La Unión Europea dice adiós al sello en el pasaporte: así funcionará el nuevo sistema de registro de viajeros
El viejo ritual de estampar el pasaporte en cada cruce fronterizo tiene fecha de caducidad. La EU inicia la implantación del nuevo EES

Un pasaporte sellado. Foto: jacqueline macou en Pixabay
El 12 de octubre de 2025 marcará el inicio del fin del sello en el pasaporte. Ese día comenzará oficialmente la implantación del Sistema de Entradas y Salidas (EES) en los países del espacio Schengen, con una transición de seis meses que culminará el 10 de abril de 2026, fecha a partir de la cual todos los puestos fronterizos exteriores deberán operar con el nuevo sistema.
El EES representa uno de los cambios más profundos en el control fronterizo europeo desde la creación de Schengen. Por primera vez, las entradas y salidas de viajeros no comunitarios se registrarán electrónicamente, eliminando el sellado manual que durante décadas ha sido símbolo del viaje internacional.
Un sistema que ya empieza a funcionar en España
España ha sido uno de los primeros países en ponerlo en marcha. El aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas ha activado ya el EES como proyecto piloto. Según datos difundidos por el Ministerio del Interior, en sus primeras cuatro horas de funcionamiento —entre las 6:00 y las 10:00 de la mañana— se registraron 1.819 viajeros, todos ellos ciudadanos de terceros países en estancias de corta duración (hasta 90 días dentro de un período de 180).
La implantación será progresiva: primero en aeropuertos, después en pasos terrestres y, finalmente, en fronteras marítimas. España ha destinado 83 millones de euros para adaptar sus instalaciones y reforzar los sistemas informáticos y de identificación, que estarán bajo la supervisión de la Policía Nacional.
Con la entrada en vigor del EES, los viajeros procedentes de fuera del espacio Schengen ya no recibirán un sello físico en el pasaporte. En su lugar, se generará un registro electrónico que incluirá los datos del documento, la fecha de entrada y salida, y —por primera vez— información biométrica.
En el primer cruce fronterizo, el pasajero deberá escanear su pasaporte y facilitar una imagen facial y sus huellas dactilares. En visitas posteriores, bastará una comprobación rápida, ya que los datos estarán almacenados en la base europea. Los menores de 12 años estarán exentos de la toma de huellas.
El sistema está diseñado para detectar automáticamente quién supera el tiempo máximo de estancia y para prevenir el fraude o la suplantación de identidad, dos de los grandes retos que afronta Europa en materia migratoria y de seguridad.
Qué cambia para los viajeros
Para los ciudadanos de la UE y del espacio Schengen, nada cambia: seguirán viajando sin controles dentro del territorio común. Pero para quienes no son comunitarios, incluidos los británicos tras el Brexit, el cambio será evidente. Su información pasará a formar parte de una ficha digital personal, que registrará cada entrada y salida del espacio Schengen durante tres años.
Esa base de datos estará disponible para las autoridades fronterizas y, bajo condiciones específicas, también para cuerpos de seguridad o organismos judiciales. Los viajeros serán informados de sus derechos y podrán consultar cómo se trata su información personal. Negarse a facilitar los datos biométricos supondrá la denegación de entrada.
Bruselas ha recalcado que el EES cumple con los más altos estándares de protección de datos y privacidad, un aspecto especialmente sensible en este tipo de proyectos. La información se almacenará de forma cifrada y solo podrá utilizarse para los fines previstos por la normativa europea.
Un paso hacia las “fronteras inteligentes”
El EES forma parte del paquete de “Smart Borders” o fronteras inteligentes, con el que la Unión Europea busca modernizar la gestión de los flujos migratorios y aumentar la seguridad en un contexto global más digitalizado. Junto al EES, está previsto el lanzamiento del sistema ETIAS, una autorización electrónica de viaje similar al ESTA estadounidense, que será obligatoria para quienes no necesiten visado pero viajen a la UE por turismo o negocios.
La Comisión Europea defiende que estos cambios mejorarán la fluidez de los controles y reducirán los tiempos de espera, especialmente una vez que todos los sistemas estén integrados. No obstante, en esta primera fase de despliegue, algunos aeropuertos han registrado colas y retrasos, especialmente en los pasos entre Serbia y Croacia, o en terminales con gran volumen de pasajeros internacionales. Las autoridades insisten en que se trata de ajustes temporales y que el despliegue será “gradual y supervisado”.
Con la experiencia de Barajas, España se coloca en la vanguardia del control fronterizo digital europeo. El Ministerio del Interior ha confirmado que en las próximas semanas el sistema se probará también en aeropuertos como Barcelona-El Prat, Málaga y Palma de Mallorca, además de en pasos terrestres con Marruecos y Andorra.
Para garantizar la transición, el Gobierno ha desplegado equipos de información multilingües y puntos de asistencia al viajero. Las aerolíneas, por su parte, han recibido instrucciones específicas sobre el nuevo proceso de embarque y control, ya que serán responsables de verificar que los pasajeros cumplen con las condiciones de entrada antes de despegar hacia la UE.
Un futuro sin sellos, pero con más control
Con el EES, la Unión Europea entra en una nueva era de gestión fronteriza. El sello en el pasaporte, ese símbolo nostálgico de los viajes, cederá su lugar a un registro digital que busca ser más eficiente, más preciso y más seguro. Pero también plantea nuevos retos: garantizar la protección de datos personales, mantener la agilidad en los controles y coordinar a 27 países con diferentes capacidades técnicas y flujos de entrada.
A partir de abril de 2026, cada cruce de frontera quedará registrado electrónicamente, y los viajeros frecuentes tendrán un historial digital de sus desplazamientos. Europa apuesta por la tecnología para reforzar sus fronteras exteriores, y el sello en el pasaporte —como tantas otras reliquias del pasado— pasará a formar parte de la historia del viaje.