Esta conocida empresa cierra de forma definitiva tras más de 40 años en activo: llevaba un año en concurso de acreedores

La compañía entró en concurso en mayo de 2024 y fue declarada en liquidación judicial, con una deuda estimada en 7 millones de euros

Concurso de acreedores Tórculo

Empresa que no supera el concurso de acreedores

Tórculo Comunicación Gráfica S.A, empresa de artes gráficas de origen gallego, es uno de los muchos ejemplos de compañías que no logran superar un concurso de acreedores. Tras más de un año en proceso concursal, el pasado 30 de junio cerró de forma definitiva, dejando en la calle a toda su plantilla, que era de casi 50 trabajadores.

La compañía de Santiago de Compostela fue tradicionalmente una imprenta offset que se destacó por impulsar la cultura local y su relación con la universidad. Bajo la dirección de Jacobo Bermejo, la compañía se especializó en innovación tecnológica. Además, fue pionera en España en incorporar una prensa digital de inyección continua Ricoh VC70000, una acción que supuso una inversión de más de un millón de euros.

A pesar de su innovación en el sector, Tórculo entro en mayo de 2024 en concurso de acreedores y fue declarada en liquidación judicial, con una deuda estimada en 7 millones de euros. Esta es la situación que viven muchas compañías en España, sobre todo las pequeñas y medianas empresas. Según las estimaciones de expertos, se estima que más de 10.000 negocios podrían entrar en concurso de acreedores este año.

Jacobo Bermejo, gerente, fue el encargado de anunciar a Europa Press que Tórculo echa el cierre tras 40 años.

En el mes de mayo, la CIG-Industria de la comarca de Santiago denunció la incertidumbre que afrontan los 49 trabajadores de Tórculo. Según informó el sindicato, la firma que opera en Santiago, Vigo, A Coruña y Madrid, debía cerrar sus puertas antes del 23 de mayo después de que el plazo para las ofertas en el concurso de acreedores concluyera sin que ninguna fuera admitida.

Qué es un concurso de acreedores

Cuando hablamos de un concurso de acreedores nos referimos al procedimiento legal que se inicia cuando una empresa, autónomo o persona física no puede hacer frente a sus deudas de forma regular. Su objetivo principal es ordenar el pago a los acreedores, quienes tienen derecho a cobrar, de manera justa, evitando un colapso desorganizado de la actividad económica del deudor.

El concurso de acreedores puede iniciarse de dos maneras, dependiendo de quién solicita su apertura:

  • Concurso voluntario: El propio deudor es quien lo solicita cuando reconoce que no puede pagar sus deudas de forma regular o prevé que no podrá hacerlo de forma inminente.
  • Concurso necesario: Lo solicita uno o varios acreedores cuando el deudor ha incumplido de manera clara y prolongada con sus obligaciones de pago. Para ello, deben demostrar hechos objetivos de insolvencia, como el impago de salarios, impuestos o facturas.

En el primero de los supuestos, se solicita una actuación responsable y proactiva por parte del deudor, que está obligado por ley a solicitarlo en un plazo máximo de dos meses desde que se encuentra en situación de insolvencia. Cuando es un concurso necesario, el deudor pierde inmediatamente el control sobre la gestión de su actividad, que pasa directamente al administrador concursal.

Concurso de acreedores sin éxito
Los concursos de acreedores no siempre acaban en liquidación

Una vez se entre en concurso de acreedores, el juez nombra un administrador concursal que analiza la situación financiera, gestiona los activos del deudor y propone un plan de viabilidad o liquidación.

Pasado el plazo, existen dos posibles desenlaces. El primero es el convenio, es decir, un acuerdo entre el deudor y los acreedores para reestructurar la deuda, que pueden pactarse mediante una reducción del monto, y aplazamientos. Si se aprueba, la empresa puede continuar su actividad.

El segundo es la liquidación, que ocurre cuando no hay viabilidad o no se logra un convenio, ni hay ofertas, como le ha sucedido a Tórculo Comunicación Gráfica S.A. En ese caso, se venden los activos para pagar a los acreedores según un orden legalmente establecido.

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