El PP marcará distancias con Vox aunque mantengan sus gobiernos

En pleno giro a la moderación, Génova piensa hacer oídos sordos de lo que consideran puro ruido de Vox y lo utilizarán como ariete electoral para conseguir gobernar en solitario en mayo

El presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, acompañado de Borja Sémper, durante la rueda de prensa este lunes en la sede de Génova en Madrid. EFE/Sergio Pérez.

El presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, acompañado de Borja Sémper, durante la rueda de prensa este lunes en la sede de Génova en Madrid. EFE/Sergio Pérez.

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La polémica del aborto no afectará a los planes que el PP viene preparando para las elecciones autonómicas y municipales del mes de mayo: a pesar de las idas y venidas con Vox, en Génova recorre una máxima: no dejarse enredar, seguir a lo suyo. Y lo suyo no es más que vender su propio proyecto, uno que sea, en palabras del propio presidente popular, Alberto Núñez Feijóo, en privado, «ganador» y «propio». Sin interferencias.

La idea de la dirección popular era convertir la papeleta que liderará Feijóo el próximo mes de mayo en una opción trasversal, que aunara desde la derecha a la izquierda desilusionada. El PP es consciente de que las elecciones se ganan por el centro, y ahí se dirige con moderación y trasversalidad. Y, si las cosas no suman, contar con Vox, pero siempre y como se está evidenciando en el gobierno de Castilla y León, sin hacerles demasiado caso. Por mucho que no paren de estallar bombas.

Las salidas de tono de Vox molestan soberanamente a destacados dirigentes del PP, como ha podido comprobar Economía Digital, que, en privado, critican que sea su pareja de baile en determinados gobiernos. Pero saben y son conscientes de que los necesitan, y por eso en público no se les desacreditará más allá de lo necesario -como hizo el presidente castellanoleonés, Alfonso Fernández Mañueco, con el vicepresidente Juan García-Gallardo-, pero desde el respeto de los socios de gobierno.

No «dejarse someter»

Es el motivo de que Feijóo se reuniera hace unos meses con el presidente de Vox, Santiago Abascal, y que este mismo lunes el portavoz del PP nacional, Borja Sémper, defendiera los gobiernos autonómicos a pesar de mostrar un perfil muy crítico con la formación de extrema derecha, a la que acusa de hacerle el juego a Pedro Sánchez.

La idea que Génova quiere vender está clara: replicar la mayoría absoluta que Juanma Moreno consiguió en Andalucía acercándose y abrazando el centro, resignificando banderas ideológicas que tradicionalmente estuvieran ligadas a la izquierda -la apuesta por la sanidad y la educación públicas, la lucha contra el cambio climático- combinadas con un mantra fiscal ineludible: no subir los impuestos y bajarlos siempre que sea posible. Y ahí no se va a dejar desviar por nadie. Ni siquiera el socio de gobierno.

Es por eso que arengó a los suyos este sábado en Zaragoza con unos deberes muy claros para sus barones autonómicos.  Quiere “gobernar desde la mayoría, no a ser una minoría influyente ni a dejarnos someter a las minorías”, alertó. Y es la senda que se está intentando seguir, aunque a trompicones. Por eso quieren reenfocar la polémica del aborto, salir cuanto antes y aprender de lo sucedido.

Y para muestra, un botón. El vicepresidente García-Gallardo no habla con el presidente Mañueco desde el jueves, cuando anunció el protocolo antiaborto, que insiste se va a aplicar con normalidad, a pesar de la declaración este lunes del máximo responsable de la Junta. Aunque sí ha contactado con el consejero de Sanidad, Alejandro Vázquez (PP), y ha insistido en que, pese a las palabras del presidente negando que el protocolo vaya a ser obligatorio para los médicos, «se va a aplicar con normalidad».

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