Ruta por los pueblos costeros más bonitos de Portugal

De impactantes acantilados a una 'pequeña Venecia' pasando por preciosas playas, gastronomía y arquitectura tradicional, esta es la ruta definitiva por los pueblos costeros más bonitos de Portugal

Vista de la localidad Azenhas do Mar (Portugal)

Azenhas do Mar, uno de los pueblos costeros mas bellos de Portugal. Foto: AdobeStock.

Blancos o salpicados de color, adoquinados, de casas coronadas por chimeneas tradicionales o fachadas recubiertas de los típicos azulejos, con coquetos puertos pesqueros o encaramados sobre acantilados, aderezados con playas infinitas o calas redondas, Portugal está lleno de preciosos pueblos costeros ideales para vivir un verano infinito.

De sur a norte, desde El Algarve hasta Oporto pasando por Lisboa y el Alentejo, recorremos el litoral portugués buscando los pueblos más bonitos.

Ferragudo

Entre los pueblos más bonitos de Portugal se encuentra, sin duda, Ferragudo. En la región del Algarve, al sur del país, esta localidad destila encanto por su peculiar ubicación, en lo alto de una colina con vistas a la ría del Arade.

Ferragudo. Foto: Micheile Henderson | Unsplash.

Ya dentro se despliega un ramillete de calles estrechas y desordenadas en las que conviven casitas blancas con detalles en brillantes colores que confluyen, en la cima, en la iglesia de Nuestra Señora de la Concepción, reconstruida tras el terremoto que asoló el país en 1755.

En origen una localidad de pescadores, hoy es un lugar perfecto para desconectar, pero que tiene muy cerca, a apenas 15 minutos, la animada Praia da Rocha, con todo tipo de bares, pubs y restaurantes.

También en Ferragudo se puede hacer la ruta de la cueva de Benagil, una impresionante gruta de formas rocosas caprichosamente moldeada por el mar a la que se accede en un delicioso paseo en barco.

Cueva de Benagil. Foto: Unsplash.

Carvoeiro

Tampoco encontraremos demasiados turistas en Carvoeiro. Con unos 2.700 habitantes, se asienta sobre un acantilado sobre cuyas paredes verticales estallan las olas.

Precisamente a lo largo de sus acantilados se dibuja la recomendable ruta de los Siete Valles que se extiende entre las playas de Centeanes y da Marinha.

Plagada de senderos e itinerarios senderistas, otra opción en Carvoeiro es caminar por la pasarela de madera que conduce hasta Algar Seco.

Carvoeiro. Foto: Lisha Riabinina | Unsplash.

En cuanto al pueblo, arranca desde casi la playa de arena dorada y sube por una colina hasta la cima del acantilado, dibujando una de las estampas más hermosas del Algarve.

Cacela Velha

Y, sin salir del Algarve, otro de sus secretos mejor guardados lo encontramos en Cacela Velha.

Perteneciente al municipio de Vila Real de San António, se trata de una pequeña aldea de postal con sus casitas blancas de una sola planta salpicadas por notas de color en sus puertas y ventanas.

Cacela Velha. Foto: John Cameron | Unsplash.

Frente al Parque Natural de Ría Formosa, este enclave en el que pararon navegantes griegos, fenicios y romanos, tiene también un pasado árabe, cuando su nombre era Qast’alla Daraj en el siglo X, como recuerda hoy una de sus calles dedicada al poeta Abú Al-Abdarí.

Rodeado de naranjos y olivos, este pequeño y acogedor pueblecito cuenta también con una iglesia del siglo XVI y un fortín algo posterior. Todos estos detalles lo convierte en un destino perfecto para visitar Portugal.

Tavira

Mucho mayor (es una localidad de 13.500 habitantes), Tavira ha sabido sin embargo mantener su auténtica esencia.

Iglesia Santa Maria do Castelo en Tavira. Foto: Algarve Visto do Ar.

El río Gilão, que atraviesa es te pueblo de Portugal, es responsable de una de sus estampas más tradicionales, la de la rua Borda d’Água da Asseca, por donde se puede ver pasar a todo el pueblo mientras se disfruta de su gastronomía con el plato estrella del Algarve: la cataplana, una zarzuela de pescado deliciosa.

