Fernando Zóbel o cómo el arte contemporáneo se cuela (otra vez) en el Museo del Prado

El Museo del Prado abre sus puertas una vez más al arte contemporáneo con una exposición que reivindica la figura de Fernando Zóbel, al artista capaz de conectar el arte antiguo y la abstracción

El Prado se abre al arte contemporáneo de la mano de Fernando Zobel. Foto: Daniel González | EFE.

¿Puede Picasso estar en El Prado? El debate sobre la frontera temporal de las colecciones que aloja el principal museo español se reaviva con una muestra que acerca la figura de Fernando Zóbel, un artista que pasó horas en la pinacoteca aprendiendo a mirar (y también copiando) obras de Velázquez, El Greco, Goya o Zurbarán hasta ser capaz de formular un complejo lenguaje que conecta el arte antiguo y contemporáneo.

42 pinturas, 51 cuadernos de apuntes y 85 dibujos y obra sobre papel, procedentes de colecciones españolas, filipinas y norteamericanas, conforman el recorrido con el que el Museo Nacional del Prado revindica una “figura fundamental” de la pintura española de la segunda mitad del siglo XX al que atribuye la hazaña de abordar a los grandes maestros estudiándolos para comprenderlos, y luego, reinventándolos.

Una figura excepcional

Zóbel. El futuro del pasado es el nombre de esta exposición, que sigue la trayectoria profesional y también vital de un pintor, estudioso, profesor, traductor y coleccionistas nacido en Manila (1924), que estudió en Filipinas, Europa y América (se graduó en Harvard) y acabó fundando dos museos: la Ateneo Art Gallery en Manila (1961) y el Museo de Arte Abstracto Español en Cuenca (1966), primero en España dedicado al arte contemporáneo.

Fernando Zóbel en Harvard, Massachusetts, en los años 50. Foto: fotógrafo desconocido.

Comisariada por Felipe Pereda y Manuel Fontán del Junco, la exposición recrea la larga conversación del artista moderno con los grandes maestros, una conversación que se fraguó en museos de todo el mundo y en el Prado de forma especial.

Aquí pasó horas y horas estudiando sus pinturas y aprendiendo a mirar, pero también donó un número importante de dibujos de maestros españoles datados entre los siglos XVI y XVIII para sus colecciones.

Un viaje del arte antiguo al contemporáneo

Estructurada en cinco secciones, la muestra aborda su trabajo desde una perspectiva transnacional, que sobrevuela los límites geográficos de los tres continentes –Asia, Norteamérica y Europa— en los que transcurrió la vida de Zóbel pero, sobre todo, busca ofrecer una lectura novedosa de su propia obra.

Fernando Zóbel, dibujo y anotaciones sobre Las Hilanderas de Velázquez. Cuaderno de apuntes n.º 125, 1982. Fundación Juan March.

Para ello se apoya, entre otros, en los más de cien cuadernos de bocetos y notas que tomaba el artista tras horas y horas mirando obras del Prado y en museos de arte clásico de todo el mundo y que atesora la Fundación Juan March.

“Mi instrumento para hablar con los cuadros es mi cuaderno de dibujo”, decía Zóbel. 51 de estos cuadernos de apuntes forman parte de la presente exposición, en los que pueden verse sus bocetos de obras de Goya, Tintoretto, Velázquez, Ribera o Murillo.

“El piensa dibujando, ve dibujando. Luego sus obras llegan tras un proceso de sublimación”, explica Manuel Fontán del Junco, director del Museo de Arte Abstracto de Cuenca y comisario de la muestra.

Diálogo con los maestros

La muestra intercala además las obras de Zóbel con los artistas antiguos en los que se inspiró: es el caso de Alegoría de la castidad, del renacentista Lorenzo Lotto y actualmente en la National Gallery de Londres, punto de partida claro de dos de sus obras: Sueño de la doncella y Sueño de la doncella II.

Los cuadros aparecen acompañados por los dibujos en los que el artista va aislando formas y colores hasta quedarse con un versión completamente depurada de la obra renacentista.

Son procesos que podemos ver de forma simular con piezas de Zurbarán y Juan Van der Hamen.

Otra sección ahonda en la relación de Zóbel con la caligrafía japonesa. Erudito y curioso, el pintor exploró durante sus años en Asia esta disciplina como si fuera un tipo de arte abstracto en busca de una pintura que trascendiera toda frontera geográfica.

‘Zóbel. El futuro del pasado’. Foto: ©Museo Nacional del Prado.

“La mirada de Zóbel no es la de un historiador sino la de un artista. Eso es lo que hace novedosa esta exposición”, explica Felipe Pereda, también comisario de la muestra.

Completando el recorrido por la obra de Zóbel, que puede verse hasta el próximo 5 de marzo de 2023 en la sala C del edificio Jerónimos, se proyectará el documental Memorias del instante. Los cuadernos de Zóbel, producido específicamente para la muestra y cuyo tema es la larga conversación con los maestros del pasado que puebla los casi doscientos cuadernos de apuntes que dejó el artista.

El Prado, abierto al arte contemporáneo

Según Miguel Falomir, director del Prado, la pinacoteca española siempre ha tenido, a diferencia de otras pinacotecas de arte antiguo europeas, una “relación tímida” con el arte contemporáneo.

Fernando Zóbel, The Dream of the Damsel, 1967. Harvard Art Museums Fogg Museum.

Zobel. El futuro del pasado no es, sin embargo, la primera vez que el arte contemporáneo entra en el Prado y tampoco será la última, según sus palabras. Hace unos meses, el artista contemporáneo Philippe Parreno creó una instalación basada en las pinturas negras de Goya y recientemente una pieza de Picasso fue donada al museo.

Y es así porque “El Prado no es un museo muerto” en palabras de su director, que reivindica su vocación de estar en contacto con la sociedad de su tiempo.

a.
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