Desoriente, el restaurante vegano que juega al despiste

En el barcelonés barrio de Poblenou, Desoriente propone una cocina que se basa en recetas asiáticas pero con acento local y algún que otro 'engaño'

Desoriente: sabores orientales en clave vegana. Foto Marc Senyat

Una de las estrategias de la cocina vegana en los últimos años para conquistar adeptos, y no precisamente por razones ecológicas o militantes, ha sido jugar al engaño.

Para quitar el perjuicio (incorrecto) que es una cocina desabrida y poco energética ha apostado por el juego visual y aromático, para que todo aquello que seduzca por ojos y nariz luego tenga una mejor recepción en boca.

¿Es oriental, vegano o todo a la vez?

Ese mismo camino es el que toma el restaurante Desoriente (Ramón Turró 209), que no se sabe bien si es un restaurante oriental que deriva al veganismo, o es un establecimiento con platos sin trazas animales que elige la cocina asiática como base.

La estética es de un restaurante oriental. Foto Marc Senyat

Desoriente juega a la doble identidad, con una cocina vegana y asiática sin normas

En todo caso, su estética de luces de neón con palabras como namaste, ciao o konichiwa, azulejos negros y mobiliario minimalista confirma que van por el primer camino.

O como dice su lema, ‘Desoriente es un restaurante donde el Taj Mahal, el Monte Fuji, las playas de Tailandia, Angkor (Camboya), La Costa Brava, Halong Bay (Vietnam), Tokio y el Poblenou se encuentran por los sabores’.

Foie Gras Roll (sin foie gras). Foto Marc Senyat

Un italiano y un filipino en Barcelona

Este divertido juego de despistes y cajas chinas (en su acepción cinematográfica) está presente en cada momento. Partamos de la base que solo uno de sus propietarios, Cliff Ubaldo, es de Asia -Filipinas para ser más exactos-; y el otro, Maurizio Gorga, es italiano.

¿Eso es un impedimento? Para nada. Todo está pensado para acercar nuevos sabores jugando a la sorpresa, un buen camino de entrada para aquellos que todavía miran al veganismo con recelo.

Los platos son porciones de un tamaño medio, que a un precio de 6 a 15 euros están pensados para pedir varios, compartir y conocer nuevos sabores; para culminar con un ticket medio 35 euros por persona.

Maurizio Gorga y Cliff Ubaldo, creadores de Desoriente. Foto Marc Senyat

Platos asiáticos sin trazas de animales

Así empezamos conociendo el Oishi Broccoli (con esta verdura frita acompañada de salsa goma ponzu y cacahuetes tostados), luego unos Panko Spring Rolls, un eficaz reemplazo del popular arrolladito primavera con triángulos rebozados; y las Teriyaki Gyozas, que se presentan rellenas de shiitake (setas chinas), col y jengibre con un toque de aceite picante.

El pollo es reemplazado con eficacia por el tofu, y las hueva de pescado con esferificaciones de tapioca

Si alguien cree que no es posible concebir el sushi sin pescado ni huevas, debería probar las ocho piezas del Rock & Roll, donde además del tradicional arroz y algas hay un sucedáneo de la carne llamado Moving Mountain (mezcla de proteínas de soja, trigo, remolacha, aceite de coco y champiñones) y el caviar se reemplaza por esferificaciones de tapioca. ¿Eso es salmón? No, solo una tira de tomate asado.

Tikka Masala Bao. Foto Marc Senyat

Un juego similar se presenta en el Foie Gras Roll, donde de ese derivado del hígado del ganso solo tiene el nombre, porque está conformado por arroz, alga nori, shiitake, manzana caramelizada, oporto y reducción de wasabi.

Bowls y hamburguesas que no son hamburguesas

Sin con estos despliegues alguien todavía tiene hambre, el remate final puede venir por alguno de los contundentes bowls.

De ellos hemos probado el Pad Sa Thai, fideos de arroz con zanahoria, brócoli, brotes de soja, cacahuetes tostados y salsa de tamarindo. Lo que parece una brocheta de pollo en realidad es tempura de tofu, y una vez más, se aplaude el engaño.

O también puede ser el homenaje a la hamburguesa que -por supuesto- no es hamburguesa, como el Tikka Masala Bao, una mezcla del bao chino con ese plato indio, pero donde el pollo es reemplazado por la yaca (o jackfruit). Si no te lo avisan, creerás que es carne de esa ave. Y ojo a las patatas fritas, son adictivas.

Mouse de mango con fruta de la pasión. Foto Marc Senyat

El engaño del postre

De postre, uno de los trampantojo mejor elaborados: el Desoriente’s Famous Plant Based Snickers, o sea una imitación de esa barra de chocolate rellena de turrón, caramelo y cacahuetes triturados y salados.

Es un remate fuerte, como la torta Ms. Sacher went to Japan (relectura de este bizcocho de chocolate con mermelada de cereza y jengibre con chocolate negro); por lo que otras opciones más livianas pueden ser el mousse de mango relleno de fruta de la pasión y base de galleta de coco.

El cóctel que une la michelada con sabores coreanos. Foto Marc Senyat

Elaboración in situ

Casi todo lo que se presenta en el Desoriente se elabora in situ, desde las fermentaciones al pan bao, pasando por las kombuchas y el ginger beer.

Capítulo aparte merecen los cócteles, como el Passion Fruit Margarita (fruta de la pasión, zanahoria, mostaza, lima, agave, tequila), el Kiwi & Mandarina Daiquiri, el Spiced Up Espresso Martini (café, whisky, chocolate negro, cacahuetes, leche de coco, especias) o la curiosa combinación asiática-mexicana de Michelada went to Korea (cerveza, mix coreano y soja).

Dicen en Desoriente que el restaurante funciona porque Cliff aporta experiencia y curiosidad y Maurizio la técnica y la creatividad. ¿Es así o es otro truco para desorientar? Cuando lleguen allí lo comprobarán.

a.
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