Puigdemont se apoya en la Diada para lanzar su propio plan secesionista

La movilización no alcanza el número de otros años, pero anima al president a pedir un referéndum al Estado mientras acelera la "desconexión" de España

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La quinta vez. Y, aunque aparentemente nada se mueve, el soberanismo sigue adelante, con un plan de desconexión previsto para el otoño de 2017. El presidente catalán, Carles Puigdemont, se apoyó este domingo en la movilización de la Diada para pedir al Estado –aunque lo hará de forma solemne el 28 de septiembre, en la cuestión de confianza a la que se someterá en el Parlament—un referéndum pactado. La paradoja es que mantiene su propia hoja de ruta, y quiere tener previsto, para el mes de julio, las tres leyes de «desconexión», con el objeto de convocar en septiembre unas elecciones constituyentes.

¿Va de farol? ¿Quiere tantear el terreno por última vez con el Gobierno que, finalmente, se pueda constituir en España? Puigdemont no es un político al uso. Es un activista independentista desde joven, –participó en la Diada, abandonando su cargo institucional– y sabe que tendrá una oportunidad. «Espero que para la próxima Diada estaré en funciones», aseguró a un grupo de periodistas internacionales, con la idea de convocar elecciones a finales de septiembre de 2017, aprovechando, una vez más, el empuje de la Diada.

Muestras de flaqueza

Esta vez el movimiento soberanista ha dado muestras de flaqueza, aunque eso es relativo, porque el esfuerzo de la ANC y Òmnium Cultural ha sido mayúsculo. Las dos entidades calcularon la movilización en un millón de personas, mientras que las policías locales lo hicieron en 800.000.

Se trató de miles y miles de personas concentradas en Barcelona, en Salt (Girona), Berga (Barcelona), Lleida y Tarragona, en ambiente festivo y sin incidencias. La cuestión es qué pasa a partir de este lunes.

La incorporación de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, plantea un reto al soberanismo. Colau está organizando un gran movimiento de izquierdas que pueda competir para gobernar la Generalitat. El objetivo de ese movimiento, en el que se integrará la rama de Podemos en Cataluña, es buscar una reforma constitucional en España y que incorpore un referéndum pactado en Cataluña.

Tripartito a la vista

Podría lograr un terreno común con Esquerra Republicana y la CUP para formar un tripartito de izquierdas. Una previa de esa conjunción se pudo ver el pasado viernes en la conmemoración del 40 aniversario de la primera Diada autorizada tras la dictadura, en 1976.

Puigdemont es consciente de esa posibilidad. Lo es el Partit Democràta Català, la ex Convergència. El ex presidente Artur Mas, que esta vez sí participó en la manifestación, mostró su enojo por esa concentración en Sant Boi sin contar con el PDC. Pero esa operación se masca desde hace meses, aunque ni la CUP ni ERC la defienden por ahora.

Todo dependerá de cómo avance el plan, y de cómo actúe el próximo Gobierno en España. Lo que también sabe Puigdemont, Mas y las entidades soberanistas es que es muy difícil que la ciudadanía aguante tanto tiempo. La movilización de este año ha sido importante, pero mucho menor que en ediciones anteriores. Ese cansancio lo percibe la ANC, pero el movimiento no quiere ni puede rectificar, y seguirá adelante mostrando sus contradicciones.

Bloqueo consciente

Una de ellas es que Puigdemont asegura que en el mes de julio tendrá preparadas las tres leyes de la «desconexión». La idea es simple, pero poco realista: se pretende pasar de la ley a la ley, es decir, dejar de obedecer al parlamento español para hacerlo al parlamento catalán, sin vacíos legales. Pero no hay dos leyes, hay solo una. Esa es una frontera para los independentistas.

Todo el Govern de Puigdemont sostiene que en esa doble legitimidad que se genera, se hará caso al Parlament. Si se sigue adelante hasta el final, será el Gobierno central quien tendrá la responsabilidad de detenerlo o de negociar, con lo que la suspensión de la autonomía entrará en los próximos meses en las carpetas de los gobernantes en Madrid.

Puigdemont, conocedor de todo eso, aunque es un activista de primera hora, busca ganar algo de tiempo. Tiene a su favor, por ahora, a la CUP, que no se opone a que trate de lograr un referéndum acordado, pero que mantenga los planes en marcha. También Esquerra Republicana se muestra a favor. «Apoyamos todos los caminos democráticos para que los catalanes puedan decidir», aseguró Oriol Junqueras.

Esperando al PSOE

Dependerá, en gran medida, del nuevo gobierno en España. Bloqueado desde hace ocho meses, y si las elecciones gallegas y vascas no modifican la situación, serán otras elecciones las que decidan el nuevo Ejecutivo español. Puigdemont, y todo el bloque independentista quiere que el PSOE tome el mando y pueda articular una alternativa al PP, pero los socialistas saben que no podrán satisfacer a los soberanistas. El partido se partiría en dos.

Sin solución, Puigdemont seguirá adelante, y, a pesar del menor apoyo en las calles, el Gobierno catalán camina sin remisión hacia un choque con el inquilino de la Moncloa.

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