Además, se puede recorrer la ciudad en tuk-tuk, subirse a un barco, atravesar el puente romano, comprar artesanías o visitar su castillo, así como sus iglesias encaladas cuyos campanarios se elevan al cielo definiendo el skyline de la ciudad.

No te pierdas la Praça de la República, donde se celebran espectáculos en su anfiteatro cielo abierto ni, por supuesto, sus playas. Las mejores están en la Ilha de Tavira, separada del pueblo por las lagunas y vías de agua de la Ria Formosa (es necesario llegar en barco pero la experiencia merece -y mucho- la pena). Entre las mejores, las playas de Tavira, Terra Estreita y la Praia do Barril.

En El Algarve están algunas de las mejores playas de Portugal.

Ericeira

Ascendiendo por la costa portuguesa encontramos, a unos 50 km de Lisboa, la localidad de Ericeira, una antigua aldea de pescadores convertida hoy en un pujante destino de veraneo gracias, especialmente, al surf.

Ericeira. Foto: VisitLisboa.

Declarada Reserva Mundial del Surf en el año 2011, cuenta con siete playas que hacen las delicias de los amantes de este deporte, desde los que buscan iniciarse a los más expertos: las de Pedra Branca, Reef, Ribeira d’Ilhas (que acoge anualmente una de las pruebas del Campeonato Mundial de Surf), Cave, Crazy Left, Coxos y São Lourenço.

Pero, además, Ericeira ha logrado mantener su atmósfera marinera en sus barrios más tradicionales, con calles empedradas y casas bajas tradicionales que alojan coquetos restaurantes, escuelas de surf y hostales que respiran un ambiente relajado y multicultural.

Ericeira. Foto: Adam Hornyak | Unsplash.

Azenhas do Mar

También en la costa lisboeta (pertenece al municipio de Sintra), la pequeña población de Azenhas do Mar es una de las más especiales de este recorrido.

Y lo es por su ubicación: la población, de apenas mil habitantes, se alza sobre un acantilado en el que rompen las olas atlánticas.

De calles que se retuercen y casitas blancas en su casco histórico, tiene como principal atractivo una piscina natural de agua marina que ofrece una experiencia de baño distinta a la de otros puntos del litoral.

Azenhas do Mar. Foto: Vlad D. | Unsplash.

Parada obligada es su mirador en la rua Dr. António Brandão de Vasconcelos, desde el que se obtiene una panorámica de toda la localidad y desde donde parten unas escaleras que conducen directamente a la playa y a la mencionada piscina.

Vila Nova de Milfontes

Entramos en la maravillosa región del Alentejo para adentrarnos en Vila Nova de Milfontes, ubicado en la desembocadura del río Mira, que atesora una de las costas mejor preservadas de Portugal y de toda Europa.

Un paseo por sus calles de casas encaladas nos dirige a la iglesia de Nossa Senhora de Graça, del siglo XVI y de la que destaca una coqueta fachada blanca y azul. Cabe decir que no fue dañada por el terremoto, ni tampoco por los corsarios que tantas veces acosaron la zona, y cada 15 de agosto se convierte en punto de partida de la procesión fluvial de Sao Sebastiao y Nossa Senhora da Graça. Ideal.

Vila Nova de Milfontes. Foto: Stephan Holzinger | Unsplash.

El fuerte de San Clemente, un monumento que conmemora el primer vuelo entre Portugal y Macao, que tuvo lugar en 1924 y la silueta del Klemens, un barco holandés encallado en 1996 frente a su orilla, son otros de los lugares a visitar, aunque ninguno supera en belleza a la vista de un atardecer.

Porto Covo

Otro secreto de la costa portuguesa lo encontramos en Porto Covo. Entre Vila Nova de Milfontes y Sines, se trata de un coqueto pueblo de pescadores que late al ritmo pausado característico del Alentejo, especialmente fuera de la temporada veraniega.

Porto Covo. Foto: Turismo del Alentejo.

A sus mejores playas se llega siguiendo el Sendero de los Pescadores, un recorrido que sigue el trazado del litoral y forma parte de la Ruta Vicentina.

