Tal día como hoy en 1919: así benefició a España entrar en la Sociedad de Naciones

España ingresó en la Sociedad de Naciones hace hoy 103 años con la intención de consolidar su presencia en Marruecos

Los miembros de la Sociedad de las Naciones se reúnen en Ginebra, Suiza, en 1920. HULTON ARCHIVE, GETTY.

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El fin en 1919 de la Primera Guerra Mundial, conocida como la Gran Guerra, conllevó la creación de un organismo internacional que estableciera las bases para la paz y la reorganización de las relaciones internacionales: la Sociedad de Naciones.

Este organismo fue fundado el 28 de junio de 1919 por las potencias aliadas y por una serie de estados asociados vencedores de la guerra que firmaron el Tratado de Versalles. España, como país no beligerante, no se encontró en este grupo, pero sí figuró desde el primer momento entre los estados neutrales invitados a incorporarse.

La Sociedad de Naciones ya contemplaba sanciones económicas para mantener la paz

Según Bartolomé Clavero, catedrático en la Universidad de Sevilla especializado en historia constitucional comparada, el propio Tratado de Versalles ya contaba con la presencia de España en el Consejo de la Sociedad. Aunque España no comunicó su disponibilidad hasta que el Congreso aprobara el 7 de agosto de 1919 el dictamen para autorizar al Gobierno a adherirse al Tratado de Versalles, hace 103 años.

La Sociedad de Naciones tenía dos objetivos básicos. En primer lugar, buscaba preservar la paz por medio de una acción colectiva, para lo cual las controversias se remitirían al Consejo de la Sociedad con fines de arbitraje y conciliación. Si fuera necesario, se usarían sanciones económicas y luego militares, por lo cual los miembros se comprometían a defender a otros miembros ante una agresión. En segundo lugar, la Sociedad deseaba promover la cooperación internacional en asuntos económicos y sociales.

Además, fue una organización internacional cuyos principios fundacionales afectaban al orden constitucional interno de los Estados. Creó una nueva arquitectura jurídica internacional basada en una red de tratados e instituciones interestatales. Así, un Estado que, como España, accedía a esta organización interestatal aceptaba de entrada que un ordenamiento jurídico se situaba por encima del suyo propio.

El interés de España: Consolidar su presencia en Marruecos

España ingresó en la Sociedad de Naciones con el designio de defender y potenciar sus intereses exteriores, de los coloniales a los comerciales, lo que se acentuó con un régimen de dictadura que suspendió en 1923 la Constitución de 1876.

De hecho, según explica Clavero, España entró con la intención nada oculta de ampliar su modesto imperio por la vía de algún mandato. Lo pretendió, en particular, sobre Tánger para fortalecer su posición en Marruecos. Algo que se concretó en cierta forma en un tratado franco-hispano-británico el 18 de diciembre 1923 que resolvió en parte las tensiones generadas desde la instauración del protectorado español en Marruecos meses antes.

A este tratado se le conoció como Protocolo de Tánger o Estatuto de Tánger por el cual se estableció el estatus internacional de la ciudad marroquí, donde se encontraban instaladas las sedes de las delegaciones diplomáticas en Marruecos desde finales del siglo XIX.

La Sociedad de Naciones fue disuelta en abril de 1946 y le sucedió la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Aunque la primera fue la experiencia más parecida a la actual ONU, esta fue una organización completamente nueva para reestructurar el mundo tras la Segunda Guerra Mundial.

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