gordo sea cada vez menor. Un premio que antes podía suponer una nueva vida, hoy se asemeja más a un empujón financiero, importante, sí, pero lejos del impacto que tuvo en otros tiempos.

A ello se suma la creciente dificultad de acceder a determinadas inversiones. En grandes ciudades europeizadas, el precio de la vivienda ha experimentado incrementos desorbitados, y la renta disponible de las familias no ha crecido a la misma velocidad. En este contexto, los 328.000 euros netos que entrega el sorteo suponen un alivio sustancial, pero no una transformación estructural de la vida económica del ganador.

Una tradición inquebrantable… pese a la pérdida de poder adquisitivo

A pesar de todo, la Lotería de Navidad sigue despertando una enorme ilusión popular. Las colas frente a administraciones emblemáticas, la compra compartida de décimos y la tradición de regalar participaciones forman parte de la identidad cultural española. La emoción del 22 de diciembre permanece intacta, aunque el valor real del Gordo ya no sea el que fue.

Los expertos coinciden en que la magia del sorteo reside más en la dimensión social que en la económica. El ritual, la celebración y la esperanza compartida han convertido el sorteo en un patrimonio emocional del país. Pero las cifras son claras: con un 34% menos de valor real desde 2011 y un mercado cada vez más exigente, el Gordo ya no es el motor económico que fue durante generaciones.

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Alba Carbajal

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