Frente a Porto Covo, en el mar, se avista la pequeña y desierta isla de Pessegueiro, donde se encontraron huellas del paso de cartagineses y romanos.

Playa de Porto Covo. Foto: Turismo del Alentejo.

Nazaré

Siguiendo la línea costera hacia el norte paramos ahora en Nazaré. También vinculada al surf a causa de sus famosas olas gigantes (hasta 20 metros de altura) que tienen su origen en un valle submarino que hay en la Praia do Norte, la ciudad cuenta también con un bonito casco antiguo.

De orígenes marineros (aún hoy se puede ver a pescadoras reparando redes), la zona vieja es un cúmulo de callejuelas estrechas que recorrer antes de pasear por la plaza Nossa Senhora da Nazare, con el típico empedrado portugués o calçada portuguesa y un bonito quiosco de música.

Nazaré. Foto: Julian Hacker | Pixabay.

Un funicular conduce al barrio de El Sitio, con vistas interesantes, y también se pueden visitar la Capilla de la Memoria, al borde del acantilado y decorada con azulejos blancos y azules que narran la leyenda de una aparición de la Virgen y que estaría en el origen de la fundación del pueblo, el barroco Santuario de Nuestra Señora de Nazaré, el mirador del Suberco y el fuerte de San Miguel.

Aveiro

A orillas de la ría de Aveiro se alza la ciudad del mismo nombre, también conocida como la ‘Venecia portuguesa’ por sus canales que surcan coloridos barcos llamados moliceiros, que se utilizaban tradicionalmente para recoger algas marinas.

Aveiro. Foto: Ricardo Resende | Unsplash.

Para descubrir la esencia de Aveiro hay que poner rumbo al barrio viejo de Beira Mar, donde se conservan las tradicionales casas y los almacenes de sal de la ría, todo envuelto en brisa y salitre. La Praça do Peixe de día ofrece la oportunidad de comprar pescado fresco y, por la noche, degustarlo e alguno de sus bares y restaurantes.

Las playas de Costa Nova, con los vistosos palheiros (casas de veraneo) a rayas y Da Barra, con el faro más alto del país y la Reserva Natural de las Dunas de São Jacinto con sus playas casi salvajes son otros de los atractivos de Aveiro, así como los edificios modernistas, la catedral con su hermoso campanario, el Museo de Aveiro, en un antiguo convento, y la impresionante colección de azulejos en los que prácticamente se puede leer la historia de la ciudad.

Azulejos para descubrir la historia de Aveiro. Foto: Leandro Barreto | Unsplash.

Viana do Castelo

Nos despedimos de este recorrido por los pueblos costeros más bonitos de Portugal en Viana do Castelo, una preciosa ciudad al norte del país íntimamente ligada al mar (de aquí salieron muchos de los artífices de los descubrimientos lusos).

Antes de poner los pies en Viana do Castelo es recomendable subir al monte de Santa Luzia, desde donde contemplar su privilegiada ubicación geográfica en la desembocadura del río Lima.

Palacios blasonados, iglesias y conventos, chafarices y fontanares forman parte del patrimonio de Viana do Castelo, con huellas de estilos manuelino, renacentista, barroco o modernista, pero también de la arquitectura contemporánea, con firmas como las de Fernando Távora, Álvaro Siza o Souto Moura.

Basílica de Santa Luzia en Viana do Castelo.

En el centro histórico, la Praça da República es el corazón de la ciudad, donde se alzan el edificio de la Misericordia y el chafariz, ambos del siglo XVI, así como la antigua Casa consistorial. Y, muy cerca, la Catedral o Iglesia principal, de estilo románico.

De la iglesia de la Virgen de la Agonia sale cada 20 de agosto la talla más venerada por los pescadores y protagoniza una de las fiestas más vistosas del país.

Azulejos y filigranas de oro están también entre sus tradiciones, como se comprueba en el Museo del Traje, el Museo de Arte y Arqueología o el buque Gil Eanes,antaño dedicado a la pesca del bacalao y hoy recuerdo de la tradición marítima de la ciudad.

a.
Ahora en portada