Andalucía marcará el futuro de los partidos a nivel nacional

Sánchez y Casado aumentan su presencia en la región pensando en los comicios autonómicos, que se celebrarán antes que las generales haya o no adelanto electoral

Juanma Moreno y Juan Espadas, en el Parlamento andaluz. // EFE

Juanma Moreno y Juan Espadas, en el Parlamento andaluz. // EFE

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El curso político empieza en Andalucía como terminó: con los miembros del Gobierno repitiendo hasta la saciedad que las urnas se colocarán cuando toca: “No va a haber adelanto electoral en Andalucía. Nadie entendería que fuéramos tan idiotas”.

La cita pertenece a Juan Marín, vicepresidente del Gobierno andaluz, en una entrevista concedida este viernes a la Cadena Ser en la que añadió, tirando de acervo popular, que “si se paralizara la administración autonómica durante seis meses, la gente nos correría a gorrazos”.

El líder andaluz de Ciudadanos tiene la virtud de regalar jugosos titulares a la prensa. otra cosa es que le funcione y que sus compañeros de viaje compartan su tesis.

De cumplirse el calendario previsto, los comicios se celebrarán en otoño de 2022. Desde Cs afirman que el matrimonio entre PP y Ciudadanos es sólido y que la enésima amenaza de desestabilización formulada por su socio parlamentario VOX (en verano, la polémica ha sido por el veto a los espectáculos del bombero torero), suena ya, de tan insistente, al cuento del pastor y el lobo.

Y si bien todo este relato es verosímil, lo cierto es que hoy el tablero de juego de la política nacional pasa, este curso, por Andalucía, la comunidad con más peso poblacional, una de las que más fondos Next Generation va a recibir e, históricamente, el más importante feudo de voto socialista, aunque esté en horas bajas por una digestión complicada de la pérdida del poder autonómico tras 36 años ininterrumpidos de omnipresencia del PSOE.

No en vano, el mismo presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, protagoniza este sábado un acto en Jaén para arropar a Juan Espadas, nuevo líder del PSOE andaluz, en el que también ha participado el presidente valenciano Ximo Puig, líder de la otra federación clave en el mapa socialista.

La imagen de este sábado precede a la que este mes protagonizará el presidente valenciano junto a Juanma Moreno para reclamar a la ministra Montero una financiación autonómica justa para las dos comunidades, Andalucía y Valencia, más maltratadas por la hacienda estatal.

¿Tacticismo partidista o responsabilidad en la ejecución de los fondos europeos?

Con la calculadora y el calendario en ristre, todos los líderes asumen en privado que el tacticismo partidista va a pesar más en sus respectivas estrategias nacionales que la responsabilidad en agotar la actual legislatura, que sería lo recomendable para que la maquinaria de la administración andaluza trabajara a destajo para ejecutar los fondos europeos de la recuperación económica precisamente en la comunidad autónoma que, pese a la notable bajada del paro, continúa a la cola en la creación de empleo de calidad.

Un escenario complejo en el que una de las pocas certezas que arroja este inicio de curso es que la prerrogativa para pulsar el botón del adelanto electoral pertenece en exclusiva a Juanma Moreno.

Aunque es conocida la buena sintonía entre presidente y vicepresidente el argumento de que este Gobierno es inestable está de manera continuada en el debate del que se retroalimenta prensa y clase política.

En este caso, quien más abandera esta tesis no es tanto la oposición –inmersa todavía en la construcción del liderazgo de Juan Espadas y dispuesta a negociar incluso los presupuestos con tal de que la legislatura se alargue-, como sus socios parlamentarios, Vox, y, en privado y sin altavoces, dirigentes de la calle Génova.

Horas después de que Juan Marín descartara con rotundidad el adelanto electoral, Juanma Moreno y Pablo Casado asistían en Alhaurín el Grande, municipio malagueño, a la tradicional degustación de huevos fritos, cita clásica de los populares malagueños.

En una exhibición de sintonía que escenificara en público definitivamente las asperezas surgidas a raíz de los distintos congresos provinciales del partido y muy especialmente la grave crisis surgida en Sevilla, el presidente andaluz elogió en las redes a su líder nacional. “El partido está fuerte y hay equipo. En Andalucía, el cambio sigue adelante con el apoyo de Pablo Casado, el próximo presidente de España”. No explicó en su tuit Moreno, lógicamente, quién sería su vicepresidente.

La alianza con Vox: ¿quién pierde más?

Fue Andalucía, a finales de 2018, como laboratorio de pruebas, la primera comunidad en la que la alianza PP-Cs necesitó de los votos de los diputados de la extrema derecha para gobernar. Hoy, casi tres años después, serán las próximas elecciones andaluzas donde se pueda testar a qué partido ha perjudicado más la dependencia de los votos de ultraderecha.

A la espera de la publicación del próximo barómetro del Centro de Estudios Andaluces, prevista para octubre, la última referencia son los datos arrojados en la encuesta de mediados de julio que mostraba una abrumadora subida del PP de Moreno, que rozaba la mayoría absoluta, el hundimiento de Ciudadanos y un estancamiento de Vox.

Es por esta razón que, aunque evitan los pronunciamientos públicos, desde Génova presionan a Moreno para que active cuanto antes la maquinaria de las urnas. Un presumible triunfo del PP en Andalucía en los últimos compases del Gobierno de Sánchez supondría un impulso sin dobleces ni recelos a la carrera de Casado hacia la Moncloa.

