Decretan el concurso de acreedores necesario para esta empresa en quiebra, filial del grupo gasolinero Vilalta
La sociedad, vinculada al grupo Vilalta Corporación, no supera su insolvencia pese a intentos de reestructuración y acumula una deuda millonaria
Gasolinera Port de Tarragona del grupo Vilalta. Foto: Grupo Vilalta
Nueva caída empresarial en el sector energético catalán. El Juzgado Mercantil número 1 de Tarragona ha dictado concurso de acreedores necesario para la empresa Vilalta Ca N’Alzina, una de las filiales del grupo gasolinero Vilalta Corporación, con sede en Tarragona. La decisión judicial responde al estado de insolvencia irreversible que atraviesa la compañía, que no ha logrado cumplir con sus obligaciones financieras y acumula una deuda que se sitúa en torno a los 25 millones de euros.
Una filial clave del grupo, en situación crítica
Vilalta Ca N’Alzina, que opera una estación de servicio en Vila-seca, concretamente en la calle Cuatro Carreteras, es una de las piezas estratégicas del entramado empresarial del grupo Vilalta, especializado en la gestión de gasolineras en el territorio catalán. La sociedad cuenta con un capital social de 2,3 millones de euros, íntegramente suscrito por la matriz del grupo, Energía y Servicios para el Bienestar y la Movilidad Vilalta Corporación, una entidad que gestiona trece estaciones de servicio repartidas por la provincia de Tarragona.
El juzgado ha nombrado como administrador concursal al bufete Think It Legal, que será el encargado de supervisar el proceso judicial, evaluar el estado financiero de la empresa y determinar el posible reparto entre acreedores. Este tipo de concursos necesarios —solicitados por terceros en lugar de la propia compañía— suelen derivar en liquidaciones forzosas cuando el rescate financiero resulta inviable.
Una quiebra que se gestaba desde hace años
La situación crítica de la empresa no es nueva. Ya en 2022, Vilalta Ca N’Alzina intentó llegar a un acuerdo con sus acreedores para renegociar la deuda y extender los plazos de amortización. Sin embargo, las conversaciones no fructificaron, y la sociedad quedó expuesta a un escenario cada vez más complicado. Según el balance económico de 2023, pese a que la firma declaraba unos fondos propios de 7 millones de euros, su capacidad operativa estaba muy limitada, lo que anticipaba un desenlace como el actual.
La compañía se declaró en estado de insolvencia en febrero de este año, con pasivos acumulados por valor de 25 millones de euros. Este volumen de endeudamiento ha resultado insostenible incluso con el respaldo de su grupo matriz. Aunque Vilalta Corporación todavía continúa operativa, este revés supone un golpe reputacional y financiero de gran magnitud para la organización.
El grupo empresarial está encabezado por José Antonio Rosanes Sarrà e Isabel Rueda Antón, quienes lideran la estrategia de expansión y gestión del conglomerado. La caída de Vilalta Ca N’Alzina se interpreta en el entorno empresarial como un aviso de alerta sobre el modelo de negocio de algunas gasolineras independientes que no forman parte de las grandes cadenas del sector.
Más concursos voluntarios en el entorno empresarial
Este nuevo concurso de acreedores coincide con una oleada de insolvencias en el tejido empresarial catalán. En paralelo al caso de Vilalta, se han registrado otras bancarrotas en distintos sectores. Entre ellas destacan:
- Blacoroto Moda, empresa textil con sede en Badalona, bajo la dirección de Paula Tomás Pegenaute.
- Grupo Tenes Auxiliares, dedicada a servicios de portería y control de accesos en Barcelona, con Silvia López Navarro como administradora.
- Italy Coffee Tea Store, firma ubicada en Castelldefels que hasta 2023 operaba bajo el nombre de EMS Trainter Institute.
- Next Stage Ibérica, consultora de organización tecnológica gestionada por Mauricio Aguilar Álvarez.
- Principia Patrimonial, promotora inmobiliaria de Gelida.
- Prohair Trading, distribuidora mayorista de perfumería con sede en Sant Quirze del Vallès.
- Y Qisu Brand, especializada en accesorios y moda para mascotas, con un pasivo de 800.000 euros y sin activos declarados, propiedad de Marina Saurí Paituví.
En este último listado destaca el caso de Qisu Brand, que acumula tres quiebras empresariales en su historial. Sus anteriores firmas, Allergychef en 2017 e Impulse You Brand a comienzos de este mes de julio, también acabaron en procesos de insolvencia. Este patrón ha despertado la atención de los juzgados mercantiles por el posible uso reiterado de estructuras empresariales para asumir riesgos sin garantía de viabilidad a largo plazo.
Un reflejo de la fragilidad del ecosistema empresarial
El caso de Vilalta Ca N’Alzina no es un hecho aislado, sino parte de una tendencia creciente que afecta especialmente a pequeñas y medianas empresas con estructuras poco diversificadas y dependientes de un mercado volátil. A pesar del repunte de la actividad económica en algunos sectores, el endeudamiento acumulado durante los últimos años y los cambios en el modelo de consumo siguen provocando cierres empresariales en cadena.
La quiebra de esta filial del grupo Vilalta es un síntoma más de las dificultades que atraviesan muchas compañías locales, incluso aquellas integradas en grupos empresariales de cierto tamaño. La falta de liquidez, el aumento de los costes operativos y una competencia cada vez más feroz están configurando un nuevo mapa empresarial, donde la resistencia financiera y la capacidad de adaptación se han convertido en los factores clave para sobrevivir.