Santa Croce: una ruta por la cara más desconocida de Venecia

Este recorrido por uno de los barrios más tranquilos descubre museos, iglesias y palazzos que suelen pasar desapercibido para la mayoría de turistas

El barrio de Santa Croce visto desde el Gran Canal. Foto Kevin Harber – Flickr

Estos días en Venecia se realizó la Regata Histórica, un magnífico despliegue de color con barcazas del s.XVI que recuerdan los años dorados de La Serenísima, la poderosa república que dominó con fuerza naval y sagacidad comercial el Mediterráneo Oriental.

Como cabe imaginar, la cita fue un imán de visitantes en una ciudad que en las últimas décadas sufre con la masificación turística.

Pero eso no quita sus atractivos históricos y culturales, y varios de ellos se pueden descubrir en esta ruta que escapa de los circuitos convencionales.

Puente de Santa Croce. Foto Kevin Harber – Flickr

Por el ‘sestieri’ de Santa Croce

La idea es pasear por Santa Croce, uno de los seis sestieri (barrios) de Venecia, por el que se respira un bienvenido aire local.

El punto de partida, según proponen en Turismo de Venecia, es en el Campo San Stae, donde se pueden visitar la iglesia homónima (la única con fachada hacia el Gran Canal), y en cuyo interior hay obras de Gian Battista Tiepolo y Giovan Battista Piazzeta.

Ahí nomás está la Scoleta del Tiraoro e Battioro, antigua sede de los fabricantes de hilo de oro transformado en un centro de convenciones.

Santa Croce es uno de los distritos menos visitados por los turistas, donde las calles y puentes todavía respiran un aire local

Obra de arte frente a San Stae. Fto Damian Entwistle – Flickr

Tras cruzar un par de puentes y pasear por la calle Pesaro se llega al Palacio Pesaro, un interesante edificio barroco que aloja la Galería Internacional de Arte Moderno, cuya visita -de al menos una hora- es muy recomendada para ver obras de Klimt, Rodin y Chagall, Calder y Max Ernst entre otros.

Atención a su patio, actual sala de lectura de la Biblioteca Nacional Marciana

Otro palazzo que vale la pena conocer es el Agnus Dio, que destaca con sus elementos decorativos del siglo XIV como sus bajorrelieves

Al llegar a la calle Tiozzi hay un puente que se tiene que usar de mirador para admirar la estética del Palazzo Pesaro desde el Rio della Pérgola, decorada por Antonio Gaspari, quien se preocupó de embellecer no solo la fachada sino también la cara lateral del edificio.

Palazzo Belloni Battagia. Foto Dimitris Kamaras – Flickr

Palacios y talleres

El camino pasa por la Fondamenta Rimpeto Mocenigo, donde en el agua se refleja la antigua residencia de la rama San Stae de esta familia de aristócratas, que ha dado siete dogos a la República de Venecia.

Así se llega al Campo Santa Maria Mater Domini, donde funciona el Mater Domini Mask, uno de los talleres de máscaras venecianas más emblemáticos que existen, y que hay que destinar media hora a visitarlo.

En este barrio se encuentran antiguas imprentas, talleres de restauradores y fábricas de máscaras venecianas

Ahí nomás funciona otra industria con cientos de años, la antigua imprenta Elleme Grafiche, ubicada en un palacio del siglo XIII.

Interior de la tienda Mater Domini Mask. Foto Instagram

Allí se ven los fondacos, casas que combinan un comercio con la vivienda del propietario. Cambiarán las modas y las ventas, pero la estructura del edificio sigue intacta.

Tras esas visitas a los talleres el paseo sigue en dirección al Palacio Mocenigo, dueño de una impactante fachada que mira al Gran Canal.

Allí funciona el Museo del Perfume y el Vestido, y al entrar hay que detenerse unos minutos a contemplar su mobiliario original, uno de los pocos palazos venecianos convertidos en museos que lo conservan.

Otro taller que se sugiere conocer el de restauración de muebles de Elisabetta Mason, otro de los oficios que sobreviven a la topadora del turismo de masas.

Tras un pequeño desvío en la calle del Forno hay que ver el tranquilo patio de Ca Tron, actual sede del Instituto Universitario de Arquitectura.

Interior del Palazzo Mocenigo. Foto Kotomi – Flickr

Espacios para relajarse

Al llegar a la iglesia renacentista de San Giacomo dall’Orio, frente a una plaza donde todavía se ven niños jugando con el balón, hay que ver las obras maestras del interior del templo, como la de la Capilla del Santísimo, de fines del s. XVI.

La iglesia de San Giacomo dall’Orio cuenta con varios tesoros saqueados de la Cuarta Cruzada

Esta es una de las iglesias más antiguas de la ciudad, donde se encuentran desde una quilla de barco del s.XVI en el techo a una columna de mármol verde, que como la pila bautismal de Antioquía, fue traída de los saqueos de la Cuarta Cruzada.

La tranquilidad del Campo San Giacomo dell’Orio. Foto Kevin Harber – Flickr

De vuelta al exterior, cabe tomarse unos minutos en los bancos junto a los sectores de flores o en las cicchetterias de la plaza, donde se sirven vinos y platos para engañar al hambre.

A un lado está el antiguo Teatro Anatómico, del s.XVI, que se convirtió en un complejo residencial.

La última etapa llega a Campo San Boldo, caratulado como uno de los rincones más desconcertantes de la ciudad de los canales, donde sus escalinatas y calles de una ancho mínimo sirvieron de escenario para Muerte en Venecia, de Luchino Visconti.

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