¿Eólicos? Primero Galicia, nuestra gente y nuestra naturaleza

¿Cómo es posible que la sociedad gallega se deje convencer por el poder de la propaganda de unas y otros y acepte resignada que la descarbonización requiere la destrucción de la biodiversidad, de la naturaleza y la conversión innecesaria de Galicia?

Un aerogenerador en el parque eólico de Sil y Meda, a 31 de mayo de 2023, en Esgos, Ourense, Galicia.

Un aerogenerador en el parque eólico de Sil y Meda, a 31 de mayo de 2023, en Esgos, Ourense, Galicia. – Agostime – Europa Press – Archivo

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Los afectados por la plaga de parques eólicos que esta asolando Galicia nos sentimos abandonados y desamparados. Hace no mucho éramos todos ecologistas, nos preocupaba la protección de nuestra naturaleza y decíamos con orgullo que nuestra primera obligación era defender y hacer llegar a las próximas generaciones el maravilloso patrimonio natural de nuestra Tierra. Hablábamos de proteger nuestro entorno rural y de fijar la población en él.

Ahora asistimos con sorpresa y estupor a la invasión y expulsión de nuestras tierras por torres de cemento, acero y fibras sintéticas de 200 metros que los intereses económicos de las empresas eólicas y la desastrosa política energética de nuestros políticos, en evidente complicidad, pretenden hacernos creer, a base de dinero y leyes injustas, que es energía limpia y sostenible.

La realidad es que ni lo uno ni lo otro. No es posible vivir ni trabajar incluso a kilómetros de un aerogenerador y desde luego no a los increíbles 500 metros de una vivienda a los que autoriza nuestra ley su implantación. Su impacto visual y acústico, su parpadeo de luces y sombras y sus ondas electromagnéticas destrozan la naturaleza y hacen imposible la vida y el desarrollo de actividades agrícolas, ganaderas y turísticas en su entorno.

¿Cómo es posible que la sociedad gallega se deje convencer por el poder de la propaganda de unas y otros y acepte resignada que la descarbonización requiere la destrucción de la biodiversidad, de la naturaleza y la conversión innecesaria de Galicia, cuando somos excedentarios en la producción de energía eléctrica, en tierra de sacrificio al servicio de intereses económicos que no se traducen en riqueza ni puestos de trabajo por mucho que intenten convencernos de lo contrario?

¿Cómo es posible que no nos demos cuenta de que otras sociedades europeas más avanzadas, como los países nórdicos o, sin ir más lejos, aquí en España, la Comunidad Autónoma de Madrid o el País Vasco rechazan los parques eólicos porque destrozan y no suman? Un articulo publicado hace escasos días en la Voz de Galicia reflejaba que desde 1979 uno de cada cuatro ministros de los gobiernos españoles acabó en consejos de administración o puestos de alta dirección de empresas energéticas.

Se adaptan las leyes a los intereses de las empresas eólicas y se destrozan irreversiblemente, (aunque a su causa le llamen energía “renovable”,) hábitats de interés comunitario y especies protegidas que son ignorados en procedimientos administrativos y declaraciones de impacto ambiental que ni siquiera respetan nuestros derechos de audiencia y defensa.

¿Cuánto valen nuestras casas, nuestra agricultura y ganadería, los humedales y el privilegiado ecosistema del valle de Barcia, del Monte Xalo y del nacimiento del río Barcés, del que además bebe la ciudad de A Coruña con el consiguiente impacto en la salud de todos los coruñeses? Cualquier Administración con un mínimo de sensibilidad medioambiental protegería esta maravilla. La Xunta lo vende por 20 megavatios. Nosotros no podemos tener las armas de la propaganda, del poder y del dinero, pero confiamos en los tribunales de justicia. Vemos que no están libres de presiones, pero les decimos que es lo único y lo ultimo que nos queda.

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