Si bien al presidente del PP le costó capitalizar el triunfo de Isabel Díaz Ayuso por el hiperliderazgo de la presidenta madrileña, según las fuentes consultadas por Economía Digital, un éxito de Moreno en Andalucía sería un argumento más para asaetear al gobierno de Sánchez, otra cosa es que el electorado le perciba realmente como una alternativa en el espacio del centroderecha.

Un éxito de Moreno en Andalucía sería un argumento más para asaetear al gobierno de Sánchez

«Aunque la percepción pública que se tiene de uno y otro son también muy diferentes, cualquier disenso de Moreno respecto a la estrategias de Casado se formula con otro tono, se percibe sin la amenaza de disputarle el puesto, como sí se interpreta cada vez que Díaz Ayuso reta a Sánchez de tú a tú y se eleva como líder nacional”, reflexiona una fuente popular.

Por otro lado, la salida de Pablo Iglesias del Gobierno ha relajado las relaciones entre los socios, aunque la crisis por el precio de la luz y la dura negociación por el salario mínimo (SMI) ha puesto en evidencia, una vez más, que la convivencia en la coalición no es tan llevadera como se presume.

Esto sumado a la reciente voladura de puentes de Casado con el Gobierno a cuenta de la renovación del CGPJ más el clásico argumento de los chantajes de los socios parlamentarios de Sánchez se resumirán en un único mensaje para el PP: Sánchez está agotado.

El escenario del PSOE

Desde el punto de vista del PSOE, pese a que la renovación del liderazgo en el socialismo andaluz, tras una no poco traumática salida de Susana Díaz, ha sido bien recibida y ha insuflado un nuevo tono a los portavoces y estrategias, lo cierto es que a día de hoy Juan Espadas, que sigue siendo alcalde de Sevilla, es un líder muy poco conocido entre el electorado, muy especialmente en Andalucía oriental.

De ahí que sea más que lógico que uno de los primeros actos políticos de este septiembre sea de la mano de Pedro Sánchez y en Jaén, provincia además de su número 2 de facto, Ángeles Ferriz, la voz de la oposición en el Parlamento de Andalucía ya que Espadas no tiene acta de diputado. Con todo, el líder socialista estará presente entre los invitados al inicio del curso parlamentario, en el primer pleno de septiembre, el próximo día 15.

Por su parte, para el PSOE las elecciones en Andalucía serán la prueba de fuego para testar si el cambio de liderazgo ha sido acertado o no y si la integración se sigue fraguando sin sobresaltos, como se espera que se desarrolle el próximo congreso regional, previsto para el 6-7 de noviembre en Torremolinos. Y si bien en el partido hay más calma que antes, queda mucho trabajo por hacer para recuperar el voto del descontento que fue a parar a Ciudadanos o incluso al PP en las elecciones de 2018.

El presidente del Gobierno y secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, junto al candidato socialista a la Junta, precandidato a la Secretaría General del PSOE-A y alcalde de Sevilla, Juan Espadas (d) saludan a los asistentes al acto que su partido celebra hoy en Sevilla. EFE/Julio Muñoz
El presidente del Gobierno y secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, junto al candidato socialista a la Junta, Juan Espadas. EFE/Julio Muñoz

“Todo septiembre tiene una sensación de estreno, pero éste además es el último curso político de una legislatura en el que puede haber un cambio de ciclo: que la llegada del PP a San Telmo no haya sido una carambola, que no fuera sólo culpa del desapego del votante socialista a Susana [Díaz], sino que Andalucía ha cambiado y ya no es tan de izquierdas como pensábamos. Nos jugamos estar en la oposición para largo”.

Quien así resume la inquietud entre las filas socialistas es una voz veterana del partido que, con una mirada ciertamente alejada de las intrigas diarias, es capaz de analizar de manera desapasionada lo que vaticinan las últimas encuestas.
Cosa diferente es que para que el cambio de ciclo se consolide y se mantenga en el poder, a Moreno no le sea suficientes sus diputados y que la debacle de Ciudadanos sea tan estrepitosa que no le quede más remedio que formular un Gobierno con Vox.

Entonces, el relato tantas veces repetido de que el andaluz es un líder moderado, al estilo Mañueco o Feijoó y contrapuesto a las veleidades de Díaz Ayuso, no se sostendría. De la misma forma, a nivel nacional, se interpretaría que en unas próximas elecciones generales un triunfo sin mayoría absoluta de Casado, con un Ciudadanos irrelevante en el Congreso, convertiría de facto a Santiago Abascal en vicepresidente de España.

Si el adelanto electoral se activa en Andalucía y el partido de Inés Arrimadas no logra encontrar un relato coherente de su papel en la política española y andaluza –servir bisagra y favorecer renovación en los Gobiernos fueron algunos de sus tantras en su nacimiento- el futuro pasa por la absoluta marginalidad. Hoy por hoy, como la propia Arrimadas reconoció en su día, el Gobierno andaluz es el pulmón que mantiene vivo un partido que lleva toda una legislatura, a nivel nacional, boqueando.

La izquierda sin cabeza

Por último, a la hora de sopesar un adelanto electoral, Moreno no olvida que a la izquierda de la cámara la situación de entendimiento es tan desoladora que un hipotético buen resultado para Espadas se quedaría cojo si no encuentra interlocutor a su izquierda.

Con la incógnita del papel que definitivamente podrá jugar los de Errejón en Andalucía, sólo la salida de Pablo Iglesias podría haber servido para facilitar cierto diálogo entre el grupo de no adscritos de Teresa Rodríguez con la formación de Unidas Podemos, que a día de hoy no tiene decidido cuál será el nombre que encabece las papeletas de unas elecciones que, más allá de la clave andaluza, serán decisivas para el futuro de la política española y los líderes que la protagonizan

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