La primera tienda física permanente de Shein abrirá en estos famosos almacenes, pero está causando un gran revuelo
La apertura de la primera tienda física de Shein en París ha desencadenado una guerra entre las industrias de moda locales de la ciudad

Logotipo de Shein. Foto Getty Images
El anuncio de la apertura del primer espacio físico permanente de Shein en París ha desencadenado una fuerte polémica en el corazón de la moda francesa. El gigante chino del ultra fast fashion eligió el histórico BHV Marais como sede para su desembarco en Europa, lo cual se ha traducido de forma inesperada en el frente de un gran conflicto en la industria local parisina.
Y es que el acuerdo alcanzado con Société des Grands Magasins por parte de Shein ha chocado de frente con la oposición de Galeries Lafayette, que decidió bloquear el proyecto en sus centros afiliados. La disputa ha generado un debate sobre los riesgos para la industria local y la identidad cultural de la moda parisina.
Shein apuesta por París para su desembarco físico y crea una guerra en la industria local
Shein anunció que abrirá en noviembre su primer punto de venta estable en el mundo en el sexto piso del BHV Marais, uno de los grandes almacenes más icónicos de la capital francesa. La operación se enmarca dentro de una alianza con SGM, que gestiona varios centros Galeries Lafayette en provincias.
El plan incluía no solo la inauguración en París, sino también la expansión en ciudades como Dijon, Reims, Grenoble, Angers y Limoges, con la creación de hasta 200 empleos directos. De hecho, el presidente ejecutivo de Shein, Donald Tang, defendió la iniciativa como un “compromiso con la revitalización de los centros urbanos” y subrayó la carga simbólica de empezar en París, “cuna del comercio moderno”. Para SGM, la asociación con Shein se presentaba como una vía para ganar visibilidad mediática y aliviar sus tensiones financieras.
La reacción de Galeries Lafayette, presidida por Nicolas Houzé, fue inmediata y contundente. El grupo señaló que el acuerdo con Shein vulnera las condiciones contractuales de afiliación y contradice los valores de la marca. En un comunicado oficial, la compañía rechazó la instalación de Shein en los almacenes gestionados por SGM y bloqueó de facto la viabilidad de la expansión fuera de París.
Un enfrentamiento que abre una grieta en el sector de la distribución francesa, enfrentando a quienes ven en Shein una oportunidad de renovación y a quienes lo consideran una amenaza directa a la reputación y sostenibilidad de los grandes almacenes, generando un conflicto que ha sido a partes iguales inesperado y chocante para la ciudad de París.
El sector de la moda en París se une contra Shein
La polémica no tardó en escalar. La Fédération Nationale de l’Habillementcriticó duramente el movimiento, acusando a BHV y SGM de recurrir al ultra fast fashion por falta de imaginación y de profesionalidad. “Estas enseñas, que en el pasado elevaron el prestigio de Francia, hoy se alían con lo más cuestionable del sector”, denunciaron.
Más tajante fue Yann Rivoallan, presidente de la Fédération Française du Prêt-à-Porter Féminin, quien habló de un “megastore Shein frente al Ayuntamiento de París” y acusó a SGM de traicionar décadas de relación con las marcas francesas premium. Según su análisis, la operación compromete la credibilidad de los grandes almacenes y amenaza la supervivencia del savoir faire local.
A todo esto se ha sumado el hecho de que el anuncio de Shein llegó en un momento especialmente sensible: la Semana de la Moda de París, cuando la atención mundial está puesta en la capital francesa y en el futuro del lujo. La coincidencia no parece casual, ya que el grupo chino buscó insertarse en el debate sobre la moda global, contraponiendo la exclusividad tradicional con la producción masiva y accesible que caracteriza a su modelo.
No obstante, más allá del choque empresarial y cultural, el debut de Shein se produce en un entorno regulatorio cada vez más hostil. Francia aprobó este año una ley contra el ultra fast fashion que limita la publicidad de estas compañías, impone sanciones económicas y exige mayor trazabilidad en la cadena de suministro.
A estas críticas se suman las acusaciones recurrentes sobre opacidad en las condiciones laborales y su enorme huella ambiental derivada de la producción masiva. Bruselas y París han elevado la presión, advirtiendo que la expansión del modelo Shein en Europa podría poner en jaque la sostenibilidad de la industria textil local.