La mejor salida para Orcel es un pacto a lo Reuben con Botín

La indemnización reclamada equivale a 10 años de salario y al bonus completo de UBS, lo que parece una primera cifra para presionar las negociaciones

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Andrea Orcel parece que está reclamando ponerse el primero en la lista de problemas por resolver que el Santander está tratando de liquidar antes de la llegada del verano. Tras la tregua dada durante unos meses, el ex banquero de inversión habría encontrado su precio de partida para negociar: 100 millones o ser nombrado consejero delegado.

Es una cifra que se presume excesivamente alta porque, incluso aunque hubiera recibido del Santander los 50 millones de la resolución de su contrato con UBS, habría tardado diez ejercicios en cobrar 100 millones, si se considera que su salario anual iba a quedarse en línea con el que percibe José Antonio Álvarez, consejero delegado del banco. En 2018, Álvarez recibió algo más de 9 millones, entre salario y aportaciones a planes de pensiones.

El momento elegido para que Orcel haga pública su reclamación no parece casual. El Santander acaba de cerrar acuerdos multimillonarios para rescindir el contrato que mantenían Banco Popular con Allianz, por cerca de 1.000 millones de euros, y, aunque no ha trascendido la cifra, también habría tirado de chequera para recuperar su Ciudad Financiera a los Hermanos Reuben. Una operación en la que, aunque el Santander haya sido generoso, no sale mal parado.

En su momento, recibió 1.900 millones de Marme Inversiones y se ahorrará más de 2.000 millones al verse obligado a dejar de pagar la renta por su Ciudad Financiera, sede corporativa del grupo. Asimismo, aunque dentro de los planes a corto plazo del grupo estaría mantener la titularidad de este activo, no puede descartarse que a largo plazo pueda repetir la operación de Marme Inversores o idear otra nueva referenciada a estas instalaciones, para las que ya ha comprobado que existe apetito.

Santander, sin un hueco que encaje a Orcel

De acuerdo con El Confidencial, Ana Botín, presidenta de Banco Santander, trató de buscar a Orcel un puesto como asesor, bien retribuido, pero la solución no habría gustado al ejecutivo, acostumbrado a figurar en primera fila. A Orcel, de hecho, le compensa trabajar -su salario anual era superior a los 10 millones de dólares- y el ‘parón’ al que se ha visto obligado es negativo para su carrera, que se anticipaba larga, ya que apenas tiene 56 años. Su salto al Santander era la oportunidad de empezar una nueva etapa, pero si ahora le fichara un banco competidor de UBS tendría que renunciar a parte del bonus acumulado en el banco suizo. 

En una entrevista en Financial Times en mayo, Orcel señalaba que no renunciaría a un trabajo interesante para cobrar el bonus de UBS, aunque, de acuerdo con la versión oficial del Santander, que explicó que el coste del fichaje era excesivo, esto no se cumplió en el caso del banco español. Botín no habría podido convencer a UBS de que el perfil de Banco Santander -más centrado en banca comercial-, no le convertía en un competidor y Orcel no quiso renunciar a parte de los derechos adquiridos, lo que acabó por frustar el fichaje.

En contraste, a Banco Santander tampoco le compensa prolongar esta situación, que repercute negativamente en su imagen internacional. El anuncio y posterior marcha atrás del fichaje de Andrea Orcel, fue un hito insólito en el mundo financiero y puede limitar la capacidad del banco para atraer talento. Por ahora, Orcel ha mantenido un perfil mediático bajo, con encuentros con prensa financiera muy medidos, pero la prolongación de la situación podría impulsar su locuacidad y esto dañar la imagen de la entidad española.

En la City existe cierto complicidad con Orcel y él se está encargando de sacar provecho a una «imagen» renovada de víctima de un fichaje frustrado, acallando las voces críticas que le culpaban de tener mal carácter. El ex banquero de inversión está profundizando en este nuevo perfil y para ello, cuando se siente con FT, insiste en señalar que está aprovechando el parón obligatorio para pasar más tiempo con su familia y «leer», e incluso aparece en la entrevista con su cachorro de husky Flash

Lo cierto es que Orcel tampoco tiene libertad para ser muy crítico con Ana Botín y el banco español porque eso pondría en riesgo su buen nombre en el sector. Un largo periplo judicial -y muy mediático- tampoco parece el camino óptimo para ninguna de las partes. 

Sin embargo, una solución muy favorable para Orcel es un hándicap para el banco. Banco Santander rechazó su fichaje por el alto coste de su compensación, por lo que pactar una cifra superior para llegar a un acuerdo con Orcel sería muy difícil de justificar y dañino para la imagen del banco.

Tampoco parece que tenga una vacante que encaje con el ejecutivo -la única relevante es la presidencia de Santander España con la próxima salida de Rodrigo Echenique, que en principio iba a jubilarse en junio-; por lo que Orcel podría estar buscando un acuerdo económico satisfactorio para volver a empezar sin ver dañada su reputación.

El papel de los ‘Remón Brothers’

Igual que en el caso del pacto con los Reuben, el acuerdo entre Orcel y el Santander es algo que parece que quedará en familia. Andrea Orcel habría contratado para asesorarle en el proceso al despacho DeCarlosRemón. El administrador de este bufete con sede en Madrid es Álvaro Ramón Peñalver.

Este abogado se describe a sí mismo como experimentado «en la defensa procesal y arbitral de sus clientes en toda clase de litigios y materias». Además, su perfil sería el más indicado para tratar de cerrar un acuerdo con el banco español, ya que «también asesora a sus clientes en la fase prelitigiosa, para evitar el litigio o para mejorar la defensa de sus intereses en un posterior contencioso», apunta en su sitio en Internet.

En el otro lado del caso se situaría la firma en la que trabaja su propio hermano, Uría Menéndez, que estaría asesorando a Banco Santander. Jesús Remón Peñalver es socio desde 1996 y está especializado en arbitrajes y también en «reclamaciones de cantidad y disputas sobre cumplimientos de contratos»; una experiencia que parece clave en este caso.

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