Esta marca de cosméticos entra en concurso de acreedores, pero podría tener una oferta de continuidad
La situación financiera se ha vuelto insostenible tras varios ejercicios con resultados por debajo de lo esperado y problemas de liquidez que han impedido afrontar pagos clave a proveedores y acreedores.
Una mujer se aplica un sérum
La marca de cosméticos facial Lamdors, con cuatro décadas de trayectoria en el sector de la belleza y la estética, ha sido declarada en concurso voluntario de acreedores.
La decisión, adoptada por el Juzgado Mercantil número 1 de Barcelona en julio de 2025, es un revés para el sector de la cosmética, dada la relevancia e historia de la compañía de origen catalán.
Sin embargo, el proceso tiene un matiz positivo, la existencia de una oferta de adquisición de sus unidades productivas formulada por un tercero. Esto abre una puerta a la continuidad y evita, de momento, la liquidación inmediata de la compañía.
Lamdors fue fundada en 1984 por Dorita Sánchez de San Blas, pionera en la introducción de tecnologías aplicadas a la estética profesional en España.
A lo largo de los años, la empresa ha conseguido posicionar su sello como sinónimo de profesionalidad en el ámbito de los tratamientos faciales de alta eficacia.
Sus marcas propias –Lamdors Global System, Dermoclini, ITCE, Meso-Vac y European Academy Lamdors ITCE–han destacado en el sector por sus terapias antienvejecimiento, control del acné, remodelación corporal y soluciones de regeneración de la piel.
En la última década, Lamdors ha apostado por la innovación, lanzando líneas que incorporan nanotecnología de penetración biomimética y métodos avanzados de entrega selectiva de activos.
Sus productos, presentes tanto en domicilios como en centros especializados, han sido valorados por su carácter “cosmecéutico”, mezclando eficacia clínica con la experiencia cosmética.
Actualmente, Lamdors mantiene una red de nueve delegaciones repartidas por todo el país, incluyendo Barcelona, Madrid, Valencia, Baleares, Granada-Málaga, Alicante-Murcia, Valladolid-León, Galicia y Canarias.
La estructura facilita la distribución y prestación de servicios personalizados que abarcan desde tratamientos en cabina hasta venta directa de productos profesionales para el autocuidado facial.
Concurso de acreedores: las causas
La plantilla y la red de especialistas colaboradoras han sido clave para mantener la reputación de la marca en el mercado profesional de la estética, a pesar de la competencia de grandes grupos internacionales y la irrupción de nuevos actores online.
La declaración de concurso responde a dificultades acumuladas en los últimos años, influenciadas por varios factores:
- Estancamiento y retroceso de la demanda debido a los efectos de la pandemia, la inflación y el cambio de hábitos de consumo.
- Competencia feroz tanto de multinacionales con mayor músculo financiero como de firmas emergentes que apuestan por la venta directa y el canal digital.
- Tensiones en la distribución y encarecimiento de materias primas, que afectan tanto al margen de beneficio como al ritmo de innovación.
- Alta dependencia del canal profesional, muy sensible a las crisis económicas y a las nuevas regulaciones.
La situación financiera se ha vuelto insostenible tras varios ejercicios con resultados por debajo de lo esperado y problemas de liquidez que han impedido afrontar pagos clave a proveedores y acreedores.
A diferencia de otros concursos, el caso de Lamdors se presenta con una oferta firme de adquisición de las unidades productivas.
Este tipo de solución, prevista por la nueva normativa concursal española, busca evitar la liquidación del negocio dotando de continuidad todos o parte de los activos, plantillas, marcas y actividad productiva a través del traspaso a una empresa interesada.
El tribunal ha designado un administrador concursal que debe valorar la viabilidad de la oferta, garantizar la transparencia en el proceso y proteger los intereses tanto de los acreedores como de los trabajadores.
El objetivo es maximizar la conservación del valor de la empresa y salvaguardar el mayor número de puestos de trabajo.
Lamdors ha tenido que adaptarse en varias fases. En 2018, durante el auge del proceso soberanista catalán, la firma trasladó su sede social a Madrid aunque mantuvo su núcleo operativo en Barcelona, una decisión guiada por la búsqueda de estabilidad institucional y financiera.
No obstante, el grueso de su actividad ha seguido anclado al tejido empresarial y profesional catalán.