Seis cafeterías históricas de Lisboa para enamorarse

Hay cafeterías de Lisboa que no solo son un viaje en el tiempo: la elegancia de sus escaparates y la artesanía de sus pasteles son una experiencia única

Pastelaria Versailles, una de las cafeterías emblemáticas de Lisboa. Foto Lojascomhistoria

Es difícil salir del tópico que en Lisboa hay rincones que se han quedado detenidos en el tiempo. El cuidado que esta ciudad portuguesa tiene con su historia, tanto con los palacios como con elementos de la vida cotidiana como los tranvías o los comercios, lleva a que al caminar por sus calles se tenga la sensación de estar viajando décadas atrás.

Sus cafés no son la excepción, y así es como en los barrios como Chiado, Alfama o Baixo se encuentran cafés históricos que hay que visitar con calma, disfrutando de un bica (como le llaman al espresso) y de sus fabulosos pasteles.

A Brasileira

Una estatua de Fernando Pessoa en bronce adelanta que este era uno de los cafés favoritos del gran escritor lisboeta y de otros literatos como Almada Negreiros, Santa Rita, José Pacheco y Mário de Sá Carneiro.

Ubicado en el barrio de Chiado, A Brasileira quizás sea el icono de los cafés históricos de la ciudad. Abrió en 1905, y conserva su decoración art-déco, con espejos, maderas y detalles de mármol.

A Brasileira. Foto Lojascomhistoria

Figura en todas las guías y es un popular destino turístico, lo que se evidencia en los precios del local.

Detalles de A Brasileira. Foto Lojascomhistoria

Pastelaria Benard

Si su local de la rua Garret, en el barrio de Chiado, tiene un importante valor histórico, cabe precisar que la Pastelaria Benard data de 1868, cuando fue abierta por Élie Benard.

Varias cafeterías, como A Brasileira o el Martinho de Arcada recuerdan que Fernando Pessoa era uno de sus clientes

Fachada de la Pastelaria Benard. Foto Lojascomhistoria

Los cruasanes son inolvidables, y el lugar adquirió una breve fama mundial cuando la reina Isabel II cenó en sus mesas en la visita que hizo a Portugal en 1957.

Confeitaria Nacional

Quizás su nombre sea algo pomposo, pero no se le puede quitar mérito a una pastelería que tiene casi 200 años de vida (abrió en 1829), con una repostería cuya fama trasciende los límites de Lisboa.

Ubicada cerca de la plaza Figueira, entre sus maravillas se encuentra el bolo-rei, una rosca inspirada en una receta parisina de 1850, que recuerda vagamente a la de Reyes.

Interior de la Confeitaria Nacional. Foto Lojascomhistoria

Pero tampoco se puede dejar de lado los pastelillos de nata o la tarta de almendra.

A pesar de varias reformas el interior del local conserva detalles de su decoración histórica, como sus lámparas de lágrimas, los muebles de madera y los carteles centenarios.

Fachada de la Confeitaria Nacional. Foto Lojascomhistoria

Pastelaria Versailles

En la avenida de la República se encuentra este hermoso café y pastelería de estilo art-nouveau, que recuerda a sus primos de París o Praga.

Además de su abundante repostería funciona como restaurante, con lo cual no hay hora del día para poder disfrutar de su propuesta gastronómica.

Pastelaria Versailles. Foto Lojascomhistoria

No se engañen con la pequeña fachada de color rosa: esta casa que cumple 100 años es inmensa por dentro, y sus precios no son exorbitantes. Atención a sus escaparates de madera y al personal vestido con uniformes de principios de siglo.

Café Nicola

Aunque su aspecto actual remita a los años ’30 -producto de una reforma realizada a mediados de esa década- este café fundado por un italiano llamado Nicola Breteiro está abierto desde 1787.

El Café Nicola era llamado ‘la academia’ por los intensos debates literarios que se producían en sus mesas

Café Nicola. Foto Lojascomhistoria

Fue uno de los lugares favoritos de varias personalidades literarias como el poeta Manuel Maria Barbosa du Bocage, que le valió el mote de ‘la academia’ por los debates que se improvisaban en sus mesas.

Si alguien quiere tomar su café recién molido es mejor hacerlo en la barra, porque las mesas se suelen reservar para la modalidad restaurante, donde brilla el bife a la Nicola.

Café Martinho da Arcada

Si quitamos la Confeitaria Nacional, estrictamente entre los cafés más antiguos de Lisboa el más longevo es el Martinho da Arcada, que abrió en 1782.

Aquí sucede lo mismo que con Hemingway en La Habana: donde Pessoa era habitué los dueños se encargan de recordarlo, como se ven en los retratos de las paredes.

Martinho da Arcada. Foto Lojascomhistoria

Pero no era la única personalidad de las letras que pasaba las horas: también Amadeo de Souza-Cardoso, Cesário Verde y José Saramago eran clientes habituales; un legado que se conserva con la realización de tertulias literarias.

Ubicado en la popular Praça do Comércio, es muy popular entre los turistas. Pero sus precios son accesibles, y por 30 euros se pueden probar platos como el arroz de pato en un ambiente único.

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