Salou: la bienvenida desconexión otoñal en la Costa Dorada

Hoteles de categoría, restaurantes de alto nivel y caminos de ronda por la costa son algunas de las opciones para disfrutar de Salou esta temporada

Salou también brilla en otoño. Foto JP Chuet-Missé

Hay un Salou diferente para descubrir en otoño. Esta meca turística de la Costa Dorada, en el litoral sur de Cataluña, suele ser asociada con las vacaciones de sol y playa. Y así se ve con la multitud de comercios, restaurantes y hoteles agrupados a lo largo de la avenida Jaume I y en la franja costera.

Pero una vez que se apagan las luces del verano llega la calma a esta ciudad, con inmensas playas casi desiertas y un bienvenido aire de tranquilidad.

Sin embargo esta desconexión con la fiebre turística no significa que Salou se convierta en un pueblo fantasma. Las bellezas geográficas del lugar siguen intactas, su legado modernista permanece en el mismo lugar, y hay restaurantes de alta categoría que están abiertos para ofrecer maravillas de la cocina regional como la que se puede descubrir en unas jornadas dedicadas al calamar.

Vista de la costa de Saloud. Foto: Lys Ortega.

Relax en un hotel solo para adultos

La base elegida para disfrutar de la ciudad fue uno de los alojamientos de alta gama que siguen en funcionamiento todo el año: el Magnolia Hotel (c/ Madrid, 8); un cuatro estrellas superior solo para adultos (detalle que algunas personas buscan y agradecen).

El Magnolia Hotel, establecimiento solo para adultos, es uno de los pocos alojamientos de alta gama que están abiertos todos el año en Salou

Ubicado a pocos metros del paseo marítimo, el lugar presenta un diseño moderno con un toque minimalista, un poco más sofisticado que su hermano Blaumar, situado a un par de calles de distancia.

Frente del hotel Magnolia. Foto: JP Chuet-Missé.

Un desayuno bien ‘pagés’

Su detalle de bienvenida no podía ser más acertado: un cava Codorníu y bombones, una cortesía incluida en el paquete Escapada Romántica, que comprende una habitación con cama king size y un abundante buffet en el desayuno.

Cada mañana en el salón comedor se despliega un interesante abanico de lácteos, infusiones, quesos (atenti al gouda basirón con nueces) y embutidos que con tomate y pan de pagés permiten disfrutar de un auténtico desayuno catalán.

O sino, hay unos cruasanes que hay que apurarse a probarlos antes que desaparezcan.

El desayuno del Hotel Magnolia. Foto: JP Chuet-Missé.

Esa desconexión tan buscada por el cuerpo

No vamos a recomendar usar la piscina a esta altura del año, pero las tumbonas y sillones de su solárium rodeado de inmensos plátanos con sus hojas rojizas da un bienvenido marco de tranquilidad y relax otoñal.

Si alguien busca una cuota de desconexión adicional bajando unas escaleras hay un centro de spa y gimnasio que sirve para reponer fuerzas tras algunas de las comidas en los restaurantes cercanos o luego de recorrer el Camino de Ronda. Ya hablaremos de ellos.

Por lo pronto, allí se puede disfrutar del jacuzzi, el baño turco, el sauna y ese cachetazo a la circulación que son las duchas de agua fría. También se ofrecen tratamientos corporales en la sala de masajes.

Habitación del hotel Magnolia. Foto: JP Chuet-Missé.

El calamar, ese manjar del Mediterráneo

No crean que la gastronomía de Salou se limita a los chiringuitos turísticos de barbacoas, pastas y kebab. Hay un puñado de distinguidos restaurantes que rescatan la tradición de cocina elaborada con mimo y calidad de la Costa Dorada.

Si bien Salou dejó de contar con un puerto comercial el lugar recibe valiosos frutos de mar, como hemos podido comprobar en las Jornadas del Calamar.

Taco de calamar enchipotlado, de Cook & Travel. Foto: JP Chuet-Missé.

En las Jornadas del Calamar 13 restaurante de categoría de Salou ofrecen menús exclusivos basados en este molusco

Hasta el 5 de diciembre unos 13 restaurantes ofrecen menús degustación de aperitivos, entrantes y principales, maridados con cava Segura Viudas, que giran en torno a este sabroso cefalópodo, con precios entre los 20 y 40 euros.

