Cambio de locomotora económica

Las economías deben ser ágiles, flexibles y capaces de cambiar de dirección rápidamente; sin depender exclusivamente de la producción industrial, hay que invertir en educación, innovación y emprendimiento

Fábrica de coches

Fábrica de coches | Foto de Anfac

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En el vasto paisaje de la economía global, las locomotoras han sido durante mucho tiempo un símbolo de progreso y movimiento. Sin embargo, como en cualquier viaje, llega un momento en que debemos cambiar de tren, explorar nuevas rutas y adaptarnos a los desafíos del presente.

Alemania, que ha sido una locomotora económica indiscutible, está experimentando un cambio de vías. Y en España también se está apreciando esto. Pero, ¿qué significa este cambio y cómo podemos trazar un paralelismo entre las economías tradicionales y las economías modernas?

Sabemos que, durante décadas, Alemania ha sido el motor económico de Europa. Su robusta industria manufacturera, su enfoque en la calidad y su capacidad para exportar productos de alta tecnología han venido impulsando su crecimiento. Como una locomotora que avanza con fuerza, Alemania ha liderado la economía en términos de producción, comercio y desarrollo.

Pero, como en cualquier sistema ferroviario, las vías no son inmutables. La globalización, la tecnología y los cambios en la demanda están alterando el paisaje económico. Debido a ello, la locomotora alemana se enfrenta a nuevos desafíos.

La cuarta revolución industrial está transformando la forma en que producimos y consumimos. La inteligencia artificial, el análisis de datos y la automatización están redefiniendo los roles laborales y la eficiencia de las fábricas. También la conciencia ambiental está impulsando la transición hacia energías más limpias y sostenibles. Y Alemania, conocida por su industria automotriz, no parece encontrar formas de liderar en la fabricación de vehículos eléctricos y tecnologías verdes.

Además, las economías modernas no solo se basan en la producción física, sino también en los servicios y el conocimiento. La consultoría, la tecnología de la información y la investigación científica son nuevas vías de crecimiento. Es decir, en lugar de una sola locomotora, hoy se precisa una flota diversificada. Las economías deben ser ágiles, flexibles y capaces de cambiar de dirección rápidamente. Sin depender exclusivamente de la producción industrial, hay que invertir en educación, innovación y emprendimiento.

Siguiendo con la analogía aquí aludida, la nueva locomotora ahora es una red de trenes de alta velocidad, cada uno especializado en su área, pero trabajando juntos para avanzar. Por lo que el cambio de locomotora económica no es una señal de declive, sino de adaptación. Alemania y otras naciones deben abordar las nuevas vías y explorar terrenos desconocidos para liderar en la economía del futuro. Las locomotoras tradicionales pueden haber sido poderosas, pero hoy se precisa una flota diversa y ágil para ir hacia adelante. El tren de la economía global está en movimiento y todos debemos estar listos para subirnos al mismo.

La cuarta revolución industrial está transformando la forma en que producimos y consumimos

De hecho, este cambio de paradigma en la globalización también está transformando la economía española. Mientras la locomotora exportadora alemana se estanca, España ha encontrado oportunidades en sectores de servicios no turísticos. Estos sectores, menos afectados por las trabas al comercio internacional, han experimentado un gran salto adelante. Las ventas en el exterior de servicios no turísticos han superado incluso los ingresos por turismo, tradicionalmente el pulmón de la economía española.

Estas actividades, como la consultoría, la construcción y las nuevas tecnologías, ya representan el 7,6% del PIB español. El estancamiento de las importaciones de servicios no turísticos ha resultado en un superávit histórico cercano al 3% del PIB en nuestros intercambios. Antes de la crisis financiera, este saldo era casi nulo. De tal modo que estos sectores no solo apuntalan el excedente externo, sino que también contribuyen al crecimiento económico. Más del 20% del avance del PIB registrado en 2023 se debe directamente a la pujanza de estos servicios no turísticos.

Esta trayectoria positiva se debe a varios factores. En primer lugar, los costes laborales en España son altamente competitivos en Europa, lo que contribuye al buen posicionamiento internacional del sector. Además, la presencia internacional en sectores como la consultoría y el software se basa en la conectividad a la red, algo que se puede lograr con empresas relativamente pequeñas, comunes en nuestro tejido productivo.

Para consolidar nuestra competitividad, sobre todo, es fundamental seguir ampliando la gama de servicios no turísticos que ofrecemos. Esto implica identificar nuevas oportunidades y adaptarnos a las demandas cambiantes del mercado global. Además, debemos invertir en investigación, desarrollo y adopción de tecnologías emergentes. La capacitación y retención de profesionales altamente cualificados en áreas como la ingeniería, la informática y la consultoría también son esenciales.

Pero las barreras burocráticas y regulatorias pueden dificultar el crecimiento empresarial, por lo que simplificar los procedimientos administrativos y reducir la carga regulatoria permitirá a las empresas operar de manera más eficiente y competitiva. Teniendo en cuenta que, a medida que expandimos nuestras exportaciones de servicios, debemos asegurarnos de que sea de forma sostenible y estratégica. Esto implica evaluar cuidadosamente los mercados objetivo, comprender las dinámicas locales y adaptarnos a las particularidades de cada región.

Así, España ha diversificado su modelo exportador, pero es esencial seguir invirtiendo en talento y tecnología para mantenernos competitivos en la economía global. Sin embargo, el programa de ayudas María Zambrano, diseñado para atraer talento internacional a nuestro país, ha dejado a la deriva laboral a 700 científicos. Estos investigadores de excelencia llegaron al país en 2022 bajo el paraguas de este programa, que fue lanzado en enero de 2021 por el extinto Ministerio de Universidades y financiado con fondos europeos. Aunque el sueldo bruto era atractivo (4.000 euros al mes) y se ofrecía una pequeña ayuda para acomodarse (3.500 euros), no existía un compromiso por escrito de estabilización tras el final del contrato, que podía tener una duración de uno, dos o tres años. Lamentablemente, no hay planes para consolidar a estos científicos una vez que la partida de ayudas María Zambrano se agote en 2024. Dejando en una posición incierta a estos investigadores talentosos que vinieron a España con la esperanza de contribuir al avance científico y tecnológico.

Esperemos que se encuentren soluciones para garantizar la estabilidad y el desarrollo de estos profesionales excepcionales en el futuro y para consolidar los nuevos y buenos motores de la economía española, ya que con la precariedad no hay locomotora ni vagón que vaya bien.

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