Dos años en números rojos llevan a esta mítica panificadora al concurso de acreedores
La histórica empresa alicantina, con más de 75 años de trayectoria, intenta reestructurar su deuda tras dos ejercicios con fuertes pérdidas y una creciente presión de costes
Trabajador de una panificadora. Foto: Freepik
Una firma con más de 75 años de trayectoria se tambalea tras no poder hacer frente a su deuda. La panificadora El Boticario, con sede en Cox (Alicante) y una larga tradición en la elaboración de productos de panadería y bollería, ha presentado de forma voluntaria concurso de acreedores, según consta en un auto del Juzgado de lo Mercantil número 3 de Alicante, con sede en Elche.
La empresa, fundada en 1947 y reconocida en el sector de la alimentación por su papel como proveedora habitual de cadenas como Consum, Dialprix o Supermercados Dumbo, no ha podido resistir el impacto de dos ejercicios consecutivos en números rojos. A pesar de mantener sus ventas, los costes se dispararon, y la compañía no ha logrado generar la liquidez suficiente para hacer frente a sus compromisos financieros.
De la estabilidad al colapso: una deuda insostenible
El Boticario acumuló en 2023 una deuda superior a los 2,4 millones de euros, lo que ha llevado a su equipo directivo a solicitar el concurso voluntario para intentar reordenar su situación. La decisión no ha llegado de forma repentina. La empresa cerró el año pasado con pérdidas superiores a los 353.000 euros, y venía arrastrando dificultades ya desde el ejercicio anterior.
A pesar de mantener una facturación de más de 3 millones de euros en 2023, las cuentas evidencian una clara pérdida de rentabilidad. La escalada de costes de aprovisionamiento, que pasaron de representar un 30% a un 50% de los ingresos, ha sido determinante. Esta presión sobre los márgenes ha reducido los recursos disponibles para el funcionamiento diario, afectando directamente a la capacidad de la firma para cumplir con sus obligaciones.
Según detalla el auto judicial, la compañía se encuentra en estado de insolvencia actual, es decir, ya no puede afrontar sus pagos corrientes. El juzgado ha ordenado la intervención de la sociedad, lo que implica que sus administradores seguirán al frente, pero bajo supervisión directa de una administración concursal. Esta función la desempeñará la economista Bárbara Pitarque Villaescusa, designada por el juzgado.
Por el momento, el proceso entra en fase común, es decir, no se contempla aún la liquidación de la empresa ni se ha presentado propuesta de convenio ni oferta de compra. Los acreedores disponen de un mes desde la publicación oficial del edicto en el Boletín Oficial del Estado (BOE) para comunicar sus créditos a la administración concursal.
Un negocio arraigado en la tradición, pero golpeado por los costes
El Boticario emplea actualmente a 40 trabajadores, que también quedan ahora bajo la incertidumbre del proceso judicial. La firma ha sido conocida por combinar producción artesanal y distribución moderna, con una gama de productos que incluía desde bollería dulce hasta panes y masas saladas. Su presencia en grandes superficies y supermercados del Levante español la convirtió durante años en un referente regional del sector panadero.
No obstante, el auge de los costes energéticos, materias primas y transporte, junto a un contexto económico desfavorable y una presión creciente de la competencia, han terminado por debilitar los pilares financieros de la empresa. El descenso en el fondo de maniobra, es decir, en la liquidez disponible para el día a día, ha sido otro factor clave que ha impedido a El Boticario hacer frente al volumen creciente de obligaciones.
A pesar de la situación actual, el hecho de que el concurso haya sido presentado de forma voluntaria y sin solicitud inicial de liquidación abre la puerta a una posible reestructuración. Si se lograra un acuerdo con los acreedores, la compañía podría mantener su actividad, al menos parcialmente, y rediseñar su modelo operativo.
La administración concursal deberá ahora analizar en profundidad las cuentas y activos de la panificadora, así como establecer la lista de acreedores, evaluar los créditos y determinar si existen posibilidades reales de continuidad empresarial. El proceso, que puede extenderse varios meses, será determinante para definir si El Boticario puede sobrevivir o si, por el contrario, se ve abocada a una liquidación.
Una señal de alarma en el sector
Este caso representa una señal de alerta para el sector alimentario tradicional, especialmente para las empresas de tamaño mediano con estructura familiar, como El Boticario. La falta de capacidad para repercutir los aumentos de costes a los precios de venta, sumada a la dependencia de pocos grandes clientes y la dificultad para innovar o internacionalizarse, se están convirtiendo en factores de riesgo cada vez más frecuentes.
El desenlace de este proceso judicial marcará un punto de inflexión para una firma con más de tres cuartos de siglo de historia, que ahora enfrenta el mayor reto de su existencia. La viabilidad de la compañía dependerá de su capacidad para renegociar su deuda, recuperar solvencia y adaptarse a un mercado cada vez más competitivo.