La excepción es el Deliranto, de una estrella Michelin, que propone un viaje gastronómico de ocho aperitivos y dos entrantes a 120 euros.

Curry de calamar con espuma holandesa. Foto: JP Chuet-Missé.

La propuesta de Cook & Travel

Durante la visita pudimos probar las creaciones de dos de los restaurante participantes.

El primero fue el Cook & Travel, donde el chef del Deliranto Pep Moreno también lleva las riendas.

El lugar es reconocido por una sala inmersiva con proyecciones de peces, que le da un aire de acuario; pero más nos sedujo sus propuestas culinarias.

Tras tres pequeños aperitivos (galleta de queso, esferificaciones de aceituna y chicharrones bañados en chocolate) llegó una ensalada de calamares con queso Idiazábal, un plato suave que contrastó con el taco de calamar enchipotlado, tan picante más apto para un paladar mexicano. Pero bien sabroso.

Risotto untado en queso parmesano. Foto: JP Chuet-Missé.

El tercer plato era un curry de calamar con espuma holandesa. Y luego llegó el exquisito y fotogénico risotto de calamar con fondo de romesco, donde el arroz se unta en una rueda de parmesano. El sabor que adquiere es único.

Los postres deberían haber llegado del carro de repostería, pero tras la contundente abundancia de los platos optamos por unos buñuelos de chocolate con helado de fresa.

La elegante cocina del Castillo de San Javier

La otra degustación fue en el Castillo de San Javier. Si el primero era más informal y sofisticado, este es más elegante y señorial; con sus paredes de madera y sus cuadros impresionistas, dispuestos en tres ambientes que recuerdan a los salones de una gran casa.

El menú propuesto sobre este molusco se inicia con una croqueta de este animal en su tinta, seguido por un elaborado calamar de potera (el de más calidad) a la andaluza, relleno de mouse de marisco en una salsa de chipirones y espuma de aceite de gambas.

Croqueta de calamar en su tinta, del restaurante Castillo de Javier. Foto: JP Chuet-Missé.

Con el toque colorido de una flor, era una arquitectura gastronómico ideal para retratar en redes sociales.

Con las copas llenas del cava Segura Viudas Gran Reserva, de principal volvió el calamar de potera pero en un arroz meloso con mejillón de roca, un plato tradicional que nunca falla.

De postre, la semiesfera de mouse con dos chocolates y crujiente; otra muestra de un plato tan bonito que da lástima romper con la cuchara.

Una de las creaciones del restaurante Castillo de Javier. Foto: JP Chuet-Missé.

Detalles modernistas

En Salou hay varios testimonios históricos para descubrir. Puede ser la edificación medieval de Torre Vella que ahora acoge un centro de arte o el edificio de la Capitanía en el puerto deportivo, pero las muestras más destacadas es el rosario de residencias modernistas que hay a lo largo del Paseo Marítimo.

De ellas destaca el Chalet Bonet, diseñado por Domènec Sugranyes i Gras, discípulo y colaborador de Antoni Gaudí.

Casas modernistas del paseo marítimo. Foto: JP Chuet-Missé.

El Camino de Ronda comprende unos siete kilómetros por el Cap de Salou hasta el faro

Estos días de otoño, si el clima ayuda, el mejor programa al aire libre es realizar el Camino de Ronda hacia el norte.

Inicio del Camino de Ronda. Foto: JP Chuet-Missé.

Por el Camino de Ronda de Salou

Desde el extremo norte de la Playa del Levante hasta la Punta Roja el trazado está consolidado por escaleras y pasarelas por encima de las rocas.

Tras este tramo de 2,5 kilómetros el sendero sigue por un trazado natural, entre sectores urbanizados y otros agrestes, en donde se pasa por sitios de belleza geológica como Penya Tallada y la Punta del Cavall, el extremo de poniente del Cap de Salou.

Vistas de las calas de Cap Salou. Foto: Lys Ortega.

Tras la Cala de Crancs vuelve el camino consolidado por la Cala Morisca hasta el Faro de Salou, una luz que desde 1858 vigila el litoral de la Costa Dorada.

Es un sitio de singular belleza que, si se puede, hay que llegar hacia el atardecer, para ver una de las mejores puestas de sol que se puedan atrapar por estas latitudes.

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