Redondo, Iván

La estrategia política es el arte de leer entre líneas y estos últimos días hemos asistido a un ejemplo muy evidente que, quizás por maquiavélico, haya podido pasar desapercibido

Iván Redondo. EFE/J.J. Guillén

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A quienes se dedican a la estrategia, incluso en aquellos que la aplican a la política, se les presupone inteligencia; incluso conocimientos, cuando no cultura. La estrategia política es el arte de leer entre líneas y estos últimos días hemos asistido a un ejemplo muy evidente que, quizás por maquiavélico, haya podido pasar desapercibido.

Renacimiento esperable

Uno de los imperecederos frutos del Renacimiento, época, por otra parte, fructífera en todos los sentidos, lo supone el uso del anagrama, esa suerte de códigos cifrados y secretos en forma de frases enigmáticas utilizadas sobre todo para comunicar descubrimientos en clave, en particular cuando no se quería confrontar con la Iglesia de Roma. El sutil Galileo lo utilizó para “informar” a acólitos como su amigo Johannes Kepler sobre descubrimientos cruciales: “Cynthiae figuras aemulatur mater amorum” (“La madre del amor emula la forma de Cynthia”), esto es, Venus emula a la Luna fue la expresión ideada por Galileo para comunicar a su amigo, el astrónomo de Rodolfo II, residente en Praga, que había constatado mediante el telescopio que Venus presentaba fases parecidas a las de la Luna, haciendo con ello mucho más demostrable el modelo de Copérnico.

Suponemos al ya ex asesor del presidente del Gobierno, un digno conocedor de la cultura renacentista, en particular de sus avatares políticos y, en concreto, de la aleccionadora obra de Maquiavelo, “El Príncipe”. Por ello, la nota manuscrita trasladada al común, desconocido su destinatario, por parte de Iván Redondo en su despedida, podría considerarse un anagrama. Leyendo entre líneas y suprimiendo lo innecesario, la nota, que transcribimos completa, quedaría de la siguiente manera:

A veces EN LA POLÍTICA,EN LA EMPRESA como en la vida, además DE saber ganar, saber PERDER, HAY que hacer ALGO mucho más IMPORTANTE: saber PARAR. Muchas gracias por TODO. Ha sido un HONOR. Nos VOLVEREMOS a ver. IVAN REDONDO”.

¿Aviso a navegantes?

Hermetismo como estilo, filosofía por otro lado muy renacentista, para quien ha sido, al menos hasta ahora, hermético en sus valoraciones. En los capítulos XXI y XXII de la mencionada obra “El Príncipe”, se tratan dos temas que, repasándolos, se traslucen entre las líneas de la supuestamente inescrutable nota de Redondo. Y así, en el capítulo XXI titulado Cómo debe comportarse un príncipe para ser estimado”, Maquiavelo, después de glosar las múltiples virtudes de Fernando de Aragón, para él compendio del modelo de príncipe, asevera que “cuando cualquier súbdito hace algo notable, bueno o malo, en la vida civil, hay que descubrir un modo de recompensarlo o castigarlo que dé amplio tema de conversación a la gente. Y, por encima de todo el príncipe debe ingeniarse por parecer grande e ilustre en cada uno de sus actos”, instándole así mismo, finalizando el capítulo a que “dé pruebas de sencillez y generosidad, sin olvidarse, no obstante, de la dignidad que inviste, que no debe faltarle en ninguna ocasión”. Fuerza y Honor.

En el capítulo XXII de título De los secretarios del príncipe”, el maltratado ya en vida cortesano florentino (vistas las últimas noticias habidas en el Real Madrid, esto ya se convierte en un oxímoron), sentencia: “Para conocer a un ministro hay un modo que no falla nunca. Cuando se ve que un ministro piensa más en él que en uno y que en todo no busca sino su provecho, estamos en presencia de un ministro que nunca será bueno y en quien el príncipe nunca podrá confiar”. Remedando el clásico español, un tanto posterior, “casa con dos puertas, mala es de guardar”.

Por contra, el italiano también aclara que, “por su parte, el príncipe, para mantenerlo constante en su fidelidad, debe pensar en el ministro. Debe honrarlo, enriquecerlo y colmarlo de cargos, de manera que comprenda que no puede estar sin él, y que los muchos honores no le hagan desear más honores, las muchas riquezas no le hagan ansiar más riquezas y los muchos cargos le hagan temer los cambios políticos”.

Redondo, como todo buen asesor carente de férrea ideología, ya provenía de haber mantenido más que coqueteos con el Partido Popular

VolVeremos”

Finalmente, Maquiavelo concluye que “cuando los ministros y los príncipes con respecto a los ministros, proceden así, pueden confiar unos en otros, pero cuando procedan de otro modo, las consecuencias son perjudiciales tanto para unos como para otros”. Máxime, cuando no se haya sido ni ministro. Fuerza, Honor y Confianza.

Redondo, como todo buen asesor carente de férrea ideología, ya provenía de haber mantenido más que coqueteos con el Partido Popular cuando contribuyó de manera decisiva al triunfo de Albiol en la alcaldía de Badalona, trabajó a favor de José Antonio Monago o sostuvo a Antonio Basagoiti. Por lo tanto y a futuro, puestos ya en refranes, frases y lemas, “nunca es tarde, si la desdicha es buena”.

Amigo de los retruécanos y de la habilidad táctica, Redondo, en su nueva etapa como “liberado” nos augura tardes de gloria, barrancos incluidos. Avisa, o más bien, aviesa con taimada estrategia de que el partido, nunca mejor dicho, no está terminado (“Volveremos”). Habilidad suprema es haber llegado a la prórroga con un ficticio 1-0 con el presidente; pero aún habrá esa prórroga y, muy posiblemente, hasta penaltis.

Redondo, en su nueva etapa como “liberado” nos augura tardes de gloria, barrancos incluidos


Volviendo a los anagramas, Galileo Galilei envió en septiembre de 1610 al entonces embajador de Toscana ante el rey de Hungría, Giuliano de Médicis, uno, modificación del anterior con el que acreditaba la autoría de un importante descubrimiento, el ya mencionado derrocamiento del sistema geocéntrico, con la frase “Haec inmatura a me iam frustra leguntor o.y.”, traducible por “Estas cosas inmaduras ahora son leídas por mí en vano”. Veremos.

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