Madrid tocará el cielo: Adif aprueba un rascacielos de 54 plantas junto a Chamartín
Madrid eleva su skyline con un rascacielos de 54 plantas en Chamartín y consolida un nuevo eje empresarial y de transporte
Simulación de los rascacielos en Chamartín. Foto: Adif
Madrid está lista para transformar su horizonte urbano. El entorno de la estación de Chamartín será testigo de una revolución arquitectónica tras la aprobación, por parte de Adif, del plan urbanístico que habilita la construcción de un conjunto de torres de gran altura, entre ellas una que rozará los 250 metros de altitud. Este nuevo rascacielos, con 54 plantas, se convertirá en uno de los más altos del país, abriendo un nuevo capítulo en el desarrollo del norte de la capital.
La actuación se enmarca dentro de la ambiciosa operación Madrid Nuevo Norte, uno de los mayores proyectos urbanísticos de Europa. El plan aprobado por el gestor ferroviario redefine no solo el uso de los terrenos ferroviarios colindantes, sino también su morfología, distribución y volumetría. Por primera vez, se establece con detalle cómo se integrarán los usos del transporte con un moderno distrito de negocios, en una zona históricamente aislada por las infraestructuras.
El documento desbloquea la posibilidad de levantar cuatro torres de gran altura, de las cuales dos se alzarán en el lado oeste de la estación, en la calle Agustín de Foxá, y alcanzarán cotas nunca antes vistas en ese eje urbano. Este conjunto marcará un antes y un después en el skyline madrileño.
Torres de vértigo: la nueva silueta del norte de Madrid
La joya de la corona será la torre de 54 plantas, cuya altura final podría igualar a la actual Torre de Cristal, el edificio más alto del país. Muy cerca de ella, otra torre alcanzará entre 35 y 42 niveles, completando el nuevo frente vertical que se sumará a las ya icónicas Cuatro Torres Business Area.
Estas construcciones no solo tendrán un impacto visual, sino también estratégico. Estarán destinadas al uso terciario, en concreto oficinas, y ocuparán una parte clave en la reconfiguración del eje norte de Madrid como núcleo empresarial de primer nivel. En total, se han asignado 180.000 metros cuadrados edificables para este fin.
En paralelo, el este de la estación albergará otras dos torres de menor altura. Una de ellas será la futura sede corporativa de Adif, con un diseño de hasta 24 plantas, y la otra, de volumen más discreto, contará con alturas escalonadas que no superarán los 10 pisos. Esta disposición responde a criterios de integración con el entorno residencial, especialmente con las zonas de viviendas unifamiliares cercanas.
Un proyecto que redefine movilidad, ciudad y arquitectura
Más allá de los rascacielos, el plan establece una nueva lógica urbana que busca coser la fractura histórica que ha supuesto la estación de Chamartín. Se han previsto tres grandes accesos peatonales —desde el oeste, norte y sur— que enlazarán el complejo ferroviario con espacios públicos, plazas, zonas verdes y el futuro centro de negocios.
La integración con el transporte público es otro de los ejes fundamentales. El diseño contempla un nuevo intercambiador multimodal junto a la estación de metro, que conectará Cercanías, Alta Velocidad, autobuses urbanos e interurbanos, así como espacios destinados a vehículos compartidos y VTC. La estimación de uso es de 250.000 viajeros diarios, lo que convertirá a Chamartín en uno de los nodos de transporte más importantes de Europa.
En paralelo, se desarrollarán 54.000 m² de zonas verdes y viales, así como 1.800 m² para equipamientos comunitarios. Todo ello bajo una premisa clara: crear un entorno funcional, humano y sostenible en una de las zonas más infrautilizadas de la ciudad.
Una transformación impulsada desde el diseño urbano
El modelo propuesto por Adif mantiene el espíritu del concurso internacional de ideas que sentó las bases para la transformación de Chamartín. La configuración de las terminales, los accesos peatonales, la cobertura de las vías y las futuras ampliaciones de las líneas 1 y 4 del Metro respetan la propuesta ganadora, pero la complementan con una densidad edificatoria mejor distribuida.
Uno de los aspectos más relevantes del nuevo diseño es la forma en que se ha resuelto el diálogo entre lo vertical y lo horizontal. La gradación de alturas de oeste a este suaviza el impacto visual, adaptando las torres a su entorno inmediato. Así, mientras las estructuras más imponentes se concentrarán junto a las actuales Cuatro Torres, en el otro extremo se ha optado por volúmenes más amables, en coherencia con el tejido residencial.
El plan también tiene en cuenta la necesidad de articular recorridos peatonales fluidos, con plataformas a diferentes alturas que conectarán los accesos ferroviarios con las calles adyacentes. Los zócalos que servirán de base a los rascacielos se solaparán con estas estructuras, creando un paisaje urbano dinámico y multifuncional.
Fase decisiva en una operación que lleva décadas gestándose
La aprobación del Plan Parcial de Reforma Interior (PPRI) por parte de Adif supone un hito decisivo tras más de 25 años de debates, retrasos y ajustes urbanísticos. Ahora será el turno de la Comunidad de Madrid, que ya analiza el documento con especial atención a su impacto medioambiental, antes de que el Ayuntamiento asuma su tramitación definitiva.
Aunque aún no hay fechas concretas para el inicio de las obras, el desbloqueo administrativo pone en marcha la maquinaria de una transformación largamente esperada. Madrid se prepara así para una de las reformas urbanas más ambiciosas de su historia reciente, tanto por su escala como por su capacidad de reinventar el tejido urbano de toda una zona.
Con sus nuevas torres, su centro de negocios y una estación completamente remodelada, Chamartín se convertirá en la nueva puerta norte de la capital, un enclave donde confluyen innovación, conectividad y sostenibilidad. Y, sobre todo, en el lugar donde Madrid literalmente toca el cielo.