Manresa: misticismo, historia medieval y modernismo a una hora de Barcelona

Mucha gente se sorprende de los atractivos históricos y arquitectónicos de Manresa, donde se encuentran puntos de devoción a San Ignacio de Loyola con rincones detenidos en la Edad Media y un importante patrimonio modernista

El Casino, el edificio modernista más importante de Manresa. Foto Turismo de Manresa

A una hora al noreste de Barcelona, tras bordear las icónicas siluetas del macizo de Montserrat, se llega a Manresa, una agradable población al pie del Pla del Bages, capital comarcal y con varios motivos para una escapada histórica.

Hay tres rasgos que potencian su propuesta turística: su legado medieval, la relación con San Ignacio de Loyola y su patrimonio modernista; testigos históricos que se pueden seguir en tres rutas urbanas.

La Manresa medieval

La importancia estratégica de Manresa en los cruces de caminos comerciales y su cercanía con las minas de sal llevaron a la fortificación de la antigua ciudad, amenazada por los sarracenos.

Durante el medioevo vivió un período de esplendor que quedó reflejado con numerosas construcciones, de la cual la más importante es la basílica de la Seu, además de numerosas iglesias, conventos y edificios civiles, y sin olvidar la importante obra hidráulica que fue el canal de la Sèquia.

El Centro de Interpretación de la calle del Balç. Foto Turismo de Manresa

La basílica de Santa María de Manresa puede ser un buen punto de partida, construida entre 1328 y el siglo XV, con un interior que refleja la austeridad del gótico catalán, con una fachada y la torre del batipsterio de aires modernistas.

Calles históricas

El Centro de Interpretación de la calle del Balç ofrece, con tecnologías interactivas, la posibilidad de conocer cómo era la Manresa del s.XIV.

Esta calle, oscurecida por los porches construidos sobre ella para salvar la densidad demográfica y con sus niveles escalonados, es un buen ejemplo de cómo era el urbanismo en aquel entonces.

La calle del Balç, con varios tramos edificados sobre la calzada, es una de las calles medievales mejor conservadas

Interior de la basílica de la Seu. Foto Turismo de Manresa

Pero hay otras calles, como la de San Miquel, la d’en Botí y la Plana de l’Om que recuerdan el apogeo del siglo de oro manresano; donde también hay abundantes muestras de los talleres y escuelas de esculturas que representan la herencia barroca.

Otro punto histórico es la Plaza Mayor, donde lamentablemente muchos edificios señoriales se perdieron en el verano de 1713 en la Guerra de Sucesión, que fueron reemplazados por otros más modernos.

Los fragmentos de la antigua muralla, la Torre de Sobrerroca, el Hospital de Sant Andreu, el Camino de los Corrales, el convento y la iglesia del Carme y la Capilla de Sant Marc son otros edificios que recuerdan los años dorados de la ciudad.

La huella de San Ignacio de Loyola

En una cueva que mira hacia Monserrat y el río Cardener San Ignacio de Loyola pasó una temporada meditando, lo que luego plasmó en la primera versión de sus Ejercicios Espirituales.

El culto a este santo llevó que la pequeña formación rocosa se convierta en el edificio más fastuoso de la ciudad, un santuario que ha llevado a Manresa a convertirse en un icono del mundo jesuítico.

El imponente santuario dedicado a San Ignacio de Loyola. Foto Turismo de Manresa

La fachada del santuario presenta estilos desde el barroco a la escuela manresana y el modernismo de Josep Llimona.

El año pasado el interior del edificio fue redecorado por el artista y jesuita esloveno Marko Rupnik, que instaló una serie de mosaicos en las ocho capillas laterales de la iglesia.

En el antiguo claustro del convento de Sant Domènec, en la plaza Fius i Palà, se encuentra el espacio Manresa 1522, la ciudad de Ignacio, que presenta maquetas sobre cómo era la ciudad cuando llegó el fundador de la Compañía de Jesús.

Interior de la cueva donde meditó San Ignacio. Foto Turismo de Manresa

Otros sitios relacionados con el culto a esta figura son la capilla del Rapto de San Ignacio, en la plaza San Ignacio de Manresa (donde también está la pequeña capilla de San Ignacio Enfermo); el Pozo de la Gallina (asociado a uno de sus milagros) y el antiguo colegio de San Ignacio (la segunda escuela jesuítica de Cataluña).

Modernismo en Manresa

La plaza de la Plana de l’Om es el punto de partida para conocer la expansión urbanística de Manresa en el siglo XIX fogoneado por el auge de la industria textil.

A lo largo del boulevard del Paseo de Pere III se concentran numerososos edificios modernistas

El elegante quiosco de l’Arp. Foto Turismo de Manresa

A pocos pasos se puede ver la farmacia Esteve, con su bonita decoración modernista, y caminando al norte, se pasa por la sastrería Tuneu, la Casa Torrens con su estética neogótica y el elegante quiosco de l’Arpa, en la plaza de Sant Domènec, frente a Cal Jorba, antiguos grandes almacenes de un estilo más cercano al art-nouveau.

Residencias y fábricas modernistas

A lo largo del paseo de Pere III se concentran varios edificios modernistas, como el Casal Regionalista (con su aire novecentista), la Casa Davant (vecina de la Casa Lluvià y la Casa Torra), el Casino de Manresa (diseñado por Ignasi Oms, el arquitecto modernista más importante de la ciudad, fue recuperado en 1999 y ahora funciona como biblioteca y centro cultural) y el teatro Kursaal (que combina el estilo novecentista con toques historicistas).

Detalle de la casa Gabernet Espanyol. Foto Turismo de Manresa

Otras residencias y plantas industriales de estilo modernista que se pueden conocer en Manresa son las casas Gabernet Espanyol y Padró Domènech, el Colegio-Asilo para niños huérfanos, el Instituto Lluís de Peguera, las fábricas de harinas Albareda y La Florinda, el hospital de Sant Andreu y el convento de Santa Clara, entre otros.

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