Cinco rutas inolvidables por las carreteras de Europa

¿Te gusta conducir? Estos recorridos por Mallorca, el sur de Italia, Transilvania, Islandia o Córcega son para aquellos que aman viajar para vivir nuevas experiencias

La increíble carretera de Transfăgărășan, en Rumanía. Foto Thomas Hackl

Sea en coche, furgoneta o moto, viajar en carretera da una sensación de libertad difícil de describir. Las cintas de asfalto pueden llevar a grandes metrópolis o a aldeas minúsculas, a tierras de hielo o áridos desiertos, abren camino entre bosques, campos, tundras y montañas para descubrir las diferentes identidades del continente.

La guía Las mejores rutas de Europa por carretera de Lonely Planet recopila 50 propuestas para conocer nuevas caras de este rincón del mundo, ya sea “desde el Grand Tour en coche eléctrico por Suiza hasta un gran viaje en autocaravana por Jutlandia; durmiendo frente a los fiordos y las extensas dunas de arena, o un viaje en coche por el Ártico sueco”, sintetiza en la introducción.

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Cada una de las rutas fueron realizadas por los autoresde los textos, que además de describir en primera persona su experiencia aportan datos útiles sobre los mejores momentos para viajar, qué llevar, cómo llegar, el nivel de dificultad, distancias y detalles adicionales que suman ideas para emprender el viaje.

La guía divide Europa en cuatro regiones según los puntos cardinales, y de todas ellas, se clasifican en rutas fáciles, más duras y épicas (a las que hay que sumar breves sugerencias de recorridos similares).

Como una forma de entrar por la puerta grande del turismo de carretera, elegimos cinco de ellas que podemos catalogar como inolvidables. Aunque cualquiera de las otras 45 pueden ser recordadas por siempre.

Por las montañas de Mallorca

Esta última es la propuesta de atravesar Mallorca desde Magaluf a Pollença por las carreteras de montaña, o mejor dicho, por el macizo de la Tramuntana que emerge como un paredón pétreo en la franja noroeste de la isla.

Si uno cree que la ruta es tranquila porque hasta pasando Palma hay pocas curvas, se equivoca: Henry Catchpole hizo los 155 km girando una y otra vez desde que pasa Sóller y se adentra “en la boca del lobo como si fuera Alicia entrando en la madriguera del conejo”.

Carretera de Formentor. Foto Turismo Islas Baleares

Desde Magaluf a Pollença las carreteras de montaña recorren la espina dorsal de la Sierra de la Tramuntana

El conductor refleja su fascinación por el paisaje mallorquín, por una senda angosta que hay que tomar con precauciones, donde recuerda el trabajo del ingeniero Antonio Parietti en los años 20 para que las carreteras rompan el aislamiento de los pueblos, y de paso, se pueda disfrutar del paseo.

El tacón de Italia

Desde Bari a Gallipoli, el trotamundos de Brett Atkinson conduce 320 km por el extremo sureste de Italia, lo que todo el mundo conoce como el tacón de la bota; en un recorrido por pueblos blancos de montaña, ciudades históricas y villas de pescadores de Apulia.

Costa de Otranto. Foto Massimo Virgilio – Unsplash

Tras aquella ciudad de inolvidable gastronomía descubre los encantos del valle de Itria por sinuosas carreteras comarcales flanqueadas por muros bajos de piedra seca, con visitas obligadas como los pueblos de Locorotondo (el nombre es real) y Ostuni, donde el aperitivo una religión.

El mandato del viajero de carretera es evitar las autopistas, y así este hombre atraviesa la seca región de Salento y admira la historia de los palacios de Lecce, así como los paisajes de calas y playas que prologan la llegada a pueblos como Otranto y Gallipoli; donde celebra el fin del viaje con suculentos platos de gambas.

El Grand Tour de Córcega

Suiza es dueña del Grand Tour, el circuito de 1.600 km que permite viajar por el país de manera circular. Otras regiones lo han imitado, como Cataluña y también la isla de Córcega.

Este viaje épico de 563 km comienza y termina en Ajaccio, la capital de la isla francesa que siglos atrás pertenecía a Italia (bueno, al reino de Génova).

Mientras conduce su coche Rory Goulding repara que está a solo 150 km de la Costa Azul, pero aquí los acantilados siguen casi tan agrestes como siglos atrás, en territorio donde -por suerte para los amantes de este tipo de viajes- casi no hay autopistas.

En Córcega casi no hay autopistas, por lo que no queda otra que tomar angostas carreteras de montaña para descubrir sus pueblos y costas

No es raro encontrar cabras en medio de la carretera de Córcega. Foto Goat Xing – Flickr

Históricamente los corsos prefirieron la seguridad del interior, pero igualmente en la costa hay bonitos pueblos como Sartène y Bonifacio en el extremo sur, donde el turismo está presente en las localidades de Tamaricciu y Palombaggia que buscan esas playas de arenas claras y aguas turquesas.

El viaje prosigue explorando la escarpada geografía corsa, por curvas pronunciadas pero que permiten ver -si se tiene suficiente precaución- unos paisajes impactantes.

Camino a Calvi se comprende por qué a Córcega le dicen ‘montaña en el mar’, en una tierra dura pero que ofrece productos como los olivos, castaños, higos y otros frutos que hay que probar y llevar.

El salvaje oeste de Islandia

Desde Reikiavik hasta (ojo) Stykkishólmur hay 200 km. Pero olvídense de calcular tiempos y distancias, es un recorrido serpenteante por la península de Snaefellsnes bordeando fiordos y bahías, en tierras de leyendas sobre seres míticos y sagas de sus fundadores vikingos.

Las solitarias carreteras de Islandia. Foto Specchio Nero – Flickr

Son parajes solitarios vigilados por las cumbres nevadas de los volcanes que moldearon la geografía de fuego y hielo de Islandia, donde a lo sumo asoma algún pueblo de pescadores como Arnarstapi, Hellissandur o Stykkishólmur; donde la belleza agreste de sus costas se puede explorar dejando el coche y saliendo a navegar en kayak. Toda una tierra de aventuras.

Transilvania no es tierra de vampiros

Quien solo asocie Transilvania al Conde Drácula (escrito por un inglés que jamás pisó Rumanía) es estar corto de miras.

Una fantástica ruta épica es recorrer más de 1.000 km desde Targu Mures a Sibiu por esta región rumana custodiada por los Cárpatos.

La ruta de Transfagarasan, sinuosa como una serpiente de asfalto, está señalada como una de las carreteras más bonitas del mundo

El camino atraviesa campos y bosques, donde hay que ser precavido tanto ante la pasión por la velocidad de los rumanos como a la gran cantidad de lugareños que transitan con calma con carros y ganado.

La carretera de Transfăgărășan al atardecer. Foto Alex Talmaciu – Flickr

En el trayecto se descubren desde palacios de influencia austrohúngara hasta sencillas casas de campesinos, con aldeas detenidas en el tiempo y agricultores que sesgan el trigo con grandes hoces.

La belleza natural del Parque Nacional de Marmescu compite con pueblos medievales como Sighisoara o Sibiu; aunque el premio mayor es poder transitar por la increíble carretera de Transfăgărășan.

Es un trazado de curvas y más curvas que se hizo famoso por programas de coches como Top Gear, y que pone a prueba la paciencia del más duro conductor. Pero la recompensa de los paisajes montañeses de los Cárpatos amerita el esfuerzo.

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