El pequeño comercio une fuerzas para evitar las falsificaciones de SHEIN y TEMU
Los comerciantes alertan del impacto de Shein en la competencia y en la expansión de las falsificaciones
El pequeño comercio señala a Shein como uno de los principales focos de copias y competencia desleal
La tensión entre el comercio tradicional y las grandes plataformas digitales ha dado un salto decisivo. Medio millón de pequeños comercios españoles han iniciado una ofensiva conjunta para denunciar la proliferación de falsificaciones en marketplaces como Shein y Temu, a las que acusan de competencia desleal, falta de controles y permisividad frente a productos que vulneran la propiedad intelectual. El sector exige al Gobierno medidas urgentes para frenar un fenómeno que consideran “insostenible” y que, aseguran, pone en jaque la supervivencia del comercio local.
La iniciativa, impulsada por las principales asociaciones del pequeño comercio y respaldada por miles de autónomos y pymes, busca situar en la agenda política un problema que, según denuncian, se ha agravado en los últimos años con la expansión del comercio electrónico de bajo coste. “Mientras nosotros cumplimos estrictamente con normativas de seguridad, fiscalidad y control de productos, estas plataformas introducen miles de artículos que no pasan por los mismos filtros”, señalan fuentes del sector.
El auge de las falsificaciones
La llegada masiva de productos falsificados se ha convertido en un quebradero de cabeza para muchas marcas locales. Los comerciantes aseguran que Shein y otras plataformas permiten la venta de copias prácticamente idénticas a artículos originales, desde ropa hasta complementos o textil del hogar, a un precio imposible de igualar. En muchos casos, explican, estas imitaciones se fabrican sin controles, con materiales de baja calidad y sin cumplir las normativas europeas de seguridad.
La situación se ve agravada por el modelo de negocio de estas plataformas: un sistema de envíos individuales desde fuera de la Unión Europea, habitualmente a precios muy bajos, que entra en la UE acogido a la exención arancelaria de envíos de bajo valor. Esa ventaja logística y fiscal, denuncian los comerciantes españoles, distorsiona el mercado y les coloca en “una clara situación de desventaja”.

El reclamo: más control y responsabilidad de las plataformas
Ante este escenario, los pequeños comercios han articulado varias exigencias dirigidas al Ejecutivo. La principal es reforzar los controles aduaneros para detener la entrada de productos falsificados y evitar que miles de paquetes diarios lleguen sin fiscalización suficiente.
Pero la petición va más allá. El sector reclama que Shein y otras tecnológicas asuman una responsabilidad directa sobre los productos vendidos en sus plataformas. Consideran imprescindible que se les pueda exigir la retirada inmediata de artículos falsos, sanciones en caso de reincidencia y un mayor compromiso con la protección de la propiedad intelectual.
Asimismo, solicitan mecanismos de denuncia más ágiles, coordinación entre administraciones y una estrategia nacional contra la falsificación en el comercio digital.
Europa acelera las reformas
La presión al Gobierno también se explica por el contexto europeo. Bruselas trabaja desde hace meses en una revisión profunda del sistema aduanero para paquetes de bajo coste, un cambio que afectará de lleno al modelo de plataformas como Shein. Entre las propuestas que se barajan figuran la eliminación definitiva de la exención para envíos de menos de 150 euros y la introducción de una tasa por paquete para cubrir la gestión aduanera.
El debate se ha intensificado a raíz de varios informes que apuntan a un volumen creciente de productos potencialmente inseguros en plataformas como Shein y Temu. Las autoridades comunitarias también han alertado del impacto económico de las falsificaciones en el tejido empresarial europeo, particularmente en sectores como la moda, el calzado y los complementos, donde España tiene una gran presencia.
Una batalla comercial y social
Más allá de los aspectos legales, el conflicto refleja un choque de modelos. Por un lado, el comercio tradicional, que opera con márgenes ajustados y soporta los costes propios del sistema europeo: alquileres, impuestos, personal, normativas y fiscalización. Por otro, una plataforma global como Shein, capaz de detectar tendencias en tiempo récord, producir a gran velocidad y distribuir millones de artículos a bajo coste desde fábricas situadas a miles de kilómetros.
El pequeño comercio teme que, sin intervención, la tendencia erosione definitivamente su capacidad competitiva. “No podemos competir con precios que nacen de estructuras completamente distintas”, señalan. “La competencia es legítima, las falsificaciones no”.
El Gobierno, ante una decisión clave
La presión política para actuar podría aumentar en los próximos meses. La movilización de medio millón de comerciantes refleja un hartazgo creciente y un sector que siente que compite en desigualdad. El Gobierno, por su parte, deberá decidir si anticipa las reformas europeas, endurece los controles o promueve nuevas obligaciones para las plataformas.
En un contexto de transformación del consumo y de auge del comercio electrónico, el conflicto entre Shein y el comercio local se perfila como una de las grandes batallas económicas y regulatorias del momento. Lo que está en juego, insisten los comerciantes, no es solo la venta de productos, sino la defensa de un modelo comercial que ha sostenido durante décadas la vida en calles y barrios de todo el país.