Señora Dolores, una extraña (y divertida) combinación de frituras y vinos naturales
Una churrería, una larga carta de vinos poco conocidos, pocos platillos y un espíritu retro: bienvenidos a Señora Dolores

Los churros de patatas, el plato estrella de Señora Dolores. Foto Señora Dolores
Señora Dolores (Marqués de Campo Sagrado 27) es un bar difícil de encajar. Su carta tiene solo 17 platos, contando entrantes, sugerencias y postres, pero ofrece más de 80 referencias de vinos, casi todos naturales. Y el protagonismo de su breve catálogo de comidas es una churrera.
El impulsor de este local del barrio de Sant Antoni, una de las mecas gastro de Barcelona, es Mathieu Pérez, un francés de Perpiñán quien tras sus aventuras gastronómicas por París y el pueblo prepirenaico de Ceret hace unos años se abre camino en Barcelona con un homenaje a los bistró de los años ’70, guiño que se refleja en el mobiliario y en el menú impreso en folios de plástico.
El templo de la fritura
Este es un pequeño templo de la fritura, donde una veterana máquina elabora unos recomendados churros de patata que no se van a encontrar en ningún otro lugar de Barcelona.
Los crocantes churros de patata de Señora Dolores no se encuentran en ningún lugar de Barcelona
Este es uno de los pocos platos fijos en un menú que cambia constantemente, entre la elección de productos de temporada y las ganas que tenga Mathieu de ofrecer cosas nuevas.
Muchos vinos, pocos platillos
La idea del Señora Dolores es sentarse a probar tintos, blancos, rosados, espumosos y hasta vinos naranjas desconocidos para la mayoría, de bodegas pequeñas de Cataluña, Mallorca, Murcia o Almería así como de diversas regiones de Francia, ya sea del Rosellón como del Valle del Ródano o el Loira, con precios que van desde los 25 a los 40 euros.
Más que saciar el hambre, los platillos están pensados como acompañantes, en porciones pequeñas donde se sugiere pedir tres o cuatro para compartir y combinar sabores. Sus precios, que no superan los 15 euros, permiten ese juego.
La breve carta de Señora Dolores
Así, al margen de los famosos churros de patatas, hay que tener en cuenta la siciliana croqueta arrancini rellena de setas y brócoli, la lasaña frita, el bacalao frito con tomate y las albóndigas de sepia y cerdo (¿!) con salsa morena.
Si alguien prefiere platillos crudos, están el tartar de vaca, la ensalada polaca o la de remolacha o el pescado del día.
Aunque si se quiere algo más elaborado, a tener en cuent a las sugerencias como el exquisito tsatsiki de puerros crujiente, la interesante combinación de alcachofas con puerros y kumquat (cítrico asiático bien ácido), la lengua frita en gilda o el apio nabo con huevas de pez.
En postres, estos días hay flan de anís verde y pastel de chocolate con crema inglesa, aunque en nuestro caso Mathieu sacó de la chistera un yogur con tajini y naranja.
Pero estos platillos quizás no estén en un par de semanas, y uno se encuentre con el corazón de pato con romesco, las mini gambas fritas con salsa tandoori o el falafel casero, la col rellena o el pimiento frito con judías.
Incluso pregunten a Mathieu que por ahí está preparando algún plato que no tuvo tiempo de incluirlo en carta, como fue nuestro postre.
Una Dolores, diez Dolores
El nombre del local es un homenaje a Dolores Ibárruri ‘La Pasionaria’, con un divertido logo de una mujer que recuerda a una estatua de Glasgow, donde en sus brazos sostiene dos espátulas para frituras.
Pero al entrar en el bar se comprueba que no solo se recuerda a esta figura de la II República y la Guerra Civil, sino que el homenaje es a otras Dolores (y por extensión a todas las mujeres), con cuadros de la cantante Dolores Vargas, el personaje de Westworld Dolores Abernathy o la activista guatemalense Dolores Huerta.
Un buen motivo para brindar por todas ellas con algunos de los vinos naturales de Señora Dolores.